Janus Lester | Jokin Pinatxo, alma del grupo

«La banda ha madurado y lo vamos a reflejar en el Victoria Eugenia»

– Un instrumentista que se atrevió a cantar...

– Tenía 19 años y fue para hacerle un regalo a una amiga. Las primeras veces me costaba ensayar en casa porque no quería que me escucharan mis padres. Siempre esperaba que se fueran para ensayar solo.

– ¿Y cuándo fue la primera vez?

– Les puse una grabación y no me reconocieron, así que tuve que cantarles porque no se lo creían (ríe). Es que la que que ha cantado siempre en casa es mi hermana (Estitxu) y yo soy el instrumentista.

– Y de ahí a cantar en público.

– Primero con Azken Trena en un bar de Bera. Me acuerdo de lo nervioso que estaba. Y eso que en general me pongo mucho más nervioso en una entrevista. En el escenario estoy súper tranquilo.

– ¿Janus Lester cómo empezó?

– Fue a raíz de ese otro proyecto que no pudo seguir por varias razones. Tocaba Mattin, que es el baterista de Janus y le dije que yo quería montar algo más personal. Me dijo que sí y para adelante. Tuve claro que quería hacer una banda grande, que iba a tener momentos en las canciones que yo con mi voz iba a levantar, pero necesitaba una banda que me respaldase. Sabía que con una banda de siete íbamos a conseguir momentos súper grandes. Como era saxofonista y tocaba en la txaranga de Lesaka, en Elutxa, estaban Andoni y Julen, los vientos de Janus. Se lo comenté a los dos y se animaron. Hemos tocado tanto juntos que nos entendemos sin ni siquiera mirarnos. Eso es un lujo. Son unos musicazos, es una banda de un nivel muy alto.

– Y después, el resto...

– Después le llamé a Garazi Esnaola para los teclados, a Javi Etxarri para las guitarras y en principio a Ane Bastida para el bajo, pero ha tenido familia y como le costaba más conciliar, ahora está Julen Barandiaran. A ellos solo les conocía de verles en el escenario y desear que algún día tocaran conmigo. Les mandé maquetas, hicimos unas reuniones y se animaron.

– ¡Menudos dos años de gira!

– No hemos parado. Tocamos por todo Euskal Herria, en Madrid, en Logroño y hasta en Finlandia.

– ¿Ha compuesto para este segundo álbum durante la gira?

– Sí, es que me encanta. Normalmente compongo entre semana, dedico tiempo a tocar y a crear cosas nuevas.

– ¿Cómo es el proceso creativo?

– Toco la guitarra todos los días, aunque sea media hora. En general, si estoy probando acordes o giros con la voz... Primero siempre hago las melodías y después las letras. Si veo alguna melodía que me gusta, me suelo grabar e intento convertirla en una canción, con una estructura. Luego la suelo maquetar un poco en casa; grabo las guitarras, el bajo, la voz... Sin letra, en un idioma inventado. Esa maqueta se la paso a la banda. La escuchan, nos juntamos en el local y cada uno hace su aportación, por lo que va subiendo de nivel. Y luego, con Garazi llega el momento de producir un poquito más la canción, trabajando más las líneas de cada instrumento. Y de ahí al estudio, con el productor e ingeniero Eñaut Gaztañaga.

– ¿Y la letra?

– La suelo hacer, normalmente cuando la estamos produciendo Garazi y yo. Siempre pienso, cuando tengo la música, con qué pasaje o situación de mi vida relaciono lo que estoy cantando, con cómo estaba... Porque estoy cantando algo sin letra, pero estoy sintiendo. No tiene que ser algo personal, también puede ser algo que quiera contar. La suelo escribir bastante al final, así que cuando está en proceso es totalmente ridículo escucharlo, porque no es ni inglés. Pero es curioso, porque aunque es algo inventado, siempre lo hago igual, si en el estribillo digo equis palabras, siempre son las mismas, y a todos se nos queda. Y cuando luego le pongo letra, a veces nos suena raro. 'Dab dab' vino de eso. No significa nada, cada uno le da su significado. Era así y al ponerle letra, no podíamos sustituirlo por nada, se convirtió en una broma entre nosotros, cada uno le daba su significado y lo dejamos así. Y menos mal.

– Y ahora 'Lore'. 'Minutuak' es como rayos de sol colándose por la ventana y día gris...

– Pues el objetivo era un poco ese. 'Minutuak' es darle luz a muchas situaciones. Con el disco lo que quiero decir es que las flores necesitan luz, pero también necesitan agua. La esperanza, pero también la pena. Este disco habla muchas veces de esa esperanza, pero también del dolor. La flor me parecía un elemento apropiado, porque es débil, pero también es fuerte. Parece muchas veces, que va a morir, pero no. Vi clara la relación del agua que necesita, con las lágrimas y la luz, con la esperanza. Aunque una flor parezca que está muy mal, a veces necesita luz y otras, agua.

– Hay plantas que no florecen hasta que están a punto de morir...

– Eso me lo apunto. Cuando escuché el disco, a las semanas de haberlo grabado pensé que en todas las canciones podría ser una flor la que la esté cantando. Creo que es importante para mí que todos entiendan esa idea.

– ¿Es un disco menos bailón?

– Se baila de otra manera, porque para mí es inevitable llevar al baile muchas cosas, pero este disco es diferente. En el primero había muchos vientos bailongos, estribillos saltarines, y este segundo disco es quizá mucho más cantable. Los estribillos son más coreables, hay momentos de parón, pero también de baile. Cuando compongo es muy difícil para mí hacer canciones parecidas. Si hago dos canciones bailongas, la tercera tiene que ser un poco más parada. En el primero había muchísima energía y este segundo es más de escuchar el mensaje que hay en cada canción, más de cantar. Me he dado cuenta de que a la hora de escribirlo pasé de estar tocando solo en casa, a pasar año y medio girando con 100 conciertos, a empezar a que la gente me conozca, y no lo digo a mal, pero son un montón de sentimientos y cosas a gestionar que a veces te hacen estar súper arriba, pero luego aparecen miedos que no tenías. Es una montaña rusa de emociones que están reflejadas en el disco. El dolor de cada uno viene de sitios diferentes, pero el mío no es tan diferente del de otra persona. Con este disco quería, sobre todo, cuidar a la gente que está de bajona.

– Victoria Eugenia 30 de diciembre, puesta de largo.

– Será para mí un sueño. Cuando presentamos el primer disco en Tabakalera lo dije. Me preguntaron dónde me gustaría presentar el segundo y dije: en el Victoria Eugenia. Y ahí estamos (sonríe). Con miedo, porque hemos tocado mucho en la calle, pero creo que va a ser algo bonito.

– Impone, pero también es acogedor.

– Sí, la gente está cerca. Yo tenía claro que tenía que ser una apuesta. Con este comienzo estás dando un mensaje de qué tipo de disco va a ser y qué tipo de concierto vamos a dar. Creo que hay una madurez tanto en el disco como en la banda, la que da estar tocando dos años y llevar 100 bolos encima. La banda ha madurado y eso lo vamos a reflejar en el Victoria Eugenia. Estamos con ganas, tengo ganas de que llegue ya. De la vieja aduana de Bera donde ensayamos, al Victoria Eugenia.