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Jueves, 2 de agosto 2018, 21:19
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La curiosidad por ver trabajar en directo al pintor Juan Luis Goenaga reunió a más de un centenar de personas en el Foyer del auditorio del Kursaal. Junto al pianista austríaco David Six, ambos artistas ofrecieron una performance bajo el título 'Between the stations'. Six al piano, interpretando obras de Debussy, Chopin y otras compuestas por él, y Goenaga a su lado, creando cuatro pinturas de gran formato ante la atenta mirada de los espectadores.
El artista donostiarra no está acostumbrado a trabajar en público, y por eso reconocía que al principio se había sentido «algo cortado». Una vez superada esa extraña sensación de sentirse observado, Goenaga se entregó al trabajo y durante la hora y media que duró el recital de piano no dejó de moverse sobre las telas blancas colocadas alrededor del instrumento. «He intentado meter a Chopin en mi gruta», reconocía al finalizar su trabajo.
No es muy partidario de que califiquen su pintura como expresionista, aunque admite que «no está muy lejos». Le gusta pintar con libertad, tomando como referencia las figuras o el paisaje del entorno, utilizando «todo tipo de herramientas». Sartenes, cucharas, brochas gordas y sobre todo, las manos, fueron ayer sus herramientas de trabajo. Valiéndose de pintura acrílica, empezó con los colores negro y blanco, que introdujo en dos sartenes, y con la ayuda de las manos empezó a dibujar los primeros trazos.
Media hora después de comenzar a dibujar, poco a poco fue añadiendo otros colores, directamente del tubo. Primero marrón y ocre, y al final algo de amarillo, verde, rojo e incluso un poco de rosa en una de la piezas. Luego, volvió a jugar con el negro y blanco con la ayuda de las manos y de los pies. «He traido material que tenía en casa, y me apetecía meter algo de color».
El público no perdió detalle de los movimientos del pintor, que caminaba sobre las cuatro telas de un lado a otro. Tampoco David Six, que entre una y otra pieza compartía cómplices miradas con Goenaga y seguía la evolución de su trabajo. Minutos antes de que acabara el recital, el pintor se tomó su tiempo para contemplar el trabajo realizado hasta el momento y volvió a recorrer las cuatro piezas, sobre las que añadió una última pincelada de color negro que luego manipuló con los pies.
Hora y media después de que comenzara la performance, ambos artistas se miraron y la última nota emitida por el piano de David Six dio por concluido el recital. Ambos artistas se fundieron en un emocionado abrazo, mientras los espectadores aplaudían y se acercaban a contemplar la obra creada por el pintor. «Nos conocimos ayer, estuvimos tres horas ensayando y ha sido un placer compartir esta experiencia con él», reconocía Goenaga.
Los amigos y familiares del pintor no quisieron perderse la oportunidad de verle trabajar en directo y todos le saludaron y felicitaron al concluir la tarea. Poco partidario de aparecer en público, Goenaga está muy presente en esta edición de la Quincena Musical. Suyo es el óleo elegido para ser la imagen del festival, un cuadro en el que hace un guiño a la prehistoria y a la música que se hacía en las cuevas, donde predominan los colores terrosos, pétreos y oscuros, con un fogonazo en tonos amarillos en la zona superior.
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