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Después de cuatro décadas de trayectoria, Celtas Cortos llega hoy al Kursaal con el cuarto concierto de su gira 'Solos ante el peligro', en el ... que los siete miembros actuales de la banda estarán acompañados en el escenario por dieciséis músicos de la Orquesta Virtuous Mediterrani. El saxofonista y miembro fundador del grupo, Goyo Yeves (Valladolid, 1968), asume que el grupo vivió su momento de más éxito en los noventa, pero defiende una trayectoria coherente, en la que no tiraron la toalla ni cuando Jesús Cifuentes dejó la formación para emprender una breve carrera en solitario. Ahora, el grupo vallisoletano presenta su nuevo disco, 'El mundo del revés', y por supuesto, revisita sus temas clásicos.
– ¿En qué momento llega Celtas Cortos al Kursaal?
– En un momento muy interesante, primero, porque ha sido un año en el que sacamos el disco 'El mundo del revés', con trece canciones nuevas y que presentamos en abril en Madrid con muchos invitados. No es habitual en nosotros, pero como salió todo tan bien, aún estamos de subidón. Para este año queríamos acelerar de otra manera y probar teatros o recintos de otro tipo a los que tampoco estamos muy acostumbrados.
– ¿Cuesta con los años cada vez más componer canciones nuevas? O quizás se eleva el nivel de exigencia...
– Si analizas nuestra trayectoria, llevamos una línea bastante regular. Es verdad que durante la pandemia se paralizó todo mucho, incluso teníamos ya algunos de los temas de este último disco. Nos quedamos todos bloqueados y durante dos años y pico no sabíamos por dónde nos iba a venir, pero quitando esa etapa tan rara para todo el mundo, cada dos años sacamos un disco. No hemos sentido esa crisis compositiva. Es verdad que Jesús (Cifuentes) hace la mayoría de las canciones, pero siempre se le quedan algunas fuera de los discos. Diría que para nada hemos sentido esa sensación de no saber ya qué más hacer.
– En todo caso, es una banda más de escenario que de estudio de grabación.
– Pero sin duda... Somos una banda de directo. Yo creo que la música debe estar ligada siempre al directo porque ahí surgen una energía y una magia que no encuentras de otra manera. También tiene que ver con cómo nacimos, siendo unos chavales, tocando en el instituto, en la calle y luego en los bares. Siempre tocando cerca de la gente y eso lo llevamos para siempre. La música no puede abandonar esa parcela, puedes tener un disco buenísimo, pero hacer un directo es otra cosa. Te llegan unas vibraciones de la gente que no consigues por muy buenos que sean tus altavoces.
– Si algo tiene Celtas Cortos es un sonido inconfundible. ¿Se han sentido alguna vez 'presos' de ese sello de la casa? Igual les hubiera apetecido probar otras cosas...
– ¿Sabe lo que pasa con nosotros? Es verdad que tenemos una línea homogénea, más que nada, por la instrumentalización tan peculiar y que tanto nos caracteriza, pero como somos un grupo que tiene la fusión como filosofía, nos hemos metido en un montón de berenjenales. Desde el punto de vista estilístico, hay temas que te pueden sonar más folkies, otros más ska, 'latin', baladas, unas pinceladas de electrónica y rock, por supuesto. Tenemos la sensación de que hacemos lo que nos da la gana y de que nadie nos corta nada. Así que para nada nos hemos sentido presos del estilo. Somos un grupo de fusión, que es infinita.
– En este panorama de lo que se ha llamado 'ritmos urbanos' y demás, ¿se sienten clásicos o quizás algo anacrónicos?
– (Risas) Todos escuchamos de todo y el tema urbano tiene su punto, aunque es verdad que personalmente no me engancha mucho. Es normal que las cosas evolucionen, pero no me consideraría un clásico. Me parece muy bien abrir las orejas a todo y tener en cuenta que también cuando empezamos nosotros, era raro escuchar en la radio una flauta y un violín. La gente decía: «Y éstos, ¿qué hacen? Si esto no es ni folk, ni rock...»
– Celtas ha conocido el éxito más desaforado y otras épocas más discretas. ¿Cómo es subir y cómo es bajar?
– Al final, es algo implícito a esta profesión. Es imposible estar siempre en Champions. Lo habitual es que estés luchando por no descender o por meter la cabeza en la mitad de la tabla. No depende tantos de nosotros. Es verdad que estuvimos a tope en la década de los noventa hasta aburrir y eso ayudó mucho porque cuajó en la gente y ahí se ha quedado. A partir de eso, llevamos una línea más humilde, pero sin parar. Le aseguro que todos los años hacemos muchos conciertos, lo que pasa es que quizás no somos muy mediáticos. Nos sentimos corredores de fondo y unos privilegiados de tener esto como trabajo. ¿Que haya picos? Lo importante es no desaparecer y en ningún momento hemos bajado a Segunda B. De nosotros depende insistir, luchar y seguir creando, pero tenemos mucha suerte. Tampoco querríamos ahora mismo estar ahí arriba porque es muy exigente.
– Y disolvente. A ustedes les afectó con la salida del grupo del cantante, Jesús Cifuentes, en 2001.
– Quizás ése fue el punto más difícil para nosotros. Jesús quería tomarse un descanso y salir para hacer otra cosa. Nosotros queríamos continuar porque estábamos bien y lo hicimos con Antuán (Muñoz) como cantante durante tres años y medio. Mantuvimos la maquinaria engrasada y creo que fue muy importante porque de lo contrario, igual lo hubiésemos dejado todos hace veinte años. Todas las etapas tienen sus cosas buenas. Lo importante no es quedarte con lo de antes, hay que darle vueltas al coco.
– Dedicaron el tema de 2021 'Adiós, Presidente' a Donald Trump. ¡Se precipitaron!
– Bueno, no nos precipitamos porque salió cuando este hombre abandonó... Es gracioso –aunque poco el que haya vuelto este elemento–, porque es una canción que estamos tocando en esta gira, pero la hemos convertido en instrumental, que es como nació. Luego Jesús le puso esa letra, pero ahora ha vuelto a su origen y Alberto (García, violinista) da una explicación en los conciertos. Que cada uno se la aplique a quien quiera, incluido el presidente de tu comunidad de vecinos.
– En cada disco de Celtas, ha habido siempre un par de temas de compromiso social. ¿Echa en falta eso en más grupos?
– Totalmente. Desde que nacimos, ha habido temas de compromiso social y de explicar cómo te sientes como ciudadano del mundo de cierta ideología. Consideramos que el arte debe tener ese componente porque si no, me parece un poco vacío. Y ahora mismo, la mayoría de la gente que hace música carece de ese compromiso. Lo echo mucho de menos.
– Hace treinta años que compusieron 'Tranquilo, majete' y la cosa parece que ha ido a peor:ya no estamos en el sillón, sino practicando el activismo con el móvil en el sofá.
– Desde luego, hay unos cuantos temas como 'Escaparate nacional' o 'Haz turismo' que parece que hablan de la actualidad. Y no era la idea, al revés, hacer de altavoz de nuestras inquietudes, pero con intenciones de movilizar a la gente. Es increíble, yo creo que no hemos avanzado nada o incluso hemos ido hacia atrás, y es muy triste, la verdad.
– Sinceramente: ¿están hartos ya del '20 de abril'?
– Para nada. Personalmente, no. Creo que Jesús, tampoco, pero es verdad que Alberto lo pasa un poco mal tocando los temas de antes. Sin embargo, es una gozada interpretar canciones que todo el mundo canta. Con 'La senda del tiempo' y, por supuesto, con '20 de abril' la gente se emociona, los ves en primera fila. Que se metan en la vida y en las casas de la gente, que las hagan suyas, es lo más grandioso de hacer canciones. Y '20 de abril' tiene esa capacidad de meterse en la gente y aunque hable de una vivencia concreta, cada uno la lleva a su terreno. Evoca lugares, personas y tiempos...
– Quizás la clave es que cuenta una historia que se repite de generación en generación...
– Sí, habla de esa melancolía y de esos recuerdos de antes, de cosas que igual ya no vuelven, incluso de personas con las que pierdes contacto porque la vida te lleva por otros derroteros y cuando nos hacemos mayores, tenemos otras responsabilidades y dejamos atrás a muchos amigos, quizás, porque no tienes tiempo o los has perdido de vista. La clave de su éxito es que la gente se lleva la canción a su propia Cabaña del Turmo, que seguro que todo el mundo tiene una.
– En el grupo algunos ya no quedan y ustedes, ¿han cambiado?
– Quizás lo que yo más eche de menos sea ese grupo compacto con los ocho que empezamos en el instituto y en el barrio. Con el paso de los años, ya no estamos los ocho, pero sí tres más Eduardo, nuestro mánager, que también empezó con nosotros. Llevamos casi cuarenta años, estamos aquí, nos llevamos muy bien y tenemos muy buen rollo. Ese rock & roll no lo hemos perdido y cada vez que subimos a un escenario nos emocionamos y nos seguimos poniendo nerviosos y más ahora, que en los teatros te enfrentas a un lugar que no es nuestro hábitat natural.
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