Emoción en la piel
Crítica: Philippe Jaroussky ·
Ayer nos emocionamos ante unos expresivos intérpretes que tenían más que superada cualquier cuestión técnica, lo que les permitió disfrutarEs muy probable que la mayor parte del público que asistió ayer al Kursaal saliera maravillado con la voz de Jaroussky y especialmente con su ... capacidad de abordar con un increíble control las pirotecnias que compositores como Porpora y Haendel escribieron para los grandes castrati de la historia. Y lo cierto es que fue admirable en todos esos aspectos: emisión, dicción, afinación, proyección. Pero sin duda, lo que convirtió el encuentro de ayer en una velada inolvidable fueron otras cuestiones más relacionadas con la piel o con la expresividad que con la incomparable capacidad vocal del cantante francés. Porque ayer no sentimos sólo admiración hacia su dominio de las coloraturas o su control del aire en interminables frases, sino que nos emocionamos ante unos expresivos intérpretes que tenían más que superada cualquier cuestión técnica, lo que les permitió disfrutar. Jaroussky y la magnífica agrupación con la que compartió escenario fueron impecables y regalaron un detallado trabajo de articulación, dinámicas, balance y empaste, pero fue su generosa complicidad la que convirtió el encuentro en una vivencia emocionante.
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El perfecto diseño del programa combinó oberturas instrumentales y dos 'Concerti grossi' de Haendel –que permitieron a Le Concert de la Loge lucirse en solitario y a Jaroussky descansar – con recitativos y siete exigentes arias de ópera. Si las endiabladas coloraturas de arias como la de infinita tesitura 'Alontanata agnelia' permitieron aplaudir el control diafragmático del cantante, fue en las más calmadas como 'Scherza infida' en las que nos puso la piel de gallina.
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