Crónica de un éxito anunciado
En su novena edición, el Donostia Festibala bate su récord de público con 18.000 personas
En la rueda de prensa de hace unos días, el programador Sergio Cruzado adelantó que este fin de semana el Donostia Festibala batiría su propio ... récord con 18.000 personas. Tal afirmación no era un ejercicio de futurología o adivinación, sino que estaba basada en datos: antes de comenzar, el festival llevaba dispensadas 16.000 entradas, 2.000 más de las vendidas en 2018. Anoche, poco antes de finalizar la novena edición, la organización confirmó la cifra avanzada por su director, resultado de sumar los 8.500 asistentes del viernes y los 9.500 de ayer sábado.
Estas líneas, por tanto, constituyen la crónica de un éxito anunciado que consolida, todavía más, la apuesta del festival por las músicas urbanas. En tan sólo dos ediciones, dejar en segundo plano el indie y el pop-rock de onda más clásica ha provocado una enorme sangría en el número de espectadores de treinta y muchos y cuarenta y tantos años, pero al mismo tiempo, ello se ha traducido en una ganancia exponencial de jóvenes adolescentes que no pisaban Igeldo porque no había nada allí que les motivara.
Lo nuevo y lo viejo
Por segundo día consecutivo, el hip hop fue el estilo más practicado por los invitados a la cita, aunque en el tercer escenario gestionado por la sala Dabadaba también hubo espacio para las guitarras de diversa índole. La sala de Egia encarna como ninguna la tensión entre lo viejo y lo nuevo, pero lo mejor es que entre sus cuatro paredes conviven en armonía propuestas de un signo y otro.
Ello se puso de manifiesto ayer en la sucursal que montaron en el hipódromo, que fue inaugurada por Melenas. Las pamplonesas son habituales del Dabadaba y, de hecho, publican en su sello Elsa Records, por lo que su refrescante mezcla de pop, garaje y sonidos 'velvetianos' es conocida y admirada por estos lares. El citado contraste fue patente al llegar Antifan, combo madrileño que se autodefine como «un amasijo de guitarras, bajos y autotune, como si pasáramos por una licuadora a The Durruti Column, PIL, Ciudad Jartín o Séptimo Sello con las armonías más clásicas del rap». Casi nada. Apenas fue posible catar un par de temas, 'Arde conmigo' y 'Sola', pero sonaban deliciosamente bizarros y sugerentes.
Y es que su actuación, como otras tantas del festival (Ro, Espagueti, La Plata…) se solapó con la de Ayax y Prok, que en 2017 ya pasaron por el festival Donostikluba y ayer pusieron el hipódromo a tono en una tarde que tardó en arrancar más que la víspera. La juventud de los gemelos del Albaicín no ha sido obstáculo para figurar en el ranking de los más destacados artistas del hip hop español ni para reventar auditorios como el Wizink Center de Madrid. Podían haber sido programados perfectamente en el escenario grande porque la carpa se les quedó muy chiquita y se colapsó en un santiamén con los cientos de rezagados que, hasta ese momento, se habían hecho los remolones. El suyo fue un concierto pleno de rabia y violencia en lírica y actitud: uno de los dos -difícil distinguir quién- se partió el labio durante las carreras y empellones que acompañaron dardos como 'Desahucio', 'Ansiedad y recuerdos' o 'Cuaderno de bitacora', que arranca con unos versos de lo más elocuentes: «Yo sólo rapeo lo que veo». Como «perros rabiosos», según su propia descripción, vociferaron rimas como las de 'Dama de la guadaña', uno de los escasos momentos de 'calma', o 'Polizzia', cuya letra («De qué sirven los maderos si no es para hacer fuego…») les ha hecho visitar el juzgado, ese lugar en el que los raperos de hoy en día pasan casi más tiempo que en el escenario. Tras seguir disparando a discreción con 'Mi barrio huele a Widow' y 'Sakalakalahnikov', se despidieron en el tono menos agresivo y más festivo de 'Fresas con nata' y 'Reproches', levantada sobre una sabrosona base de salsa cubana.
Antes había pasado por la carpa El Negro, alias de Joanes Unamuno, otro artista que también ha rapeado en Donostikluba. Aquella vez, el de Intxaurrondo dejó en su barrio un estupendo sabor de boca y la impresión de estar ante uno de los secretos mejor guardados del underground urbano de la ciudad, y ayer volvió a tirar de líricas descarnadas y autobiográficas. Vestido con traje blanco y escoltado por otro MC y un DJ, El Negro desgranó para su fiel parroquia temas como 'Empufao', 'Traqueteo' o 'Cae la noche'. Si quieren echarle un vistazo, síganle en YouTube, su segunda casa.
De Tokio a Sevila
En lo referido al escenario principal, fue abierto por los donostiarras Nerabe, que llevan año y medio presentando su debut, 'Toki On' (2018). Sara Zozaya, que ayer vestía un kimono traído de Japón en alusión al título del disco, es la 'frontwoman' de este 'supergrupo' con músicos de proyectos como Adrenalized, Cohen o Reuben RG. Ya fuera por el partido de la Real o por el botellón montado en el exterior del hipódromo, no contaron con excesivo público, pero sirvieron una sabrosa ración de indie-rock en euskera, inglés y castellano -estrenaron un tema en esta lengua como primicia-, mezclando ritmos más o menos crudos y, en algunos casos, bailables.
Anochecía cuando el sevillano Beret tomó las riendas con su pop comercial que incorpora gotas de rap, reggae y flamenquito. En comparación con los salvajes Ayax y Prok, su música se antojó descafeinada y 'para-todos-los-públicos', muy similar a la que triunfa en ciertos programas de televisión. Con DJ, guitarrista y batería, repasó buena parte de su cancionero: 'Esencial', 'Pandora', 'Cóseme'… Tampoco faltaron su ya célebre 'Bara bara, bere bere' -en el ecuador y al final- ni 'Ojalá', 'Dime quién ama de verdad', 'Vuelve' o 'Lo siento', que convirtieron la sesión en un karaoke masivo con melodías de esquemas similares y bastante previsibles.
Al cierre de esta edición hacía su aparición Toteking, que también llenó la carpa con su rap de vieja escuela. Después sería el turno de Iseo & Dodosound, Gatibu, Bad Gyal y Maikel Delacalle, sin olvidar las pinchadas de los DJs del Dabadaba con Atraco Negrata, Brava y Atodamadre. Hoy será tiempo de hacer balances y pensar ya en el décimo aniversario del Donostia Festibala, anunciado para el 18 y 19 de septiembre de 2020.
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