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Un canto al mar lleno de imaginación
El espectáculo 'Itsasotik' conquistó en el teatro Victoria Eugenia por su cuidada puesta en escena y el gran trabajo realizado por todos los chavales
Si algo ha quedado claro este lunes en el estreno de 'Itsasotik' ha sido que no se necesitan muchos elementos ni una gran inversión económica para crear un espectáculo músico-teatral dirigido a los niños que pueda atrapales desde el primer minuto. Pero ha ido más allá. La jornada que la Quincena dedicada al público infantil ha contado con una puesta en escena llena de sensibilidad que ha dejado claro que con imaginación, gusto y trabajo es posible conseguir el objetivo de realizar un proyecto artístico basado en la cooperación sostenible y sacar a jóvenes integrantes de los coros todo el arte que llevan dentro.
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El Victoria Eugenia ha recibido a 650 personas, muchas de ellas niños, que se engancharon al ambiente marítimo nada más entrar al teatro. Varios actores recibían al público desde las escaleras de la entrada vestidos ya para la obra y con su sencillo atrezzo. Nada más acceder al interior, varios chavales 'nadaban' por un escenario montado con redes colgadas del techo y otros elementos recuperados, como una montaña de trozos de papel. A partir de ahí y con elementos tan básicos como esos, Mafalda Saloio construyó una escenografía mágica con la que fue fácil transportarse al lugar de la bistoria a la que el composior francés Roger Calmel puso música.
Fue especialmente sorprendente la capacidad de actuar de los jóvenes protagonistas, Lorea López (itsas neska), Urko Irigoien (izar konpontzailea) y Agate Pagola (txoria). Los tres se enfrentaron a una partitura nada fácil y en la que debían cuidar especialmente la dicción para que se entenderia la historia, a la vez que actuaban y en algunos casos, también bailaban –hasta claqué–. También brillaron en sus papeles los tres narradores Enara Lardizabal, Alain Sánchez y Ainhoa Tabuyo. Las intervenciones corales, con la unión de Easo Eskolania, Easo Gazte Abesbatza y la Coral Aila Laredo fueron brillantes y compactas y convencieron, también por el gran trabajo realizado en escena por los chavales. Mención aparte merece la labor del pianista y director musical de la obra David de Oliveira, que fue el único soporte musical a lo largo de toda la obra con su piano 'disfrazado' también con elementos reciclados.
La mayor parte de las sorpresas llegaron desde el punto de vista de la cuidadísima escenografía, con un pez gigante hecho también con material reciclado, el uso de pelotas y una muy cuidada iluminación. Pero también hubo alguna intervención inesperada en la 'banda sonora'. Si bien musicalmente la partitura tuvo reminiscencias impresionistas, se incorporó la famosa 'Sarandonga', que hizo las delicias del público.
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