La calidez pudo con el glamour
Quincena Musical: Orquesta Filarmónica de Luxemburgo y Yuja Wang ·
Vigor, riqueza, sensibilidad y complicidad. Estas fueron algunas de las cualidades del estreno de la 82 Quincena ayer en el Kursaal. Los protagonistas, la pianista ... china Yuja Wang, la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo y su titular Gustavo Gimeno, llevaron al auditorio un concierto variado y de diferentes estéticas en el que todos, incluido el público, pusieron lo mejor de sí mismos para convertirlo en un especial reencuentro con el carácter internacional del festival que tanto se echaba de menos. Quizá por eso el aplauso de recibimiento fue especialmente cálido y el de después de cada pieza, una verdadera ovación.
El 'Concierto rumano' de Ligeti, obra poco escuchada pero con suficientes alicientes como para conectar desde una primera audición, abrió la velada desvelando a una orquesta de hermoso color, amplia gama dinámica y buenos solistas. De hecho, la Filarmónica de Luxemburgo se mostró muy cómoda en el 'Molto vivace', movimiento que exige de un mayor trabajo camerístico que los anteriores. Cada instrumentista se volcó en la música, tanto en estos pasajes como en los tutti, dentro de una lectura sensible a la vez que vigorosa, en la que Gimeno supo administrar perfectamente la tímbrica y en la que pudimos advertir con claridad todos los elementos folclóricos de la obra. Fue, por todo ello, una interpretación ágil, enérgica y expresiva.
Si Yuja Wang ha llegado a tener tanta fama y a ser toda una 'influencer' a nivel mundial no ha sido solo por su capacidad de llevar con más que dignidad tacones kilométricos en el escenario y usarlos con maestría en el pedal, sino también por su prodigiosa técnica, algo más que necesario cuando se habla de Liszt. Pero ayer volvió a dejar claro que ella es una verdadera estrella. Se hizo esperar unos minutos antes de salir al escenario, también antes de saludar por segunda vez y, por supuesto, se hizo de rogar para ofrecer una propina.
Volviendo a la música y dejando aparte cuestiones de marketing, no se pueden obviar las cualidades de la pianista china: Wang es impecable, rápida, brillante y tiene personalidad, con lo que el primer concierto del compositor húngaro encontró en ella a una sólida y convincente intérprete. Pocas pegas podrían sacarse de su lectura de Liszt, salvo un sonido estridente en la zona aguda –quizá fruto del estado del piano más que de su contundente ataque- y una limitada gama dinámica. Será interesante escucharla hoy en Mozart. La orquesta, por su parte, se acopló con naturalidad a su discurso bajo la dirección de un Gimeno muy atento a la solista y perfectamente consciente de su papel concertador en esta obra.
Bastó escuchar los primeros compases de la 'Octava' de Dvorak para dejarse atrapar por el sonido compacto, empastado y de hermosísimo color de la Filarmónica de Luxemburgo. El primer cambio de tempo, tras la solemne y lenta introducción que abre esta sinfonía desveló ya la naturalidad con la que se iba a desenvolver su interpretación.
Los marcados silencios del 'Adagio', en un tempo calmado pero sin pausas forzadas, el fraseo de cada motivo o los delicados matices de la madera, unidos a los 'pianissimos' de la cuerda regalaron toda una lección de expresividad. Gimeno sacó verdadero jugo a este movimiento para llegar a un 'Allegretto grazioso' de convincente rítmica. Con el 'Allegro ma non troppo' final, un movimiento que se inicia con contundentes toques de trompeta tras los que se presenta un tema con variaciones sobre motivos folcóricos, culminaron una ejecución llena de preciosos detalles que coronó un magnífico concierto.
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