25 años difundiendo el legado del gregoriano
La Capilla Gregorianista del Coro Easo, cuyos integrantes proceden casi en su totalidad de la formación original, se mantiene fiel al canto gregoriano más genuino
En enero de 1995, la grabación discográfica del 'Te Deum' del compositor astigartarra Norberto Almandoz (1893-1970), impulsada por el Ayuntamiento de su localidad natal, ... planteó un problema práctico: dado que la composición constaba de partes polifónicas y partes gregorianas, era imprescindible el concurso de una formación que pudiera interpretar esas últimas.
Santos Sarasola, que para entonces ya estaba vinculado al Coro Easo -al que, dicho sea de paso, también había llegado para resolver otra cuestión práctica relacionada con la Escolanía, siendo director de Santo Tomas Lizeoa - encontró una solución relativamente sencilla para dar una respuesta satisfactoria a la petición. «Me puse en contacto con una docena de antiguos compañeros del Seminario Diocesano, y también se nos unieron algunos compañeros que habían estado en órdenes religiosas, y creamos el grupo», recuerda.
Para entonces estaban todos secularizados, pero durante sus años de formación -en el caso de la mayoría, las décadas de los 50 y 60 del pasado siglo- la importancia del canto gregoriano como elemento fundamental de una liturgia en la que las 'lenguas vernáculas' apenas comenzaban a abrirse paso era tal que no les costó demasiado enfundarse el hábito blanco que todavía hoy visten y restablecer sus relaciones con el 'canto llano'. Se da la circunstancia, además, de que poco antes, en 1994, los monjes de Silos habían protagonizado un auténtico boom discográfico que llevó al canto gregoriano a lugares a los que nunca había accedido.
«En el canto gregoriano lo más importante es entender profundamente el texto y comunicarlo»
Demetrio Esnaola, Director de la Capilla Gregorianista
«Tenemos asumido que esta forma de interpretar y entender el gregoriano finalizará con nosotros»
santos Sarasola, Vicepresidente del Coro Easo e integrante de la Capilla
Aunque la razón que motivó la reunión de aquella veintena inicial de voces fue la grabación del disco, que tuvo lugar en la basílica de Santa María, Sarasola remarca que «no nos reunimos solo para aquel proyecto, sino que nacimos con voluntad de continuidad». Lo recuerda con motivo del 25 aniversario de Capilla Gregorianista, integrada en el amplio y variado universo sonoro del Coro Easo, que Sarasola presidió durante unos años y del que en la actualidad es vicepresidente.
No celebrarán el aniversario con grandes fastos, aunque habrá a lo largo del año «alguna celebración especial como Coro Easo». También tienen previsto «realizar una pequeña gira por monasterios» que tiene cierto aire de regalo de cumpleaños que se hará a sí mismo este grupo de amigos, esta pequeña comunidad que tiene dos lenguas 'oficiales': el euskera como lengua de relación y el latín como base ineludible de su canto.
De Lazkao a San Sebastián
Hace un cuarto de siglo, para empezar a caminar como grupo se pusieron en manos de aita Xabier Irastorza, un monje del monasterio benedictino de Lazkao que dedicó toda su vida a la música y que acompañó a la Capilla prácticamente hasta su fallecimiento, hace una década.
Durante aquella primera etapa, el epicentro de la formación era Lazkao. Hasta allí se desplazaban a ensayar los viernes por la tarde -«todos teníamos trabajos que exigían bastante dedicación»- desde distintos puntos de Gipuzkoa, y también de alguna localidad navarra.
Cuando falleció aita Xabier, tomó las riendas el lazkaotarra Demetrio Esnaola, el director actual, que además de guiar al grupo ha realizado una importante labor de investigación que les ha impulsado a seguir evolucionando.
Pero no solo cambió el director. Los ensayos se trasladaron de Lazkao a San Sebastián, «y como ya empezábamos a estar mayores y andar conduciendo de noche era cada vez más complicado», los miembros procedentes de las localidades más alejadas de la capital guipuzcoana lo fueron dejando. El número de integrantes se fue reduciendo, y el fallecimiento de cinco integrantes también ha contribuido a la merma de voces, que en la actualidad son la mitad de las iniciales.
Pero, aunque la edad media de los miembros de la Capilla Gregorianista sea de 74 años, no andan escasos de vigor, ganas y entusiasmo. La prueba de que están muy vivos y con ganas de seguir difundiendo el legado del canto gregoriano es que en 2019 han actuado, en distintos formatos, en 17 escenarios, y que tienen muchos planes para 2020.
Incluso han tenido alguna nueva incorporación en los últimos años, aunque su objetivo no es crecer, sino mantener vivo, mientras sea posible, el canto gregoriano más genuino, el que surgió en los monasterios medievales para 'orar cantando'. No entra en sus planes, por lo tanto, ir fichando voces que puedan acoplarse a las peculiaridades de una de las modalidades de canto más antiguas, pero sus puertas están abiertas a las personas que en su día tuvieron formación en este tipo de canto -el euskera es otro requisito para poder mantener la dinámica de relación del grupo- y quieran retormarlo.
Un final asumido
Tanto Sarasola como Esnaola tienen muy claro qué es canto gregoriano y qué no lo es. Esnaola, que ha estado relacionado con la música toda la vida, salvo los ocho años que estuvo de misionero en África, afirma que el canto gregoriano, para serlo, tiene que partir «del entendimiento profundo del texto y de su sentido, de su función, así como del ritmo y de la capacidad de comunicar lo que se está cantando». Que es, en definitiva, una oración.
Y, condición ineludible, el latín, la lengua litúrgica tradicional de la Iglesia católica romana de la que no se puede disociar el canto gregoriano. No obstante, a medida que va enmudeciendo en comunidades monásticas cada vez más reducidas, el canto gregoriano se va adaptando a otros formatos. La Capilla Gregorianista, por ejemplo, además de interpretar la liturgia, actúa a menudo en formato de concierto, así como en formatos intermedios que aúnan liturgia y concierto, o en fórmulas más novedosas como las que vinculan órgano y gregoriano.
Son conscientes de que el gregoriano, como ellos lo interpretan y lo viven, tiene fecha de caducidad. Sin ninguna prisa por que llegue, porque no les faltan energías e ilusión para mantener vivo el proyecto, tienen asumido su final. Sin embargo, comprueban en cada actuación que el canto gregoriano sigue teniendo una gran acogida por parte del público.
«Se han producido innovaciones, como las introducidas en la abadía de Solesmes, en Francia, la meca del gregoriano, que visitamos cuando nos constituimos y en la que hemos actuado, pero el gregoriano es lo que es», afirma Sarasola. Otra cosa es, matiza, «cantar al estilo gregoriano».
Ese no es su camino pero puede ser, en cambio, la opción de quienes tienen en sus manos el futuro y la pervivencia del canto gregoriano. Un futuro probablemente alejado de las claves que lo alumbraron y del contexto religioso en el que se ha mantenido durante siglos. Y ese futuro pasara, a juzgar por lo que ya está ocurriendo, por «los profesionales que, tal como ocurre con la música renacentista, mantendrán vivo, más que el canto gregoriano, su recuerdo».
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