«La actitud de comprar una entrada para escuchar música sinfónica es un acto revolucionario»
El responsable técnico de la orquesta repasa la nueva temporada, que comienza este viernes, y que recobra la normalidad tras la pandemia
Es la primera vez en los últimos tres años que Euskadiko Orkestra puede planificar una temporada con normalidad. Lejos ya de las mamparas de metacrilato, de las mascarillas y de las restricciones de aforo, la 2022-2023 recupera programas de peso en las cuatro capitales, con invitados internacionales y ritmos de venta que se aclimatan a los nuevos tiempos. Su director general Oriol Roch (Barcelona, 1964) repasa los obstáculos pasados, los retos del presente y del futuro.
– Se cumplen ocho años de su llegada a la orquesta, los mismos que estuvo su predecesor Iñigo Alberdi. ¿Con qué se encontró en aquel 2014?
– Me encontré con un fondo y una esencia que siguen siendo las mismas hoy. Una orquesta con un arraigo y una voluntad de servir a un país, que hace las cosas con un afán de calidad constante por la responsabilidad que supone ser uno de los elementos culturales vivos de Euskadi. Desde fuera veía a la orquesta con envidia, por esa machada que supone trasladarse de una capital vasca a otra como quien se traslada en metro.
– Lo primero que hizo al llegar fue estudiar euskera. Su idea era hacer recorrido.
– Cada día estudio euskera porque es la lengua de este país y tengo la obligación de hacer el esfuerzo de hablarla o, cuanto menos, intentar entenderla. De hecho, ¡el primer libro de euskera lo compré estando aún en Galicia! Luego ya compré los volúmenes de Elkar y estudié dos cursos en AEK. Me gusta mucho el tema de los idiomas y el euskera es apasionante.
«Cada día estudio euskera porque es la lengua de este país y tengo la obligación de hacer el esfuerzo de hablarla o, cuanto menos, de intentar entenderla»
– Ya entonces hablaba de «proyección internacional». ¿Ha sido esa siempre su inquietud?
– La proyección internacional no es un objetivo en sí mismo, es una consecuencia de lo que haces. Mi intención es trabajar desde la base de la misión y la visión que tenemos que tener como orquesta: trabajo en equipo, búsqueda de la excelencia, calidad y mirar al país que te da razón de ser. Con estos mimbres podemos hacer de la orquesta un embajador cultural que facilite relaciones internacionales que se traducen, por ejemplo, en la gira que haremos ahora por Polonia. Pero, repito, el camino internacional es consecuencia del trabajo realizado.
– Como gestor económico, ¿en algún momento se ha encontrado con dificultades para la viabilidad de su proyecto?
– Por supuesto ha habido, hay y habrá momentos complicados para la gestión del presupuesto corriente. Para 2023 realizamos una aproximación sobre lo que supones que vas a poder tener y a la actividad que vas a poder realizar. Pero siempre hay muchas incógnitas, de ahí el origen de la palabra 'presupuesto'. Hasta ahora, el gobierno que apadrina, respalda, protege y que es propietario de la orquesta, y que nunca la ha puesto en cuestión, ha sido el garante en los momentos de conflicto. Saber que el trabajo de la orquesta empieza desde el gobierno es muy importante.
– Vayamos con la nueva temporada. ¿Cuál es su programa favorito de la 2022-2023?
– Pensaba que iba a evitar esa pregunta (ríe), porque no me la sé. Solo diré que mi programa favorito de la pasada fue la 'Sinfonía nº1' de Dutilleux, tenía muchísimas ganas de escucharla y me pareció espectacular. En esta temporada tengo el corazón dividido entre varios programas, pero recomiendo que no se pierdan 'Doctor Atomic Symphony' de Adams, que haremos con Roderick Cox. Y por supuesto las sinfonías de Shostakovich, con Robert. Pero el centro de la diana es una sinfonía que llevaba mucho tiempo en el congelador, por lo menos desde que llegué, que es la 'Quinta' de Mahler. Creo que va a ser un hito.
– Sin duda esta temporada parecen coger aire, tras duplicar programas y realizar más de 90 conciertos al año durante la pandemia.
– La verdad es que sí. Pusimos una fecha en que creíamos que se iba a acabar la pandemia y por suerte acertamos, porque la planificación hay que hacerla con mucho tiempo. Si no, no sé qué hubiéramos hecho.
– 'De la tragedia a la superación', ¿vuelven a la hoja de ruta?
– De alguna manera con ese título lo que queríamos era evidenciar la reflexión de que la vida es muy dura y que tenemos que hablar de la realidad. Por eso este año hemos optado por ilustrar los programas con fotografías que te muevan por dentro. Así como los compositores que hemos traído han tenido vidas muy complicadas, también las superaron: mientras escribía su octava sinfonía, Shostakovich estaba muy jodido bajo la bota de Stalin en el contexto de la guerra mundial. Pero también Mahler o Tchaikovsky, como tantos y tantos...
– Para programar una temporada 'ganadora', ¿pesan más los solistas, los directores invitados, los estrenos o grandes éxitos como 'Carmina Burana'?
– Creo que es una combinación de todo ello y no es una respuesta trampa. Hay personas que van a escuchar por primera vez la 'Quinta' de Beethoven o el 'Carmina Burana', obras que cualquiera conoce y puede cantar en la ducha. Y es que forma parte de nuestra obligación facilitar la entrada a la experiencia sinfónica a través de un camino suave, no lleno de piedras. Pero tampoco podemos negar nuevos descubrimientos y piezas menos escuchadas, como las sinfonías de Adams y de Shostakovich, a esas personas que ya no escuchan igual las obras más conocidas.
«Es nuestra obligación facilitar la entrada a la experiencia sinfónica, pero no podemos negar nuevos descubrimientos y piezas menos escuchadas»
– Medirse en un equilibrio entre la masa crítica más veterana y los jóvenes.
– No estoy hablando de los jóvenes, no pongo el eje ahí. Creo que depende más de la personalidad de cada uno, independientemente de que tenga 20, 40 o 65 años. Esa actitud de comprar una entrada para ver a la orquesta, sobre todo después de la pandemia y la diferente forma en que vemos el mundo, es un acto revolucionario. Es una reafirmación: 'si voy a escuchar música sinfónica estoy saliendo de lo que hace la inmensa mayoría'. La experiencia que uno tiene al escuchar un concierto en directo no es equiparable todavía, y por suerte, a lo que uno oye en casa. Por eso el eje de la edad no es un parámetro que me plantee.
– Es decir, que es una cuestión de actitud.
– Posiblemente, la gente más mayor ha realizado un camino de vida con ciertas experiencias sonoras y ahora se plantea cuántas cosas se ha podido perder. ¿Cuántas veces no he sabido escuchar adecuadamente? Cuando somos un poco más mayores aprendemos a escuchar.
– El elogio de la paciencia. ¿Igual debemos darle más tiempo al aburrimiento?
– O simplemente descubrirnos, porque en la medida en que aprendemos a reconocer una música, aprendemos a destriparla y a escuchar de manera distinta. Por ejemplo, cuando estamos frente a una orquesta sinfónica, nuestra mirada conduce nuestro oído. No es lo mismo escuchar un concierto mirando a los contrabajos que mirando a las flautas y, cuando descubres eso, la experiencia cambia. Cuando dicen 'es que yo voy a un concierto para relajarme', se equivocan. La música sinfónica no pretende relajar a nadie, al contrario, queremos provocar que una persona se interpele a sí mismo.
– Todo ello, ¿se traduce en las cifra de abonados?
– Desde la bajada en la 20-21 y la 21-22, en los últimos dos meses hemos hecho 466 abonados nuevos. Esto supone una recuperación de un 15% desde el punto bajo, cuando habíamos perdido alrededor de un 12%. Nuestra reflexión es que, de alguna manera, el mundo ya antes de la pandemia estaba tendiendo a la inmediatez y a tomar las decisiones en el último momento, independientemente de si se trata de la compra de un coche, de una casa o de una entrada. La evolución ya marcaba que se iban a acortar esos plazos y la pandemia ha acelerado ese proceso.
LA TEMPORADA
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Directores invitados Roberto Forés, Pablo González, Dinis Sousa, Roderick Cox, Christoph-Mathias Müller y Karel Mark Chichon.
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Solistas Alexei Volodin (piano), Jone Martínez (soprano), Carlos Mena (tenor), Javier Franco (barítono), Alena Baeva (violín), Alexandre Tharaud (piano), Frank P. Zimmermann (violín), Anne Gastinel (cello), Yulianna Avdeeva (piano).
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Estrenos 'Mamu kantak (Ghost Songs)', de G. Carpenter; 'Lorratz', de Z. F. Gerenabarrena; 'Mare Marginis', R. Lazkano.
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Grandes obras Sinfonías 'nº 8' y 'nº 15', de Shostakovich; 'Sinfonía nº 4' de Tchaikovsky; 'Carmina Burana', de C. Orff; 'Sinfonía nº 5', de Beethoven, 'Sinfonía nº 5', de G. Mahler.
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10 programas componen la temporada 2022-2023 que comienza el 23 de septiembre en Vitoria y se cierra el 9 de junio en Donostia.
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466 abonados nuevos en los últimos dos meses. Supone una recuperación de un 15% con respecto a la caída del 12% de los años de pandemia.
– No les ha cogido por sorpresa.
– Los agentes culturales estábamos atentos y preparados a que el consumidor dejara de ser abonado y comprara entradas sueltas y, quien compraba entradas sueltas, pasara a decidirlo en el último momento. En cualquier caso, hemos detectado que hay gente que sigue queriendo mantener ese vínculo con 'su' orquesta, la que le define su tierra.
– Hace dos años que se renombraron como Euskadiko Orkestra, ¿cómo ha respondido ese cambio a su estrategia de 'branding'?
– Ha sido más que positivo y se ha demostrado que tendríamos que haberlo hecho mucho antes. Había mil denominaciones: Euskadiko Orkestra Sinfonikoa, la OSE, la EOS, la EO... y en una misma entrevista aparecía con tres nombres diferentes. En todas las empresas ocurre que hay que focalizarse en una denominación común que no despiste. Nosotros somos Euskadiko Orkestra aquí, en Valladolid y en Buenos Aires, pero también es cierto que el nombre de Basque National Orchestra, que se ha utilizado desde el principio, debía mantenerse como marca en el exterior. Este ejercicio de 'branding' lo precipitaron los motores de búsqueda en Internet porque, hoy en día, si te buscan con nombres distintos no te encuentran y te diluyes.
«Cuando dicen 'voy a un concierto para relajarme', se equivocan. La música no pretende relajar a nadie, al contrario, queremos provocar»
– En su primera entrevista como director aseguraba que «los proyectos en una orquesta deben pensarse a 8 o 10 años». ¿Se ve rompiendo esa hipótesis?
– ¡Menos mal que dije 10 años y aún no han llegado! Sí, lo dije porque hay muchas cosas no se consolidan de forma inmediata: la estabilidad de la plantilla, la estructura para la proyección y la mentalidad del trabajo en equipo. Todo ello necesita tiempo y, aunque ya hay muchas cosas que se han conseguido, todavía estamos en el camino que vamos a acabar de hacer. Espero que sigan contando con mi trabajo y, por ahora, aquí estamos.