AC/DC brinda cañonazos y decibelios en La Cartuja

La principal virtud de los AC/DC es que siguen siendo los mismos. Son los AC/DC, no hay más añadidos ni aditivos. Los ingredientes del espectáculo siguen siendo idénticos: toneladas de decibelios, llamaradas, solos histriónicos de Angus, el hinchable de Rosie, la campana del infierno (Hells Bells) y los cañones que ponen el colofón con las salvas del 'For those about to rock (We salute you)'. Para los puristas, Angus Young (Glasgow, Escocia, 69 años) es el único superviviente de la formación original. Los más permeables le suman a Brian Johnson (Newcastle, Inglaterra, 76 años), en la banda desde 1980, fecha en la que falleció su 'frontman' original, Bon Scott. En un grupo de tan dilatada trayectoria ha habido deserciones, ausencias y fallecimientos. El más triste fue el de Malcolm Young, principal germen de la banda junto con su hermano Angus. Se le diagnosticó demencia y murió en noviembre de 2017. Su lugar con la guitarra rítmica pasó a otro del clan, Stevie Young (Glasgow, Escocia, 67 años), sobrino de los fundadores de la formación que se creó en Sidney.

Si bien Mark Evans fue el bajista original, la mayor parte del tiempo ha sido Cliff Williams (Romford, Inglaterra, 74 años), quien ha estado enrolado en los AC/DC pero su último servicio a la causa fue en el festival Power Trip en Indio, California, en octubre pasado. «Necesito parar y pasar más tiempo con la familia», indicó. Su lugar, y lo que verán los más de 60.000 fans que se darán cita en La Cartuja será para Chris Chaney (Santa Monica, Estados Unidos, 53 años), que debuta en esta gira Power Up. El quinto integrante de la banda es el baterista Matt Laug (Carolina del Sur, Estados Unidos, 56 años), reclutado para esta gira después de que Phil Rudd (Melbourne, 70 años) –quien más tiempo ha estado agarrando las baquetas en la banda australiana– decidiera no acompañar al grupo en este tour.

Así las cosas, muchos creen desvirtuada la formación original pero en los conciertos que han abierto esta gira en el Veltins-Arena de Gelsernkinchen (Alemania) y el del sábado pasado en Reggio-Emilia (Italia) el sonido ha sido el habitual. Esos ritmos frenéticos, la voz característica de Brian Johnson y el resto de componentes sonando como un metrónomo. Sin fallar una nota, haciendo lo de siempre. Incendiar a los miles de fans ávidos de ese ritmo rock frenético.

Se esperan más de 35 grados en la capital andaluza, aunque cuando Angus y compañía inicien los acordes, seguro que el sol se está poniendo en la ribera del Guadalquivir. Antes, los estadounidenses 'The Pretty Reckless' calentarán el ambiente de las miles de gargantas sedientas del mejor hard rock que se puede escuchar en el planeta.

Hay alguna incógnita con el setlist de canciones puesto que en sus dos primeras actuaciones en Gelsenkirchen, AC/DC tocó 24 temas y en su última acutuación en Italia, la lista se redujo a 21. Faltaron tres canciones, dos de ellas que no suelen ser parte habitual de sus shows –'Givin The Dog a Bone', 'Dog Eat Dog'–, pero sorprendió que no entonaran el 'Hell Ain't a Bad Place to Be', uno de sus himnos del disco 'Let there be Rock' y que suele empezar con un solo y Angus Young dirigiéndose al público con sus dedos índices en las sienes a modo de Diablo.

Veremos cuál es el menú de los australianos aunque los cañonazos clásicos tienen su lugar asegurado con 'Thunderstruck', 'Highway to Hell', 'Back in Black', 'Hells Bells' o 'You shook me all night long'. Himnos nacidos en los setenta, dados a conocer en los ochenta, venerados en los noventa y que forman parte del culto rockandrollero en este siglo. Asistir a un concierto de AC/DC es entrar en una dimensión única, con su gigante merchadising por todos los lados y con una amalgama de espectadores especial. Veteranos con muchas horas de vuelo, familias con padres e hijos, cuadrillas de fans, curiosos de nuevo cuño y los más pequeños que han escuchado a sus progenitores cantar una y otra vez esos temas tan conocidos.

Para el primer show, el papel se agotó en apenas dos horas, pero los responsables tenían un as en la manga y poco tiempo después anunciaron una nueva fecha, el sábado 1 de junio en el mismo lugar. La banda nacida en las Antípodas ha elegido Sevilla como único lugar en la península para la que muchos creen que será la última gira del grupo. Los 76 años de Brian Johnson infunden respeto aunque se le ha visto en plena forma y los 69 de Angus dan que pensar, pero en solo dos acordes, y si no fuera por su pelo canoso, parece que vemos a un guitarrista de poco más de treinta.

La capital andaluza se vuelca con transporte especial a La Cartuja y un Dive Bar al lado de la Torre del Oro, sitio seguro de peregrinaje para los más acérrimos fans donde todo el montaje es para la banda de la corriente alter y corriente continua.

'Demon Fire' y 'Shot In The Dark' son los temas que entonan del nuevo álbum pero el menú es rico. 'TNT', 'Shoot To Thrill', 'Dirty Deeds Done Dirt Cheap', 'Let there be Rock' –con el mítico solo de Angus– deleitarán al personal, ávido de ver a sus ídolos y que acabará con agujetas de elevar sus manos con cuernos al cielo sevillano.