El mural, en el entorno en el que ha estado ubicado. TEFAF

Un mural de Chillida de 1985, una 'rareza' en el mercado del arte

Procede de una colección particular, y la galería catalana Mayoral lo llevará a TEFAF Maastricht, la feria de arte y antigüedades más prestigiosa del mundo, que tendrá lugar en marzo

Nerea Azurmendi

San Sebastián

Jueves, 27 de febrero 2020, 14:17

No es fácil situarse en la lista de las diez piezas más curiosas de una feria tan gigantesca como TEFAF, que, salvo sorpresas relacionadas con la expansión del coronavirus -una contingencia acerca de la cual ya han advertido los organizadores- tendrá lugar entre los días 7 y 15 de marzo en la ciudad holandesa de Maastricht. En su 33 aniversario, TEFAF Maastricht acogerá a 280 galeristas de una veintena de países, 25 de los cuales participan por primera vez en la que se considera la feria de arte y antigüedades más prestigiosa del mundo.

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Entre todas las secciones que integran TEFAF -antiguedades, alta joyería, pintura, arte moderno, arte tribal, trabajos en papel...- se exhibirán más de 30.000 piezas desde la antigüedad hasta nuestros días, y entre las diez 'curiosidades' que han seleccionado los organizadores se encuentra, por su rareza, un mural de Eduardo Chillida que, como puede verse en la imagen facilitada por TEFAF, ha permanecido al aire libre, integrado en un muro, reflejándose su imagen en la superficie de agua anexa.

Se trata concretamente del mural G-103, que el artista donostiarra creó en 1985. Se exhibió en sendas exposiciones dedicadas a Chillida en la Galerie Maeght Lelong de Zurich en 1985; en la Fundación Miró de Barcelona en 1986 y en la Galerie Kaj Forsblom de Helsinki en 1989. Y después, durante tres décadas, no ha vuelto a exhibirse en público.

Una «oportunidad única»

En ese largo período, la pieza, que pertenece a una colección particular, nunca ha salido a la venta. Los organizadores de la feria azuzan el interés de los coleccionistas destacando la rareza del mural. «Es un trabajo excepcionalmente raro -puede leerse en la ficha que describe la pieza-, ya que no se sabe cuántos murales realizó Chillida pero ciertamente fueron muy pocos, y en la actualidad no hay a la venta en el mercado más ejemplos de murales del artista. Además, este trabajo llega al mercado por primera vez en 30 años, y es una oportunidad única para los coleccionistas».

El mural, cuadrado, de algo más de tres metros de lado, está formado por 64 piezas en damero. Realizado con material cerámico -con chamota, que es una mezcla de tierra y de tierra cocina y pulverizada- y pintado con pintura de óxido de cobre, y se exhibirá en el stand de la galería catalana Mayoral, una de las siete casas españolas que tendrán presencia este año en la cita de Maastricht.

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Ciertamente, un artista con tanta obra como Eduardo Chillida no recurrió con demasiada frecuencia a plasmar su talento en las paredes, aunque cuando lo hizo lo hizo a lo grande, como en el caso de su mural más icónico, el que realizó para una de las paredes Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba). Él mismo contó, o se cuenta que contó, que en una visita que realizó al museo cuando ya llevaba tres años inaugurado le desagradó el aspecto de una pared medianera situada en uno de los laterales, relativamente apartado del cuerpo central del edificio diseñado por el arquitecto estadounidense Richard Meier, porque no se integraba bien en el barrio del Raval.

El mural Barcelona, colocado en una pared lateral del Macba, el más grande y conocido de Chillida.

Por esa razón, en lugar de la escultura que le habían pedido para el exterior del museo, propuso realizar un gran mural cerámico, el mural Barcelona, o G-333, de 15,55 metros de largo y casi 6 de alto, que se inauguró en 1998 y que, como puede observarse a primera vista, guarda semejanzas con el que se mostrará en TEFAF y con algún otro que ha estado en el mercado en algún momento.

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En este caso, se utilizaron 416 placas de hormigón refractario cocido en horno, que se pintaron a mano con óxido de cobre y se volvieron a cocer. La pieza se realizó en un taller con el que Eduardo Chillida colaboraba desde 1977, el del ceramista Hans Spinner en la localidad francesa de Grasse, donde se gestaron sus 'Lurrak'. Numerosas fotos, algunas realizadas por el propio Spinner, como la que muestra al matrimonio Chillida-Belzunce en 1985 con una 'lurra' -año en que se elaboró el mural G-103-, muestran lo estrecha que fue aquella relación.

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