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Llega con dos obsesiones: descansar y disfrutar de la ciudad con el mayor anonimato posible. Y también, claro, ofrecer dos brillantes conciertos en su doble cita de Anoeta los días 21 y 24 de junio. Bruce Springsteen vuelve a Donostia, la ciudad que tanto ha visitado hasta el punto de que se planteó en serio comprar una casa aquí. «Bruce estuvo a punto de adquirir una casa junto al monte Igeldo, pero los propietarios dijeron finalmente que no a la operación», contó su seguidor Manel Fuentes a este periódico.
Ya falta menos: Donostia se prepara para otra 'semana grande' del rock. Cuentan quienes saben que el músico aprovechará para descansar en la ciudad dentro de una gira que retomó intensa en Manchester, con su crítico mensaje contra Trump que provocó la ira del presidente norteamericano, aunque luego el 'tour' ha girado también hacia las noches sentimentales de rock, en línea con las actuaciones que tuvimos la suerte de ver el año pasado en el Metropolitano madrileño, emocionantes noches que demostraron que el artista está en plena forma en sus himnos rockeros y emotivo en el recuerdo a los amigos desaparecidos.
Hoy mismo Springsteen toca en Marsella, luego siguen Liverpool, Berlín, Praga y Frankfurt, donde actúa el 18 de junio, tres días antes que en San Sebastián. Desde la ciudad alemana vendrá a Donostia y aquí estará tiempo porque su siguiente cita no es hasta el día 27 en la ciudad alemana de Gelsenkirchen.
El entorno de El-Boss-al-que-no-gusta-que-llamen-El-Boss quiere que esos días donostiarras transcurran en paz. Solo ha trascendido su curiosidad por conocer la torre del Buen Pastor. Quizás esta vez no haya fotos de sus baños en la playa, pero lo que sí se sabe es que su amplia 'troupe' de músicos y acompañantes sí quiere aprovechar la estancia donostiarra. El batería Max Weinberg ya ha agotado la taquilla para el concierto que ofrecerá en el Victoria Eugenia el 22 de junio con su 'jukebox' de éxitos de los 60, 70 y 80. Y el bajista de la E Street Band, Garry Tallent, estará el día siguientes en la librería Zubieta con su novia, la fotógrafa Nicki Germaine, firmando ejemplares del libro con las imágenes tomadas en los míticos conciertos de 1974 de Springsteen en New Jersey. Y aún habrá más sorpresas.
Pero no solo los músicos tomarán Donostia esos días. Muchos de los seguidores llegados de fuera han comprado entrada para los dos conciertos donostiarras, así que se asentarán también en San Sebastián, donde las plazas hoteleras dispararon sus precios en el momento mismo en que se anunciaron los conciertos, los únicos de la gira en España. Es lo importante: que las citas en Anoeta sean tan redondas como se espera. Y lo que está ocurriendo en los conciertos de estos días permite pensar que así será.
(En los chats de los seguidores guipuzcoanos de Springsteen, por cierto, circulan estos días propuestas para recibir al músico en Anoeta con algún 'tifo', gesto o mosaico similar al que se realizó en Barcelona el año pasado).
Anoeta empezará a acondicionarse pronto en escenario musical porque el 14 de junio recibe ya su primer concierto del verano, con Fermin Muguruza. Mientras tanto, disfrutemos hoy de la última jornada de Miramar Gauak, el aún nuevo festival donostiarra que mira con un ojo al cielo, por aquello del tiempo, y con el otro al horizonte de la bahía.
Como en las series, habría que decir: «en el capítulo anterior...». El sábado pasado escribí desde Astorga, en mi ración anual del Camino de Santiago, que esta vez he vivido desde León hasta O Cebreiro, donde empieza Galicia. Llegué a O Cebreiro en la 'etapa reina' del Camino Francés, con una dureza comparable a la que va de Donibane Garazi hasta Roncesvalles, y también preciosa. Como me dijo un vecino de Ponferrada, «hay quien hace el Camino y hay quien disfruta del Camino, y veo usted es de los segundos». Es lo que intento. Además, mientras caminaba recibía asesorías que me llegaban al móvil. Juan Carlos Etxeberria, el hombre del Teleberri, me recomendó que parara a comer pulpo en la taberna Compostelana de Cacabelos. Lo hice: qué bueno.
Volví a casa con parada, ya automovilística, en Burgos capital. La catedral y su morcilla siguen siendo monumentales, pero me sedujo esta vez una escultura de bronce en plena calle: el lector de periódicos. Es una obra del escultor Javier Soto que rinde homenaje a quienes cultivamos el placer diario del papel. Yo me siento ese lector, y usted, probablemente, también. Vivan los periódicos.
mezquiaga@diariovasco.com
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