Donostia para los donostiarras y 35 años portátiles
Insausti no quiere ser solo 'el hijo de Goia': llega con aire kennedyano, o así, al menos en las formas. Casi a la vez que él nació esta Agenda: estamos de cumpleaños / Springsteen y 'Los domingos'
Hace justo 35 años, un 3 de noviembre de 1990, nacía esta Agenda Portátil. Da vergüenza hasta escribirlo: ¡yo tenía 27 años! Hoy trabajo rodeado ... de compañeros que ni siquiera habían nacido cuando comenzó esta sección. Releo aquella primera página. Hablaba del entonces alcalde Xabier Albistur, que esa semana nos había invitado a mi compañera Ana Vozmediano y a mí a comer una lubina al horno y explicarnos sus planes en el Ayuntamiento. «Ojalá Albistur pudiera explicar sus planes así, ciudadano a ciudadano, porque convence en la corta distancia», escribía aquel tipo de hace 35 años que ahora soy yo.
Este miércoles fue elegido Jon Insausti nuevo alcalde de mi ciudad. Tiene solo un año más que La Agenda Portátil ( nació precisamente con Albistur en la alcaldía). Insausti lanzó en su toma de posesión una declaración de intenciones de aires kennedyanos: Donostia para los donostiarras. El 'hijo' de Goia viene emancipado, por lo menos en las formas. Ha cambiado el jefe de gabinete, el responsable de Comunicación y hasta el escalafón de las tenencias de alcaldía. Insausti está decidido a imprimir un nuevo sello: pronto veremos si es más que una cuestión formal.
El nuevo alcalde sí ha captado el mensaje de un cierto malestar que flota en la ciudad: viviendas escasas y caras, sensación de inseguridad, exceso de turismo, tráfico no explicado. El «Donostia para los donostiarras» suena bien para los vecinos, que serán sus votantes, pero quizás no tanto para los guipuzcoanos. No olvidemos que Gipuzkoa es una gran ciudad y San Sebastián su 'centro urbano'. Algo de eso entendió Eider Mendoza, que a veces parece más 'alcaldesa de Gipuzkoa' que diputada general (fue el caso de Imanol Murua). No se me ocurre mejor elogio para un político que llamarlo 'alcalde', el cargo más complicado y menos sectario, pegado al terreno: la alcaldía, insisto, es casi siempre una escuela de tolerancia.
Tolerencia es una de las palabras más repetidas en estos 35 años portátiles. La Agenda es un diario personal que fiel a la reflexión del gran Chillida (otro de mis clásicos) hunde sus raíces en lo más cercano con la mirada abierta al mundo. En 1990 pensábamos que ETAsería para siempre y que 'Guerra y paz' sería el título de mi generación. Hoy estamos rodeados de problemas pero el presente es mejor: el mundo está mal, pero la vida está bien. Sigo militando en el optimismo aunque el pesimismo goce aún de mayor prestigio intelectual. Prefiero parecer idiota, y quizás serlo.
(P.d. Una caída tonta en bici me llevó en ambulancia a Urgencias y unos días en el dique seco. Las horas en un box son como un master sobre la vida. Ves que la gente es solidaria y te arropa con cariño en la calle tras la caída; que el sistema funciona porque al rato estás bien atendido en el hospital; que Urgencias es la cara B de la realidad, donde contemplas una sucesión de dramas que hace palidecer tu avería. Y (perdón por caer en el tópico) el susto resitúa también las prioridades de qué es importante o no. Ya recuperado, aviso: hay Agenda Portátil para 35 años más).
Cuando Springsteen era la niña monja de 'Los domingos'
En la euforia del Zinemaldia cada día se decreta una obra maestra y cada noche se proclama un gran fiasco: luego ni las buenas son tan buenas ni las malas tan malas. Ves las mismas películas semanas más tarde en una sesión normal y todo se relativiza.
'Los domingos', Concha de Oro de la vizcaína Alauda Ruiz de Azua, aguanta bien y además manda en taquilla. Sigue siendo una historia poderosa y conmovedora en la que lo menos interesante es la llamada de Dios y la presencia de curas y monjas. La clave es su retrato del despiste que tenemos todos ante esto que es la vida: el de la chavala, claro, pero también el de su padre, su tía o la madre superiora. Lo mejor que puede ocurrir a una ficción es seguir generando debate días después de verla, y eso ocurre con 'Los domingos'.
Algo de eso hay también en 'Springsteen: Deliver Me From Nowhere', la película que cuenta el tiempo, hacia 1982, en que el músico no acababa de digerir el éxito y se buscaba también a sí mismo. Así nació 'Nebraska', uno de sus grandes discos. En el filme vemos a un Springsteen perdido, anclado en sus traumas de infancia, como si fuese un personaje de 'Los domingos' o la propia chica que quiere hacerse monja. Springsteen se encontró (aunque nunca ha dejado de ir a terapia) y décadas después sigue regalando momentos felices como los conciertos de junio en Anoeta, dos de los momentazos del año. El filme, con un buen Jeremy Allen White, es demasiado 'didáctico', pero ilustrativo para los amantes de Bruce, de la música... y de la vida.
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