Magia y rock and roll en el cuarto oscuro
J.A. Areta Goñi, Juxe, expone en Egia una serie de retratos revelados a la antigua usanza. Desde este viernes y hasta el 31 de octubre, el fotógrafo guipuzcoano mostrará su proyecto más especial y personal
Franquear el umbral del local de Juxe es una suerte de viaje en el tiempo. De inmediato, el intenso olor de los productos ... químicos, la luz roja y los cientos de imágenes en papel que asoman en cada rincón transportan al visitante al siglo anterior. A una época en la que la fotografía no era algo que cupiera en el bolsillo junto al teléfono móvil, sino un arte cocinado a fuego lento entre palabras hoy en desuso como carrete, ampliadora, cubeta o baño de paro.
Joxe Angel Areta Goñi, conocido como Juxe en el ámbito musical, nació en Errenteria en 1968 y desde que su madre le regaló su primera cámara cuando era un chaval, no ha dejado de escuchar el 'click' del obturador. Estudió Cine y Vídeo en Andoain pero se decantó por la fotografía e hizo varios cursos en Barcelona. Con todo, su formación es prácticamente autodidacta y se basa en los conocimientos adquiridos en 20 años de soledad vivida en su bajo del barrio de Gaztaño, un pequeño local que en su origen fue la cuadra donde su abuelo guardaba los animales y hoy es uno de los pocos laboratorios fotográficos del entorno que funcionan a la antigua usanza.
En dicho lugar ha pasado encerrado prácticamente desde febrero para revelar y positivar las imágenes de 'Zu barik eztau', la muestra que inaugura este viernes en el centro cultural Egia, donde permanecerá hasta el 31 de octubre. Juxe es un veterano de la escena rockera y a sus espaldas lleva más de medio centenar de exposiciones de fotos de conciertos. Sin embargo, este es su proyecto más especial y personal porque, por primera vez, está íntegramente formado por retratos que ha ido tomando en los últimos cinco años. Ha sido un trabajo «intenso y enriquecedor» y hoy puede decir que ha sido su proyecto más costoso pero también el que más satisfecho le ha dejado.
Complicidad con los modelos
«Estaba un poco cansado de fotografiar conciertos y me apetecía cambiar el chip. De vez en cuando retrataba a los músicos durante la prueba de sonido, antes de salir al bolo o después. Recuerdo una foto que le hice al cantante de Gallon Drunk en los baños del centro cultural Intxaurrondo: me gustó cómo quedó y aquella imagen improvisada me señaló el camino a seguir», recuerda.
«Retrato a gente por sus pintas, por su rostro o porque son amigos que quiero fotografiar»
Poco a poco fue llamando a infinidad de amigos y conocidos a quienes pidió posar para él en Black Irudi Faktoria, su estudio ubicado en el número 6 de la calle Segundo Ispizua de Errenteria. Ante su cámara desfilaron algunos músicos como Perico de Dios (Guadalupe Plata), Iban Urizar (Amorante), Arturo Zumalabe (Nuevo Catecismo Católico), Txema Babon (Lie Detectors), Jon Iturbe (Hot Dogs) o Pela (Sumisión City Blues), caras conocidas de una exposición en la que, contra todo pronóstico, los personajes relacionados directamente con la música son minoría con respecto al resto.
Así, hay artistas plásticos de rostro y gesto rotundo como Diego Matxinbarrena o Detritus; actores como Ander Lipus, Andone Esparza o Josean Bengoetxea, que aparece irreconocible tocando el saxo; peluqueros y barberos como Urbano o Mario Maqueda; activistas como Mikel Martín, de EGHAM, o dibujantes como Xabi Mercero, que en la imagen procede a 'fumarse' un lápiz. No faltan habituales de bares y salas de conciertos como José Luis Olabeaga, Amaia Anastasia Imaz e Iñigo Arzallus, inmortalizado como en un retrato de época, pero también hay un veterinario, un sociólogo, una niña y hasta un usuario de Atzegi, asociación con la que Juxe colabora organizando talleres de fotografía.
Ninguno de estos últimos son músicos, aunque Juxe los ha retratado de tal forma que muchos parecen estrellas del rock. «Supongo que es inevitable que las imágenes tengan un toque de rock and roll porque yo vengo de ahí. He aprendido a sacar fotos en los conciertos, donde suele haber condiciones malísimas, pero esta vez he querido hacer retratos de estudio con la iluminación adecuada, porque lo más importante en un retrato es la luz», explica.
La luz y, por supuesto, el personaje a retratar, con quien el fotógrafo establece siempre una enorme complicidad forjada a base de horas de charla e intercambio de impresiones: «Yo les propongo poses, les presto elementos de atrezzo, escucho sus propuestas… A veces sale bien y a veces, no, pero siempre es interesante. Es gente que me llama la atención por las pintas, por alguna característica de su rostro o porque son amigos que quiero que estén ahí. Por eso he titulado la exposición 'Zu barik eztau' (Sin ti, esto no sería posible) en un homenaje a todos ellos».
Un proceso «más artístico»
El medio centenar de imágenes en blanco y negro que componen la muestra han sido tomadas con la mítica Hasselblad 500c, la cámara de medio formato que utilizaban algunos de sus mitos fotográficos: Richard Avedon, Irving Penn, Helmuth Newton... «También es la máquina que hace 50 años registró la llegada del ser humano a la luna o la que manipulaba Elvis Costello en la portada de su álbum 'This Year's Model' (1978)», dice sobre una cámara que, debido a su formato cuadrado, solía emplearse para tomar las imágenes que ilustraban las portadas de los discos de vinilo.
«La fotografía tradicional es más artística y me da el control absoluto»
Preguntado por el motivo que le impulsa a trabajar como los viejos fotógrafos, responde sin dudar: «Empecé así y jamás lo he dejado. También hago curros con cámaras y técnicas digitales, y no se me ocurre decirle a nadie qué es mejor y qué es peor. Sólo sé que yo prefiero trabajar más lentamente y disfrutar de la magia del cuarto oscuro y de la fotografía tradicional, algo que se ha perdido y a mí me encanta». Y le gusta por dos razones, porque le permite tener el control creativo absoluto desde el principio y porque puede alargar mucho el proceso de obtener una imagen que siempre es diferente. «A veces puede pasar un año desde que saco una foto y hasta que, después de muchas pruebas, logro la copia definitiva», asegura de una técnica que en, su opinión, es «más artística».
Hace ya un buen rato que en el equipo han dejado de sonar los Beasts of Bourbon, uno de los grupos favoritos de Juxe, que tiene predilección por el rock australiano. Justo en ese momento comienza a esbozar y fantasear con su próximo proyecto: una serie de retratos obtenidos mediante carbón transportado, una técnica del siglo XIX que aún le hará retroceder más en el tiempo.
Música y fotografía, un vínculo indisoluble
La música y la fotografía son dos pasiones indisolubles, dos vicios que J.A. Areta Goñi no concibe por separado. Lleva 25 años anclado a la primera línea de fuego de los conciertos, disparando a todo lo que se mueve y logrando vibrantes instantáneas que capturan la emoción de los directos de artistas como The Bellrays, Zen Guerrilla o Roy Loney, cuyo autógrafo decora unos centímetros de pared de su laboratorio: «Gracias, Juxe. Eres un tío guay».
El lugar está infestado de imágenes obtenidas durante muchas de esas actuaciones. Destaca una instantánea con solera de Zen Guerrilla, aunque también hay fotos ajenas que para él tienen un significado especial como aquella que compró en un mercadillo de Londres y que muestra a Neil Young sentado e iluminado por una hermosa luz trasera.
La fotografía por sí sola no le da para vivir, aunque desde hace unos años trabaja sin descanso en Black Irudi Faktoria, su estudio del centro de Errenteria. Allí hace fotos por encargo y vende imágenes de paisajes con fines decorativos. También imparte talleres de fotografía y suele ejercer de 'roadie' y chófer de grupos de amigos o gente próxima. «Yo llevo la 'furgo' y aprovecho para sacarles fotos en las giras», explica, dando fe del vínculo que le une a ambas artes.
Él también fue músico en el pasado como lo atestiguan las piezas de una batería desmembrada y desperdigada por el local. Pero ahora prefiere escuchar música y retratarla. Sólo en el laboratorio tiene tres equipos de música y cientos de vinilos, compactos y cintas de casete. «Hay temporadas que no salgo de aquí en todo el día, así que debo tener el sitio acondicionado para estar cómodo: hay una nevera, un sofá... Incluso tengo una cama en el entrepiso por si me quedo a pasar la noche», asegura.
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