«Los 'cerebros' cenaban bacalao en la sociedad mientras mandaban a los jóvenes a matar»
Publica 'Purgatorio', su primera novela, sobre las heridas de la violencia en el País Vasco. Esta tarde la presenta en el Aula DV, en el Aquarium, y también por diariovasco.com
El periodista Jon Sistiaga (Irun, 1967) debuta en la novela con 'Purgatorio', un trepidante 'thriller' con la historia reciente del País Vasco como argumento. El ... terrorismo, el perdón, la tortura y, sobre todo, «la denuncia de quienes mandan a los otros a matar y morir mientras cenan bacalao al pil-pil o van a la playa, y luego casi siempre salen de rositas», se hacen presentes en el relato.
La decisión de un exterrorista de aclarar el secuestro con asesinato del que fue autor, producido 35 años atrás, suscita una historia que transcurre en parajes que el novelista conoce bien, como la muga del Bidasoa o Jaizkibel, y por la que desfilan jefes secretos de 'la organización', víctimas o policías con un pasado vinculado a las torturas.
Sistiaga presenta el libro esta tarde en Aula DV, en el Aquarium donostiarra, en una charla que comenzará a las siete de la tarde, con entrada libre hasta completar aforo. El acto, organizado por este periódico de la mano de Fundación 'la Caixa', podrá seguirse también en directo a través de diariovasco.com.
– Tras tantos años de periodismo, ¿por qué ahora su debut como novelista?
– Me gusta repensarme cada cierto tiempo. Esta vez aproveché el parón de la pandemia, de calma forzada, para escribir tranquilo. Probé y fui dando forma a lo que salía. Los periodistas tenemos a favor que conocemos las herramientas necesarias para escribir: ritmo, distinguir lo importante de lo accesorio, ordenar las ideas, perfilar a los protagonistas.
Ficción y realidad
– ¿Tenía claro que el tema de su primera novela debía ser la 'cuestión vasca', nuestra guerra y paz?
– Sí. O mejor dicho, más o menos. En mis años de profesión periodística, no solo en el País Vasco. sino en otros lugares azotados por la violencia, hay unos patrones que se repiten, sobre cómo empieza, cómo acaba o cómo se cierran las heridas. En el libro vuelco mis obsesiones y personajes que he ido conociendo a lo largo de los años: señores que deciden utilizar la violencia para lograr sus fines, pero por medio de jóvenes a los que mandan morir o matar como sacrificios humanos en el altar de un dios, una patria, una raza o una independencia. No solo pienso en Euskadi. De hecho, en la novela se habla siempre de «organización», sin nombrar expresamente a ETA, para que quien la lea en otro lugar ponga ahí el nombre que quiera, sean las Farc colombianas, la yihad islámica o las milicias de Ruanda.
«Quería hacer un thriller que atrapara pero fuera también un puñetazo en el estómago. Algo así como entre Baroja y Tarantino»
– Cita la frase de Kipling sobre las guerras. «Si hay alguna pregunta de por qué morimos / Diles, porque nuestros padres mintieron».
– Siempre pasa. Todo el uso especulativo de la violencia para un fin arranca con alguien que lo decide. Ese 'alguien' siempre me ha obsesionado: no el que mata, o el que da las órdenes inmediatas a quien dispara, no siquiera el estratega circunstancial. Miro más atrás: el origen de todo. Como dice Kipling, «nuestros padres mintieron». Esos padres, esos abuelos o abuelas que decidieron que la solución para sus ideas era matar, e iniciaron una estrategia que se sabe cuándo empieza pero nunca cómo acaba. Esos iniciadores se suelen ir de rositas, y en Euskadi también. No solo porque haya hasta 300 asesinatos sin revolver, que también. Los que decidieron que había una violencia buena, virtuosa o necesaria, esos no pagan. Mientras mandaban a jovencitos a quemar las calles de Euskal Herria, o a matar, estaban tomando bacalao al pil-pil en la sociedad gastronómica. Lo he visto también en Belfast o en Bagdad o en Kabul. Alguien azuza a otros, les convence de que van a ser héroes y se lava las manos.
– Es una historia supuestamente de ficción, pero los lectores adivinamos personajes reales tras los nombres de la novela.
– Es una historia de ficción surgida de mi cabeza, pero cualquier parecido con la realidad igual no es coincidencia. Quien quiera identificar esos personajes con seres humanos reales es libre de hacerlo, como yo soy libre de inspirarme en gente que he podido conocer. Como periodista estoy obligado a respetar los 'off the record' y a contrastar las noticias, pero la ficción te permite usar materiales que como periodista habría desechado. Es lo que he intentado.
– ¿Teme que personas reales se reconozca en alguno de los personajes de la novela?
– No. A lo que aspiro es a que esta novela escueza a alguien, porque significará que todavía tiene pus debajo de la herida. El 'purgatorio' es un lugar por el que deberíamos pasar todos en algún momento de nuestras vidas, para ponernos delante del espejo, de nuestras miserias y nuestros actos. Algunos aún no lo han hecho ni quieren hacerlo. Se trata de algo más allá de la justicia, de una reflexión ética como persona.
«Me obsesionan quienes ponen en marcha las violencias, envían a otros a luchar y al final se van 'de rositas'»
– Cuando presentó una de sus series en Movistar sobre «el final del silencio» decía que «está bien pasar la página, pero después de leerla».
– Claro, había que hacerlo. Y en un capítulo posterior quería escribir esta novela sobre el País Vasco y cualquier sociedad que haya sufrido la violencia: como no escudriñes el pasado y escuches todas las verdades no se terminarán de solucionar los conflictos. Todos tenemos nuestras verdades, y todas son imperfectas. En los matices suele estar la verdad.
– En su serie de televisión había un capítulo especial dedicado a Maixabel Lasa y el reencuentro con uno de los asesinos de su marido, 'Zubiak'. ¿Qué le parece el éxito de la película posterior y la catarsis que ha supuesto para tantos?
– Yo rodé el documental antes de la película y tengo el orgullo de haber sentado en la misma mesa no a Blanca Portillo y a Luis Tosar, sino a Ibon Etxezarreta y Maixabel Lasa. Les convencí de ese poder catártico, emotivo y simbólico de ese encuentro. En aquella sociedad donde se juntaron yo desaparecí de la pantalla: eran ellos y los cámaras. Y hubo una frase que aún me pone los pelos de punta, cuando Ibon le dice a Maixabel: yo no te pido perdón, porque lo que he hecho es imperdonable. En Euskadi hubo 'frases rojas' que no facilitaban la convivencia: la exigencia de pedir perdón, de condenar... palabras muro que no ayudaban a una justicia restaurativa. De todo eso va 'Purgatorio', encuentros entre víctimas y victimarios...
'Purgatorio
Autor: Jon Sistiaga.
Estilo: Novela.
Editorial: Plaza y Janés.
Páginas: 412.
Precio: 20 euros.
– También se constata la existencia de torturas y cloacas policiales.
– Sí, sabemos que hubo elementos policiales más o menos descontrolados que usaban la tortura como elemento de trabajo sistemático. ¿Debe haber un reconocimiento por el Estado del daño causado? No lo sé. Pero los torturadores que masacraron a la gente quizás deberían hacerlo. En Euskadi sabemos que ocurría y me parecía interesante introducir ese elemento en el libro.
«La ficción me permite contar historias de nuestro pasado sin la rigidez del periodismo, donde todo debe estar contrastado»
– La novela es un 'thriller 'directo, sin florituras.
– Sí, soy un periodista que ha escrito un thriller como hago mis documentales, directos, fríos, desnudos, casi como un puñetazo en el estómago. Quería una novela que se leyera rápido, que emocionara, sobrecogiera y sobre todo hiciera pensar. Pienso que aunque es una novela que se lee bien y rápido tiene dentro varias cargas de profundidad sobre las que merece volver.
La geografía del Bidasoa
– Un dato añadido para los lectores guipuzcoanos: la historia transcurre en una geografía cercana que es la del propio autor: Irun, Hendaya, Jaizkibel, Donostia...
– Sí. Quizás un escritor más habitual se documenta con los paisajes. Yo he tirado de memoria, de mi entorno sentimental, los lugares donde me he criado y he crecido. Me gusta también la idea de frontera, esa muga que duran te años nos separó y que ahora nos une, una línea que en mis años jóvenes pasaba constantemente. La frontera siempre da juego, un territorio que también es a veces limítrofe con la legalidad. Y esta muga del Bidasoa es también territorio de Pío Baroja. A veces digo que me ha salido una novela a medio camino entre Baroja y Tarantino: con el punto existencialista de Baroja y con el ritmo del director.
– Aparte de la novela, ¿cómo va su actividad periodística? ¿Qué prepara ahora?
– Pues yo también he caído en eso de los podcast... Y preparo varias cosas más, pero ahora mismo quiero centrarme en la promoción de la novela. El jueves tuvimos una bonita presentación en el Ateneo de Madrid, con Angels Barceló e Iñaki Gabilondo, entre otros, y hoy encaro con muchas ganas el encuentro con el público guipuzcoano. En el Aquarium nos vemos.
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