«Es interesante estudiar a los ricos porque el delito está casi siempre asegurado»

– ¿Cuánto lleva ya en Bilbao?

– Vine con 18 años a estudiar en Sarriko y luego ya a trabajar aquí. En realidad nunca he vivido en Gipuzkoa, soy más bilbaíno que guipuzcoano. Pero alardeo de 'giputxi' y de ser de la Real porque soy un poco 'tocahuevos' (risas).

– De los rasgos de bilbainismo de esta novela, primero el fútbol. ¿Por qué ese ingrediente?

– Me interesa como fenómeno social más que deportivo, a mí no me gusta el fútbol y cuando voy a San Mamés es porque me invitan. Pero es que en la oficina, desde el principio y cada lunes, estaban todos hablando de las jugadas del fin de semana, de los partidos, de... Se vive una relación atormentada, cómo se defiende al equipo parece algo casi religioso y eso me gusta. En esa afición se amigan hasta los de distintos partidos políticos, el Athletic está por encima.

– Segundo rasgo de Bilbao-Bilbao: el Hotel Carlton, escenario de crimen.

– Yo estaba planteándome escribir una novela sobre la violencia de ETA, y de hecho la tengo ya escrita, pero llegó el confinamiento y me puse con algo tipo Agatha Christie: presentar muchos personajes, muchos sospechosos, entrar en sus mentes, dar esos quiebros de guion y poner alguna pequeña trampa... Así que una fiesta con cien invitados, los que van al cumpleaños de Juan Artolabe, y con muchos de ellos que tienen algo contra el muerto, era perfecta. ¿Dónde hacerla? Solo se me ocurría el Carlton, el equivalente al Ritz o, en tren, al Orient Express. Lujoso y con historia. British y con encanto. Acerté, eh, porque la gente está respondiendo muy bien, tiene curiosidad.

– Y ahora ya entramos en la trama. Se dice aquí que detrás de toda gran fortuna hay algo oscuro. ¿Lo hay?

– Alguien dijo que detrás de tanto dinero siempre hay algún delito o alguna mala acción, y yo creo que casi siempre es así. Incluso las que yo conozco tienen en sus raíces esclavistas o explotadores en las minas. Eso hace interesante estudiar a los ricos: el delito asegurado. Y si quien llega a ese mundo es alguien de fuera, un desconocido con muchísimo dinero, resulta enseguida sospechoso. Cuando Artolabe llega a Neguri, son los años ochenta y ese coto cerrado se está ya descomponiendo.

– ¿El dinero hace que le sea fácil entrar?

– Sí, pero con sospechas. Nadie sabe de dónde viene, se dice que de América y que ya se sabe cómo se ganan allí las fortunas, con negocios más oscuros, con relaciones con las mafias. Pero, como se necesita dinero, puede entrar y cambiar los equilibrios de poder. Lo que quería era que, más que saber quién lo ha matado, la gente quisiera saber quién era él en realidad. Y creo que lo he conseguido.

– El personaje del consejero y asesor del asesinado Artolabe es un exinspector de Hacienda que se pasa al lado oscuro para ayudarle en su entramado empresarial. ¿Se lo han ofrecido a usted?

– Lo de lado oscuro es verdad que lo decimos, en broma, y he conocido a quien lo ha hecho. Yo he seguido siendo de los 'buenos' (risas). Será que no era demasiado bueno, porque no me lo han ofrecido nunca... A mí me gusta la Administración. En el lado oscuro, con nuestros conocimientos podemos ayudar a la gente más rica con su ingeniería financiera y no tiene por qué ser ilegal, pero sí tengo referencia de tramas menos legales y eso está reflejado aquí.