Manuel de Solá-Morales, en la exposición 'Ciudades, esquinas', celebrada en Barcelona en 2004. albert olivé

En defensa de la promiscuidad urbana

El sello Acantilado reúne textos de Manuel de Solà-Morales, coautor del Plan General de Tolosa y asesor del de Donostia a mediados de los setenta

Alberto Moyano

San Sebastián

Martes, 20 de abril 2021, 13:52

Coautor del Plan General de Tolosa a mediados de los setenta, asesor del de San Sebastián en la Transición, diseñador del Moll de la ... Fusta que contribuyó a abrir Barcelona al mar y firmante del proyecto que convirtió la antigua base de submarinos alemanes de Saint-Nazaire en un centro cívico, el arquitecto y urbanista Manuel de Solà-Morales (Vitoria, 1939-Barcelona, 2012) forjó a lo largo de su vida una línea de pensamiento en torno a las ciudades. Ahora, la editorial Acantilado edita primorosamente una colección de artículos y conferencias prologados por Rafael Moneo y seleccionados por Oriol Clos que ilustra la evolución coherente de su pensamiento.

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La esquina, los puertos, la transformación urbana y la piel de las ciudades son algunos de los elementos sobre los que reflexiona Solà-Morales desde la heterodoxia, en unos textos en los que lo mismo puede recurrir a las ideas futbolísticas de Johan Cruyff para llevarlas a su terreno que a las descripciones urbanas que Henning Mankell introducía en sus novelas.

Aunque entre los textos seleccionados en 'Miradas sobre la ciudad' no figura ninguno que incluya referencias a su labor en Tolosa o Donostia, los textos escritos entre 1969 y 2011 sí trazan una línea de pensamiento aplicable a cualquier desarrollo urbanístico, un concepto de ciudad y una teoría coherente a lo largo de los años, en el que el protagonista de la urbe recae en sus habitantes y sus usos.

'Miradas sobre la ciudad'

Autor: Manuel de Solà-Morales

Estilo: Ensayo.

Editorial: Acantilado

Páginas: 320.

Precio: 20 euros

«La urbanidad no es una cuestión de concentración o de dispersión. Es una cuestión de interdependencia, una cuestión de densidad de esquinas», señala y en este punto, explica que «estaciones, aparcamientos, grandes equipamientos, terminales, intercambiadores y nudos de transporte pueden ser las esquinas del territorio contemporáneo».

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Contra la utopía 'neocon'

Solà-Morales alza su voz «contra los proyectos que olvidan que el suelo es el mejor patrimonio de socialibilidad (...) Contra la utopía neoconservadora de propone un urbanismo de grandes iconos, sistemas abstractos y diseño cerrado de imágenes, e ignora el contacto material directo de personas y piedras, ¡esquinas, por favor, esquinas. Contra la proliferación de los parques temáticos, contra las urbanizaciones exclusivas, contra los barrios dormitorio y los distritos de oficinas, contra los suburbios infinitos: las virtudes de la intersección, e incluso de la promiscuidad, como objetivos de cualquier proyecto de ciudad».

Oriol Clos, que trabajó y conoció muy bien el pensamiento de Solà-Morales, recuerda que el arquitecto y urbanista «estuvo muy implicado en la elaboración del Plan General de Tolosa, con Ángel Martín a sus órdenes y junto a Javier Marquet y Xabier Unzurrunzaga, pero no hay textos explícitos que se pudiesen aislar y que se pudieran publicar sin imágenes», que era una de las cuestiones que se marcó como criterio de selección.

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Clos señala que a la hora de seleccionar y ordenar los escritos su intención es doble: «Por un lado, explicar la biografía del personaje a través de sus escritos, de ahí el orden cronológico, y por otro, que de todo esto se dedujera una cierta idea de pensamiento». En cuanto al título, indica que «no es inocente. La idea de la mirada es muy importante porque no es analítica, ni se queda en la contemplación, sino que busca abrir vías de evolución. Ésa es la fuerza del personaje».

A partir de estos principios, el libro aborda distintos aspectos de la ciudad y la arquitectura, siempre «desde la defensa de la promiscuidad urbana. Manuel no solía estar en las líneas oficiales del pensamiento. Tenía una gran capacidad de abrirse a dudas y nuevas maneras de ver las cosas. Percibía con mucha rapidez las debilidades de ciertos pensamientos, teorías y actitudes socio-políticas, técnicas y culturales».

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Una cuestión crucial en el pensamiento de Solà-Morales la tensión entre espacio público y espacio privado, al que no puede resolverse «como una cuestión de Derecho Civil de Propiedad, sino que es el uso el que lo establecerá». Oriol Clos cita varios ejemplos: «Una estación, aunque sea de una compañía privada, es un espacio público, como lo son los centros comerciales, El Corte Inglés, un teatro, unos multicines o un estadio de fútbol. Tienen una conexión con la vida urbana».

Recalca que Solà-Morales «defendía la promiscuidad de una manera clara, la convivencia de todo con todo, en su justa medida. Coches en las calles, ¿por qué no? Ahora, en su justa medida. En sus proyectos puso el tráfico en su sitio, impulsó el uso del transporte público con intercambiadores muy importantes».

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También abordó en sus textos el papel de las periferias: «Sus reflexiones sobre las formas de crecimiento urbano comenzaron sobre la urbanización marginal, 'las Coreas', los barrios de barracas. Después se centró mucho en los ensanches, la ciudad del siglo XIX y principios del XX. Y tuvo momentos de reflexión sobre la reforma de los casos urbanos ya existentes. Y en los noventa abrió su pensamiento a las periferias, aquello que no responde a ciertas leyes del espacio que consideramos buenas y adecuadas. Sin defender el charco descontrolado, trató de entender estos territorios necesarios para las ciudades para sacarles el máximo provecho». Respecto a las urbanizaciones, consideraba que «todo lo que fuera homogeneidad era reductivo y, por lo tanto, menos interesante».

«La transformación de Bilbao es más compleja que poner un museo»

Manuel de Solà-Morales estaba muy interesado en lo que llamaba «la piel de la ciudad» y a partir de esta idea desarrolló el concepto de «acupuntura urbana» que, en opinión de Oriol Clos, «no se ha terminado de entender y muchos de los que lo utilizan lo hacen mal. Consiste en tocar un punto e influir en otro que está alejado, pero es hacerlo a través de la piel, en sus rugosidades, su tacto, su color y su capacidad de cambiar en función de la luz o del suelo mojado o seco». Lo ilustra con las intervenciones de Solà-Morales en Saint-Nazaire y descarta que sirva como ejemplo el caso del Museo Guggenheim de Bilbao. «La operación de transformación de Bilbao es mucho más compleja que poner un museo», asegura Oriol Clos.

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