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'El peligro de estar cuerda' de Rosa Montero (Editorial Seix Barral) | Crítica y Opinión
Críticas Literarias

'El peligro de estar cuerda' de Rosa Montero (Editorial Seix Barral)

rosa Montero, el coqueteo con la locura ·

Este texto mezcla pensamiento y autobiografía y es más literatura que especulación científica

IÑAKI EZKERRA

Miércoles, 20 de abril 2022, 17:34

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Las relaciones entre la locura y la creatividad artística han sido siempre un lugar común y un asunto resbaladizo. La locura de Van Gogh le llevó a cortarse una oreja mientras que la de Dalí le llevó a hacerse multimillonario.

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El peligro de estar cuerda

Autora Rosa Montero
Editorial Seix Barral
Páginas 358
Precio 20,90 Euro

Y, haciendo una caricatura, podemos establecer dos grandes bandos en torno a esa cuestión: el reaccionario, que ve en todo artista un probable candidato al manicomio, o el progresista, que en todo enfermo mental aprecia signos de genialidad y que abriría las puertas de todos los psiquiátricos. En este segundo grupo estarían David G. Cooper, el apóstol de la antipsiquiatría de los años sesenta, o intelectuales como Michel Foucault, que, apostado dentro de las coordenadas de la contracultura y del Mayo francés, veía la psiquiatría como un instrumento de dominio del capitalismo y de las superestructuras burguesas de poder. Naturalmente, ha habido posicionamientos intermedios entre esos dos polos. Y es más bien en esa tierra de nadie en la que se sitúa el amable discurso de Rosa Montero con 'El peligro de estar cuerda', un texto ensayístico salpicado de confesiones autobiográficas y de referencias culturales que no pretende sentar cátedra ni desde la Filosofía ni desde la Neurología y que está más cerca de la literatura que de la especulación científica, aunque no renuncia en algunos momentos a cierto paracientifismo divulgativo.

Un buen ejemplo de este último nos lo brinda el capítulo titulado 'Elogio de los inmaduros' en el que la escritora hace más o menos suyas las tesis que desarrolla la neurobióloga Mara Dierssen en su libro 'El cerebro del artista', según las cuales el proceso de maduración cerebral del ser humano es bastante tardío y consiste en una práctica poda del torbellino de interconexiones fantasiosas que cortocircuitan la cabeza del niño; poda que sirve para centrar la atención del adulto en sus tareas de supervivencia y que, al no llegar a producirse «como es debido» en la mente dispersa del artista, le permitiría a este seguir estableciendo asociaciones originales que a los demás les están vedadas.

La creatividad se reduciría, de esta manera, a un reiterativo fallo de los neurotransmisores e inhibidores cerebrales, o sea, a una 'inmadurez' que la autora celebra en un texto de tono cercano y hasta coloquial que se inicia con la reivindicación de la disfuncionalidad nerviosa. «Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza», le suelta a bocajarro al desprevenido lector ya en la primera línea. Es ese tono ágil y desinhibido, casi periodístico, el que quita hierro a una temática particularmente densa y pone aire fresco sobre un material inflamable. El propio título del libro, que se refiere a la cordura como a una amenaza en un registro aparentemente ligero, surge de un contexto innegablemente dramático –el del aislamiento en el que se desarrolló la vida de Emily Dickinson– y de los emotivos versos que la autora norteamericana escribió a propósito del descubrimiento en su infancia de la poesía de Elizabeth Barrett Browning: «Yo creo que fui Encantada/ Cuando por primera vez/ Niña sombría/ Leí a aquella Dama Extranjera/ Lo Oscuro –sentí hermoso (…)/ Fue una Divina Insania/ Si el Peligro de estar cuerda…» Rosa Montero ha escrito un libro lleno de invocaciones literarias que van desde 'El mito de Sísifo' de Albert Camus al 'Hamlet' de Shakespeare o al 'Quijote' de Cervantes; desde el hachís que fumaban Baudelaire, Balzac, Delacroix o Valle-Inclán al opio que tomaban Shelley, Byron, Keats o Flaubert pasando por la cocaína que consumieron Freud o Robert Louis Stevenson.

Pero pese al manejo de esos materiales de aparente alto riesgo y pese al mismo título, que podría interpretarse como una invitación al delirio romántico o una recuperación nostálgica del idealismo hippy, 'El peligro de estar cuerda' es un libro más culturalista que contracultural. En él la apuesta por la rareza queda neutralizada, edulcorada, relativizada y trivializada por la constatación de que «ser raro no es nada raro». La tesis que se esboza en realidad en el libro es que son las rarezas el mejor antídoto contra la verdadera demencia. En realidad, Rosa Montero hace una trampa que ya responde a una vieja tradición y que tiene antecedentes históricos tan ilustres como el 'Elogio de la locura', título que no cumple lo que promete sino que es más bien una ironía de Erasmo de Róterdam para señalar las lacras de su época. Digamos que Rosa Montero no elogia la locura sino más bien coquetea profilácticamente con ella en estas saludables páginas.

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