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El escritor británico Philip Kerr posa durante una entrevista.
Philip Kerr muestra las vergüenzas del fútbol

Philip Kerr muestra las vergüenzas del fútbol

El novelista inaugura una trilogía sobre el deporte rey con ‘Mercado de invierno’, en la que destapa las miserias y corrupción del negocio

cristian reino

Sábado, 7 de febrero 2015, 07:51

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Veinticinco años después de que apareciera un delantero centro asesinado al atardecer, como escribió Manuel Vázquez Montalbán, ahora el que ha sido encontrado sin vida es el entrenador, cuyo cuerpo yace en la esquina del estadio. No es un campo cualquiera, está en Londres, y no se trata de un entrenador más, sino que se llama Joao Zarco, álter ego de Jose Mourinho, el técnico más controvertido del planeta y víctima en la última novela de Philip Kerr.

Kerr se adentra en el lado oscuro del fútbol. Allí donde se mueven como peces en el agua personajes de novela (negra) y de cuestionada ejemplaridad, como Jorge Mendes, Roman Abramovic o Josep Blatter. Kerr, aficionado del Arsenal, explora los trapos sucios del deporte rey, donde los regates están manchados de dinero negro, explotación infantil, mafias, apuestas, contratos televisivos y representantes sin escrúpulos, que juegan con las ilusiones de la hinchada. Mercado de invierno (RBA) inaugura una trilogía de Kerr sobre fútbol. La segunda será La mano de dios, que aparecerá antes del verano en Inglaterra, y la tercera, Falso nueve.

¿Por qué escribe sobre el fútbol alguien que se ha hecho famoso escribiendo sobre el nazismo? «El fútbol se presta al crimen, hay gente dudosa, corruptos, directivos que no pagan impuestos, jóvenes caprichosos, coches espectaculares...», afirma en Barcelona, donde participa en la semana de la novela negra, BCN negra. A su juicio, el fútbol es capaz de explicarnos «algo distinto de cada época». «Ha ido cobrando importancia y es todo un fenómeno cultural».

En Mercado de invierno, Kerr, uno de los mayores autores de best sellers de novela negra del mundo, presenta a Scott Manson, el segundo entrenador del London City FC, que recibe el encargo de su presidente de sustituir al primer entrenador, asesinado, y además se le encomienda la labor de investigar el suceso.

Los paralelismos son evidentes en el libro: un club londinense, dirigido por un portugués en el banquillo y presidido por un oligarca, en este caso ucraniano, pero podía ser ruso. Blanco y en botella. Mourinho (Zarco) ha sido asesinado y el detective Manson tendrá que esclarecer el crimen, no sin antes toparse con las vergüenzas del fútbol, que son muchas y muy pestilentes, todas esas que no se muestran en Lo que el ojo no ve ni en programa Estudio Estadio. «Mourinho es como el diablo aquí», reconoce. «Pero para mí es un genio, es impresionante como personaje y ha aportado mucho al fútbol inglés, donde estábamos acostumbrados a entrenadores mascando chicle, en chándal, hablando en escocés, gente horrible», ironiza. Con el fútbol, añade, busca un libro con el que poder ser políticamente incorrecto. «Es como el público, que quiere gritar y soltar tacos», apunta.

Manson tiene un pasado difícil: como futbolista fue condenado por una violación que nunca cometió (¿les suena?). Y tras una etapa a la sombra, se sacó el título de entrenador y trabajó como ayudante de Pep Guardiola en el Barça y de Jupp Heynckes en el Bayern de Múnich. Kerr reconoce su admiración por el fútbol español y no elude el debate. ¿Messi o Cristiano? Como buen británico, es un diplomático. «Messi es un artista, Ronaldo, un atleta; no hay que hacer distinciones», aunque reconoce que CR7 es algo irritante, sobre todo cuando celebra los goles.

Considera el autor de la serie Berlin Noir que «el fútbol es cada vez más la lengua franca del planeta», hasta el punto de que «Beckham es conocido en lugares tan lejanos como Vietnam». Dice que resulta rato que el género negro no haya visitado con mayor asiduidad el mundo del fútbol, en el que «jóvenes de 20 años con vida sexual sana reciben cada semana un sueldo de 200.000 euros; en el que circulan oligarcas rusos o árabes muy ricos, y todo bajo la poca transparencia de la FIFA». «Si yo fuera entrenador de un club grande, lo primero que diría a mis jugadores es que no querría que vinieran al campo en un Lamborghini o un coche carísimo, pues hay muchos jóvenes futbolistas que se olvidan de lo que es no tener trabajo y estar en el paro».

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