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Juan Echanove interpretando al pintor Rothko en la obra 'Rojo' que este fin de semana llega al Victoria Eugenia.
Juan Echanove, actor: «En 'Rojo' hablamos del artista ante el abismo de la autenticidad»

Juan Echanove, actor: «En 'Rojo' hablamos del artista ante el abismo de la autenticidad»

Mañana y el sábado encarna en el Victoria Eugenia al pintor Rothko en una obra sobre la creación artística y su relación con el mercado

Roberto Herrero

SAN SEBASTIÁN.

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Jueves, 16 de mayo 2019, 07:35

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Rothko es una de las figuras esenciales de la pintura del siglo XX y del expresionismo abstracto. Su pasional vida y la conflictiva relación con el mundo del arte definieron a este creador al que Echanove da vida acompañado por Ricardo Gómez, el Carlitos de 'Cuéntame', en el papel de su ayudante.

-Rothko dice en la obra que «hay tragedia en cada pincelada». ¿Era tan pasional y atormentado?

-Era la pasión y la insatisfacción de que el mundo no viera la pintura como él o que no ocupara dentro del panorama de artistas del momento el sitio que creía que debía tener. Eso le lleva a la desesperación, a obrar con pasión, pero acabando en un acto desesperado.

«Ricardo y yo caemos arrastrados en el escenario por la necesidad de contar la verdad de estos personajes»

-¿'Rojo' habla del abismo de la creación artística en general?

-Sí, sobre todo del abismo de la autenticidad. De lo que realmente comporta tener unos principios, unas ideas y la seriedad de llevar a cabo tu obra de arte frente al mercado. Ese momento de decidir sobre la autenticidad es realmente el momento vertiginoso, el momento del precipicio.

-El dinero, la conversión del arte en dinero, la posición del artista ante todo ello.

-El mercado es algo a lo que no se debe sucumbir. Se puede convivir con él, pero no se le puede otorgar la capacidad de la decisión sobre la autenticidad del arte. En el arte funciona fundamentalmente la capacidad de autenticidad del artista y la de implicación del espectador.

-En 'Arte', de Yasmina Reza, se hacía tragicomedia con el mundo del arte. ¿En 'Rojo' hay espacio fuera del drama?

-El espectador se puede reír, incluso por la propia inhumanidad del personaje y por la relación tan tiránica que tiene con su joven ayudante. Pero en realidad es una trampa porque el autor en la siguiente curva te está esperando con el mazo. Su intención no es hacer sufrir al espectador, pero nos muestra cinco momentos de sufrimiento frente a la obra de arte que son complejos, humanos, a veces límites. El autor logra que todo el mundo entienda que Rothko era así. Y que por eso es quien es hoy en día. Y por eso se suicidó en un momento dado en que la irrupción del 'pop art' había acabado de alguna manera con la posición social de los expresionistas abstractos.

-Cuando vino hace unos años a representar 'Conversaciones con mamá' dijo que «apasionarse es una manera de ser generoso con la vida». ¿Esta función también habla de eso?

-Sin duda. En todas las funciones, ni siquiera en los ensayos, hemos sido capaces ni Ricardo ni yo de marcar una plantilla de movimientos o un esquema sobre el que trabajar. Y en el momento en que estamos en el escenario caemos arrastrados por la necesidad de contar la verdad de estos personajes. Y de ahí me ha saltado el gran regalo que es trabajar con Ricardo Gómez, porque él es cómplice de todo esto. Sabe interpretar en esos terrenos, sabe otorgar verdad a los personajes y siendo tan joven poder observar eso de tan cerca para mí es un regalo.

-¿Por qué escogió a Ricardo Gómez para acompañarle en escena?

-Lo conozco desde los 6 años y ahora tiene 25. El nivel de precisión y de maestría que tiene en las tablas es algo que no se lo ha dado una serie de televisión ni su edad. Se lo ha dado el esfuerzo que se ha planteado desde el primer momento. Ya desde niño era muy inteligente y se dio cuenta de que esta es una profesión para toda la vida y que para el nivel de aprendizaje, de estudio y de perfeccionamiento ya no valía solo con el éxito de la televisión. Había que currar. Se puso el mono, se subió a los andamios y ahora mírale. Creo que es uno de los actores más prometedores de esta generación, que es enormemente prometedora.

«En el teatro y en la cocina pensar en los gustos del público puede retrasar el potencial creativo»

-Ricardo y usted mantienen una especie de serie muy divertida en Instagram que, básicamente, cuenta que el joven le da unos sablazos enormes al veterano en la gira.

-Gusta mucho a la gente. Surgió porque si estás toda una gira dos personas tienes la opción de acabar perdiéndole la cara al trabajo en el escenario o te buscas la diversión por otro lado. Hacemos dos horas de concentración máxima con 'Rojo' y con lo demás hay que disfrutar de la vida y reírse. Y en ese sentido Ricardo y yo tenemos mucha conexión. Grabamos el primer vídeo y vimos que podíamos seguir con la broma de que es un tacaño y yo el que le está siempre llamando al orden. Y así nos han salido unos cuantos capitulitos. ¡Y en San Sebastián ya verás!

-¿Qué veremos?

-Hombre, por favor, entre otras cosas me lo debe, yo le llevé al Dickens a tomar el mejor gin-tonic que ha probado este chaval en toda su vida. ¿Y quién se lo pagó? Pues yo. Veremos ahora.

-Como experto y amante de los buenos fogones, ¿qué lugar, si es que le corresponde alguno, cree que tiene la alta cocina en el arte?

-¡Jo! Tiene mucho que ver también con la autenticidad y con todo lo que desarrollamos en 'Rojo'. En esa autenticidad de Rothko pasa un poco como con el top de la cocina. Hemos pasado una época en la que creadores que no estaban a la altura de ese top, sencillamente han tomado seis o siete lugares comunes de la alta cocina y han construido un discurso que en realidad tiene más que ver con las formas que con el fondo. Me parece que esa fase ha pasado. La cocina de los mejores ya no está contaminada y hay una clase media que ahora se plantea si su público quiere eso o no; si esto es arte, artesanía o negocio. Este momento es de redefinición, que coincide un poco con el que vivimos en el país. Todos estamos reseteando. Y en el teatro pasa lo mismo.

-¿Y qué lugar ocupa el comensal en la creación de la alta cocina?

-Muy importante, pero no manda. Lo mismo que en el teatro de alto nivel o en un teatro arriesgado, a veces pensar en si va a gustar o no puede retrasar mucho el potencial creativo. Y cuando estamos hablando ya de la cocina más alta, uno no paga 200 euros para que te den pollo por muy bueno que esté. Vas a ser artífice de algo que surge de una manera única y excelente. Y si no lo entiendes así es mejor que no vayas.

-¿El creador para crecer tiene que olvidarse de a quién dirige su obra?

-Si no olvidarse, no hacerle un caso estricto. No puedes olvidarte de que el restaurante está lleno o evitar pensar que tienes 34 personas y ni una más esperando a lo que hagas. Pero, cuidado, el público es el público y los de dentro son los de dentro. Si no, no funcionaría el espectáculo, ni en la cocina ni en el teatro.

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