Preparados, listos... ¡Zorn!
Crítica ·
CARLOS RODRÍGUEZ VIDONDO
Domingo, 28 de julio 2019, 08:01
John Zorn: Bagatelles Marathon I
-
Músicos: Masada: John Zorn (saxo), Dave Douglas (trompeta), Greg Cohen (bajo), Joey Baron (batería); Sylvie Courvoisier (piano) and Mark Feldman (violín); Mary Halvorson Quartet: Mary Halvorson (guitarra), Miles Okazaki (guitarra), Drew Gress (bajo), Tomas Fujiwara (batería); Craig Taborn Solo (piano); Trigger: Will Greene (guitarra), Simon Hanes (bajo), Aaron Edgcomb (batería); Erik Friedlander (cello) and Michael Nicolas Duo (cello); John Medeski Trio: John Medeski (órgano), Dave Fiuczynski (guitarra), Calvin Weston (batería). Lugar: Auditorio Kursaal. Aforo: Lleno
Día grande en el Kursaal. Ya se respiraba el ambiente de maratón mucho antes siquiera de dar comienzo la carrera. Los fieles al auditorio se ... arremolinaban con tiempo suficiente frente a las amplias cristaleras a sabiendas de que había que calentar bien el músculo. John Zorn no sólo venía como recién galardonado al Jazzaldia 2019, también prometía no dejar a nadie indiferente con un catálogo amplísimo y variado dividido en dos intensas jornadas. Sus 'Bagatelles' volvieron a demostrar la hiperactiva y controvertida capacidad compositiva del artista.
Con poco tiempo para probar sonido y horas de carretera en las piernas, la competición comenzó de forma puntual con el cuarteto Masada, encabezado por nuestro protagonista de este fin de semana. Zorn al saxo alto, Dave Douglas a la trompeta, Greg Cohen al contrabajo y el siempre leal Joey Baron a la batería, dieron el pistoletazo de salida con un swing rapidísimo, muy improvisado y con escasos -pero reconocibles- motivos melódicos. Un lenguaje agresivo que iba a ser la tónica durante toda la tarde, sobre ritmos afro y ostinatos del bajo que instigaban los mínimos detalles de blues, en lo que amenazaba con ser un constante discurso atonal y libre. Los temas de Zorn además de cinematográficos, son interpretados para representar imágenes por sí mismos: derrapes, persecuciones callejeras y sirenas de policía se podían casi adivinar de entre los aullidos del saxo, los gritos de la trompeta y los impactos de la batería.
Sin tiempo para presentaciones ni despedidas, los aplausos servían como impás para que la banda siguiente echase a correr. Sylvie Courvoisier al piano y Mark Feldman con el violín arrancaron con la misma energía con la que había finalizado el combo anterior. Una cuerda chillona y Courvoisier a lo suyo, explotando todos los recursos sonoros del instrumento y de sí misma, desde la madera, las cuerdas, codos o antebrazos. Un festival de ritmos y contrastes que también admitieron ciertos momentos de calma. Como unas gotas de lluvia resbalando de una hoja tras la tempestad.
El dúo terminó con muy buenos tiempos y rápidamente ya estaban Mary Halvorson y Miles Okazaki disparando corcheas con sus guitarras en una audición algo más fusionera. Un sonido del hiperespacio proyectado desde sus escopetas que provocaba carcajadas cuando, tras la hecatombe, sonaba la popular cadencia de 'chim pum' siempre tan evidente. Llegaron los cellos de Friedlander y Michael Nicolas para intentar rebajar tensión, pero Zorn no estaba por la labor. Los melodiosos y nostálgicos instrumentos se convirtieron en androides hablando en código, provocando incomodidad con agudísimos imposibles y angulosas armonías con los que parecían burlarse de nuestros ordinarios oídos. Pero Zorn siempre quiere más. Habíamos pasado el ecuador del show y podía correr riesgo de decaimiento, así que sacó la artillería pesada. «Esta es la versión punk de las Bagatelles» anunció el mencionado y entonces tres jóvenes llamados Trigger (gatillo en inglés) abrieron fuego a discreción. Cayeron los primeros damnificados de cabello canoso, arrastrando los pies hacia el letrero de 'Salida', mientras el bajista Hanes aún pedía más volumen a los técnicos.
Flequillos despeinados en las primeras filas para dar la bienvenida a Craig Taborn 'en solitude' al piano. El estadounidense demostró una gran independencia entre ambas manos que parecían relatar discursos por separado, abruptos y entrecortados. A pesar de su virtuosismo irrepetible transmitió menos que el resto de corredores, algo más espectacularizados y viscerales. El trío de John Medeski puso punto y final a la primera etapa de ayer con gran potencia rockera y un marcado groove en formato clásico que no impedía abrir los temas hacia el éter de un Zorn muy satisfecho.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión