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Canción protesta y desenfado jazzero en el arranque del Jazzaldia
Jazzaldia 2019 ·
La inextinguible voz de Joan Baez y el arrojo de Jamie Cullum convocan a varios miles de personas en la Zurriola en la inauguración más calurosa y multitudinaria de los últimos añosVarios miles de personas han asistido esta noche a la inauguración del Jazzaldia más calurosa y multitudinaria de los últimos tiempos, protagonizada por la ... inextinguible voz de Joan Baez y el desenfado jazzero de Jamie Cullum. El termómetro marcaba 25 grados cuando la estadounidense comenzó a desgranar sus canciones protesta poco antes de las 21.00 horas y en esa temperatura seguía cuando el británico concluyó su explosiva actuación hacia las 1.30 horas.
En contra de lo que suele ser habitual en el Escenario Verde de la Zurriola, la actuación de Jamie Cullum se alargó hasta dos horas en las que el músico aprovechó para presentar 'Taller' (2018), su último disco, además de sus grandes éxitos. Con una sólida banda de cuatro instrumentistas y dos coristas, la cuarta visita del casi cuarentón tuvo un sabor eminentemente soul, aunque el líder se permitió múltiples devaneos sonoros, incluida una breve incursión electrónica.
Recurrió a la pirotecnia habitual y sacó chispas de su voz y del piano. Por supuesto, pegó el habitual brinco desde lo alto de su instrumento y aceptó de buen grado la petición de dos niños del público que quisieron saltar ayudados por él. Al final, se deshizo en elogios a la ciudad y sus gentes e incluso improvisó una tonada dedicada a Donostia, donde ha pasado unos días estupendos junto a su mujer y sus hijos.
Icono de la canción folk
Basta con retroceder 50 años para obtener una imagen fidedigna del lugar que ocupa Joan Baez en la historia de la música contemporánea. En agosto se celebra el aniversario de Woodstock, que tuvo lugar hace medio siglo cuando Baez ya era un icono de la canción folk con diez años de carrera. No en vano, la reina de la canción protesta fue uno de los cabezas de cartel de aquellos «tres días de paz y música» en los que se actuaron artistas aún desconocidos como Joe Cocker o Santana.
El Jazz Band Ball inaugural brindó la oportunidad de disfrutar de una leyenda viva sin parangón en su ámbito. Inmersa en la 'Fare Thee Well', anunciada como su gira de despedida, la voz contestataria de Joan Baez obró el hechizo en la Zurriola y varios miles de almas cantaron con ella inolvidables gemas con múltiples guiños a las causas sociales que lleva seis décadas defendiendo.
Baez, 78 años y medio, apareció en escena con aspecto radiante y juvenil, vestida de negro y con fular púrpura. Se presentó con 'Don't Think Twice, It's All Right', el primero de varios guiños a Bob Dylan y un tema que éste ya cantó en la misma playa en su 'Concierto por la Paz' de 2006. Le escoltaba una sobria pero exuberante banda de aires country y folk formada por el multiinstrumentista Dirk Powell y el percusionista Gabriel Harris. Precisamente, este último es el hijo que la intérprete esperaba cuando actuó embarazada en Woodstock, mientras su marido David cumplía condena por liderar una organización contra el reclutamiento militar.
La artista se quedó sola para demostrar su habilidad con los arpegios de guitarra y recordar 'Llegó con tres heridas', sobrecogedora letra de Miguel Hernández musicada en su día por Joan Manuel Serrat. El grupo regresó con el añadido de Grace Strumberg, la vocalista que en varios momentos del show escoltó a Baez, que ya ha reconocido que su voz de soprano, hoy más rasgada, no alcanza los agudos de antes. Juntas cantaron 'Me and Bobby McGee', con recuerdo para Janis Joplin antes de utilizar una vieja canción de Woody Guthrie, 'Deportee', para abordar el candente tema de los refugiados. Hubo nueva visita al cancionero dylanita con 'It Ain't Me Babe' y luego recurrió a su propio repertorio con su éxito 'Diamonds & Rust', en el que Joan Baez describe con dos palabras los vaivenes de la agridulce relación que tuvo con el bardo de Minnesota: diamantes y óxido.
Tras 'No More Auction Block / Oh, Freedom', el momento góspel que rememoró su lucha por los derechos civiles junto a Luther King, llegó uno de los instantes más esperados. «Tenéis que ayudarme con esta canción», rogó antes de abordar una poco ensayada versión del 'Txoria txori' de Laboa y Artze. Conoce la pieza desde que la cantó en 1988 en la plaza de toros de Bilbao, pero anoche patinó y se quedó en blanco varias veces pese a tirar de atril. No fue mayor problema y el público le perdonó los deslices llevando la voz cantante en esa suerte de himno común en el que se pueden reconocer todos los vascos y que Laboa también cantó, nervioso, en aquel 'Concierto por la paz'.
Un bis no previsto
De su último disco , 'Whistle Down The Wind' (2018), ofreció, sola con la guitarra, la emocionante 'President Sang Amazing Grace', una oda a Barack Obama escrita por Zoe Mulford tras la masacre de Charleston en 2015. La inmortal 'Suzanne', de Leonard Cohen, y 'Joe Hill', en homenaje al malogrado sindicalista, fueron los nombres propios que antecedieron a otros grandes clásicos del último medio siglo: el público se vino arriba en los «la-la-lai» de 'The Boxer', de Simon and Garfunkel, y en 'House of The Rising Sun', popularizada entre otros por The Animals, la banda adoptó un color blues. 'Turn Me Around' la convirtieron en un himno de empoderamiento femenino tras el que llegó una adaptación casi rumbera del célebre 'Gracias a la vida' de Violeta Parra. Tras una larga ovación, tomó imágenes de la abarrotada playa con su teléfono móvil y para los bises reservó, por última vez, a Dylan y, por primera, a John Lennon: 'Forever Young' sonó conmovedora e 'Imagine', himno de himnos, fue coreado con fervor hippie por la multitud.
Procedió a despedirse con 'Here's To You, Nicola and Bart', compuesta junto a Ennio Morricone en recuerdo de los anarquistas Sacco y Vanzetti, y con su conocida versión del 'No nos moverán', aquel símbolo antifranquista que Baez cantó en 1977 en Televisión Española tras cancelarse el concierto que esos días debía ofrecer en el Velódromo de Anoeta. Y tan a gusto parecía que tras piropear a la audiencia y al paisaje, reapareció con una propina no prevista, el arrebatador clásico del folk 'Fare Thee Well (Dirk's Song)'. La deuda de Anoeta quedó saldada con creces en una vibrante función de hora y cuarto en la que demostró ser mujer de inamovibles convicciones artísticas y políticas. Ya lo dijo en la penúltima canción: como un árbol firme junto al río.
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