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El indie pop de Zahara y Dorian ahuyenta la tormenta
La artista andaluza y la banda catalana ofrecieron anoche sendos conciertos que estuvieron a punto de suspenderse por la intensa lluvia
Aunque por momentos la organización barajó la suspensión debido a la climatología adversa, finalmente el Escenario Verde albergó sin mayores contratiempos los conciertos de Zahara ... y de Dorian. Quiso la casualidad –o tal vez fue algo buscado por los programadores– que dos de los más importantes nombres del indie pop español coincidieran en la misma jornada y lograran sumar fuerzas para ahuyentar la tormenta.
Los catalanes Dorian cerraron la doble función de anoche sin que cayera una sola gota durante su hora y media de concierto en el que aprovecharon para presentar 'Justicia universal' (2018), su último trabajo. El quinteto llenó la playa de oscuridad con un repertorio levantado sobre guitarras, sintetizadores y letras que, especialmente en el nuevo disco, tienen un marcado carácter político.
El líder de la banda, Marc Gili, no cesó de espolear al bailongo público, que coreó temas como 'La isla', 'Verte amanecer', 'Los amigos que perdí', 'Cometas', 'Arrecife' y, por supuesto, 'Cualquier otra parte' y 'La tormenta de arena', que fueron los himnos que dieron fin a la función. Tras confesar que tenía pendiente actuar en Donostia, el grupo agradeció el apoyo de quienes llevan siguiéndoles más de 15 años, mientras que a quienes les veían por primera vez les dieron la bienvenida a la familia Dorian.
Pero vayamos al principio de la noche y a la tormenta que descargó sobre Donostia hacia las 20.00 horas. Algún supersticioso pensará que la culpa fue de Joe Jakcson, que en su conciertazo del Kursaal tentó a la suerte al cantar 'Rain'. «Parece que esta noche va a llover y a mí me encanta la lluvia», confesó en tono gafe el británico. Ver llover puede ser y es maravilloso, por supuesto, especialmente si estás a cubierto, como era el caso de Jackson. Ahora bien. Ser destinatario de una despiadada tromba de agua cuando tienes que protagonizar, ver o cubrir un concierto al aire libre es muy distinto.
Hacia las 20.00 horas, la lluvia comenzaba a arreciar y la playa de la Zurriola presentaba el mismo aspecto que la boca de un lobo. Rayos, truenos y centellas cayeron sobre la playa y las actuaciones de las terrazas del Kursaal fueron suspendidas. El backstage del Escenario Verde, donde el patrocinador cervecero tiene su sede social, se quedó sin luz y los técnicos cubrieron con plásticos y distintas protecciones los instrumentos del concierto de Zahara.
Mientras la organización del festival vinculaba una posible suspensión a la duración de la tormenta, Zahara escribía en su cuenta de Twitter: «Está lloviendo locamente, pero en principio se mantiene el concierto en @jazzaldia. Esperaremos a las 21.00 y os contamos. Gracias por la paciencia. Nos morimos de ganas de tocar. Ojalá sea (emoticono de corazón)».
En principio, la norma general del Jazzaldia es mantener los conciertos aunque caigan chuzos de punta, como era el caso, y suspender sólo por causa de fuerza mayor, a saber: que el viento amenace la estructura del escenario y peligren las vidas del artista y los espectadores. Pero a falta de 15 minutos para la hora de inicio, la luz se hizo en el backstage, regresó la música pregrabada al escenario y la posibilidad de una cancelación casi segura se disipó milagrosamente.
«Un subidón muy fuerte»
Con un inusual pero comprensible retraso de 15 minutos, María Zahara Gordillo Campos (Úbeda, Jaén, 1983) apareció en escena en mitad de la sintonía de 'Expediente X'. Por supuesto, la primera canción fue 'David Duchovny', actor que en la célebre serie televisiva encarnaba a aquel agente que quería creer en los OVNI y otros fenómenos paranormales. Y es que el cuarto trabajo oficial de Zahara, 'Astronauta' (2018), es un disco conceptual que se nutre del imaginario espacial para contar distintas historias cotidianas entre las que también destaca 'El fango', sobre la pertinencia de soltar lastre de personas indeseables.
«Muchísimas gracias, qué pasada, de verdad, pensábamos que no íbamos a tocar y veros ahí es un subidón muy fuerte. Eskerrik asko!», agradeció a una audiencia lógicamente inferior a la de la víspera inaugural pero entregadísima y muy cantora en las primeras filas. Con vestido azul de lentejuelas y su habitual simpatía, compareció acompañada por toda una superbanda formada por los ilustres Martí Perarnau (teclados) y Manuel Cabezalí (guitarra eléctrica), y el compenetrado tándem que integran el batería Carlos Sosa y el bajista Pablo Pérez, la sección rítmica de Fuel Fandango. Todos menos la líder, que ocasionalmente tocó la guitarra acústica, lucían chaquetas de astronauta.
106.600 personas en el arranque más multitudinario
El pasado miéroles la apertura de la 54ª edición del Jazzaldia fue la más multitudinarias de la historia. Según datos facilitados por la organización, 106.600 personas asistieron a los conciertos celebrados en el Escenario Verde y en las terrazas del Kursaal. Sólo Joan Baez convocó a 44.000 personas mientras que Jamie Culum llegó a 53.000, por lo que superó en 3.000 su propio récord de 2013, registrado en el mismo escenario. La playa fue un hervidero de gente que llegaba desde el escenario hasta las piscinas del club Tin-Tin y más allá. Y en sintonía con el 'No nos moverán' que cantó Baez, el termómetro permaneció estático durante seis horas en la misma temperatura: 25 grados centígrados.
Su último trabajo y el anterior, 'Santa' (2015), del que escogió piezas como 'El deshielo' y 'Multiverso', acapararon casi toda la atención. De 'La pareja tóxica' (2012) apenas rescató un par y, salvo error u omisión por el envío urgente de estas líneas, no hubo representación ninguna del disco de sus inicios, 'La fabulosa historia de...' (2009). Se diría que Zahara ya no se reconoce tanto en aquella artista que comenzó en clave de cantautora tradicional y ahora se siente más cómoda con un pop moderno y versátil que ha ganado en profundidad lírica y, sobre todo, sonora: hay más electricidad, más capas, bases y texturas sintéticas.
Alternó medios tiempos y canciones marchosas aptas para el baile, siempre con voz imponente. Casi como una oración pagana sonó 'Inmaculada decepción', que terminó desembocando en una rockerísima 'Crash' y en el tramo del concierto más duro, entre el hard rock y la lisergia. En 'Guerra y paz', la pieza que en el último álbum canta a dúo con Santi Balmes (Love of Lesbian), le acompañó Perarnau, que además de explosivo teclista es el líder del grupo Mucho. Y sin asomo de lluvia, Zahara osó cantar 'El diluvio universal', sabedora de que esta especie de vals in crescendo no trata de cuestiones climatológicas sino de un naufragio sentimental.
La popera 'Bandera blanca' y la oda a la amistad 'Caída libre' dieron paso a la última canción, 'Hoy la bestia cena en casa', presentada con un reproche a la izquierda española por su imposibilidad de «llegar a un maldito acuerdo» de gobierno. Entre 'miau' y 'miau', el himno feminista de Zahara deja bien clara su postura con respecto a los defensores de la gestación subrogada. «Si eres tan valiente / préstame tú tu vientre / Véndeme los hijos / Que tengan tus hermanas». Mientras la artista bailaba locamente, la pantalla trasera proyectaba un vídeo que daba un buen repaso a los 'replicantes' dela clase política española. Y así, en mitad de una gran ovación y mientras sonaba 'Starman' de Bowie (ese otro enamorado del espacio) se despidió Zahara, la astronauta que con su música logró ahuyentar una tormenta de dimensiones siderales.
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