Akelarre de lluvia y fuego

Era la segunda vez que los de Mungia pisaban el Escenario Verde, donde ya actuaron hace seis años al poco de presentar 'Eurie' (2013), su debut. Anteayer saltaron a la misma plaza muy crecidos y entonadísimos desde el inicio con 'False Step' y 'Haunted House', de aquel primer disco, aunque el grueso del repertorio lo integraron temas de 'Hamen' (2016) y 'Render Me Numb, Trivial Violence' (2018), los trabajos que les han granjeado una posición preeminente no sólo en el Estado, sino también en la escena internacional.

El cuarteto fue disparando a discreción con 'Off Your Shoes', 'Maskenfreiheit', 'Nomad' y 'Track sei', que cayeron como metralla sobre la Zurriola. La desbocada guitarra de Josu marcó el paso junto al implacable latido rítmico de Lore y Lander, que tras su batería también lanzó las potentes bases electrónicas de temazos como 'Mum'. «¡No os vayáis!», grito la cantante a los escasos cobardes que huían cuando empezó a llover y tocaron 'Fire Alarm', 'Nice Church' y 'Render Me Numb'. Fue ella, Cris, la principal protagonista de la noche. Cada vez mejor frontwoman, derrochó animalidad y poderío escénico sin que su energía decayera jamás durante hora y media.

Quizá un poco más de agua habría sumado aún más épica al conjunto, pero en 'Lungs' la lluvia ya había cedido a la presión del fogoso rock de la banda. La locura se desató con la abrasiva 'Zaldi baltza' y antes de despedirse con 'Eat Me' dedicaron la inédita 'AKLR' (akelarre) «a todas las brujas que hay aquí esta noche». En los bises sonaron 'Stumble', 'Sea of Confusion' y 'Over The Edge', una andanada contra la violencia machista en la que pidieron «un pogo de pavas» (chicas) como el que provocaron el pasado jueves en Bermeo. Aunque lo más coreado fue el citado 'Sea of Confusion', himno que les dio a conocer, el concierto demostró que ha sido superado por un sinfín de canciones posteriores: tal es el crecimiento experimentado por un grupo que, de momento, no conoce techo. La hoguera de Belako tiene fuego para rato.