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ILUSTRACIÓN IVÁN MATA
Itinerario político-literario

Itinerario político-literario

SANTIAGO AIZARNA

Sábado, 22 de septiembre 2018, 08:32

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Cinco grandes firmas ( Stendhal, Tolstói, Roger Martin Du Gard, Malraux y Pasternak) junto con otras muchas citadas, son las aquí convocadas por Nicola Chiaromonte (Rapolla, 1905 - Roma, 1971), filósofo y crítico literario, testigo muy activo de grandes aconteceres políticos y bélicos que se dieron en Europa justamente cuando en ésa su edad más propicia a la vivacidad y al esfuerzo personal asomaban a sus preocupaciones mentales y al hervor de su sangre joven.

Una breve semblanza suya en la solapa de este libro nos señala su trayectoria de aquel entonces. Un itinerario de andaduras entre políticas y literarias encontrando, sin buscarlas acaso, conexiones tangentes en su recorrido. Como lo fueron los que le hicieron participar en la lucha antifascista y tener que exiliarse a París y se nos cuenta, asimismo, de su presencia en la Guerra Civil española, que se vio obligado a abandonar por discrepar con los métodos comunistas y de cómo cuando advino la invasión nazi de Francia, se trasladó a Nueva York, donde destacó como defensor del socialismo libertario.

Se añade que las principales recopilaciones de sus ensayos son 'Silenzio e parole' (1978) y 'The Worm of Consciousness and Other Essays' (1977) y que su obra capital, esta de 'La paradoja de la historia', se publicó en Londres en 1970». (Esta versión tiene como traductor a Eduardo Gil Bera).

En un prefacio muy esclarecedor, nos señala Nicola Chiaromonte el origen de este libro, que lo fue del «modo menos premeditado», de cuando viviendo en París en 1952, «andaba dándole vueltas a la pregunta de por qué el estallido de la Primera Guerra Mundial había arruinado el socialismo, es decir, el esfuerzo más vigoroso e intelectualmente fértil por promover la causa de la justicia y la libertad en Europa. ¿Cómo podía una idea ser derrotada por un acontecimiento?», y es que, atendiendo a lo dicho por Rosa Luxemburg, «los bolcheviques accedieron al poder precisamente rechazando el socialismo democrático».

Entre los libros que, por aquel entonces ocupaban el tiempo y afán lectoral de Nicola Chioromonte, estaba la primera novela 'El verano de 1914' que un escritor laureado con el Nobel pero muy pronto injustamente olvidado (es difícil saber por qué) Roger Martin Du Gard dedicó a 'Los Thibault'.

Algo más tarde y a resultas de leer 'El erizo y el zorro', de Isaiah Berlin, se le vino a la memoria el en su opinión «ensayo más esclarecedor y agudo sobre la perspectiva de la historia», obra de Tolstoi, un escritor este considerado como el sumo maestro de la novela en el discurso como Nobel pronunciado por el autor de 'Los Thibault'. Una doble cita muy oportuna pues cuando, como escribe aquí Chiaromonte, «tanto en Tolstói como en Martin du Gard, aparece un concepto que transciende la perspectiva histórica de las cosas: el concepto del destino. Como si la gran confianza que tenían los hombres en su capacidad de controlar los acontecimientos hubiera contribuido de algún modo a la reaparición de la vieja figura del Destino».

A lo que añade, seguidamente que «ese es también el tema de las novelas de André Malraux, que intenta describir el papel del destino en relación con las tentativas conscientes del hombre para llevar a cabo la destrucción de la sociedad burguesa liberal y conseguir el establecimiento de un orden racional, nietzscheano y marxista. La cuestión planteada por Malraux es del mismo orden que la de Tolstói y Martin du Gard, aunque la actitud y respuestas de Malraux son diferentes. De hecho, son ambiguas de un modo típicamente contemporáneo. Estas reflexiones me llevaron a rehacer, ampliar y dar una nueva forma a un extenso ensayo que publiqué en Partisan Revieuw en 1948».

Aunque aparcado el tema en ese momento vuelve a él en 1966, con ocasión de una conferencia, y, en cuanto al «capítulo sobre 'Fabrizio en Waterloo' y el apartado a Pasternak, y las observaciones con que concluyo el libro sobre el presente como una época de mala fe, nacieron del deseo de mostrar otros aspectos de un problema que me ha ocupado durante muchos años».

Y, adelantándose a la pregunta que pudiera hacer el lector de «por qué he abordado a través de obras de ficción el tema de la relación entre la historia y el individuo, y el de la reaparición de la idea del destino en un mundo que parece haberse entregado al ideal del progreso», la respuesta es sencilla:

«Solo a través de la ficción y la dimensión de lo imaginario podemos aprender algo real sobre la experiencia individual. Cualquier otro enfoque está obligado a ser general y abstracto. Mi propósito en este libro ha sido presentar la cuestión de la relación de los hombres con los acontecimientos históricos tal como aparece en diferentes contextos. Y sentí que eso sólo podía hacerse partiendo de esa particular clase de verdad histórica que es la ficción y, más en particular, la gran ficción decimonónica, cuyo propósito declarado era ofrecer la historia verdadera, más que la oficial, del individuo y la sociedad».

Un gran trabajo en suma por las bandas históricas en las que se mece y por las dimensiones literarias que, para allegarse a ese su propósito, nos invita a recorrer.

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