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«Lo que más admiro de Chillida es su precisión»
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, grandes admiradores del escultor, se reencontraron este sábado con su obra en el museo Chillida Leku
Nerea Azurmendi
Sábado, 22 de febrero 2020
«Las esculturas se deberían ver siempre así, en libertad y en medio de la Naturaleza, enfrentadas a la luz del sol o de la luna o expuestas a los elementos», escribió Mario Vargas Llosa hace casi veinte años en un artículo que publicó tras una visita a Chillida Leku.
Este sábado volvió a disfrutar de las esculturas de Eduardo Chillida en medio de la naturaleza en el curso de la visita que realizó junto a Isabel Preysler a un museo que, tras permanecer varios años cerrado al público, reabrió sus puertas en abril del pasado año.
El viernes, el premio Nobel de Literatura presentó su última novela, 'Tiempos recios', en Bilbao; concretamente, en un evento que reunió a más de 200 personas en la Sociedad Bilbaína. La visita a Chillida Leku se desarrolló en un ambiente mucho menos formal. Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler llegaron acompañados por Santiago Bergareche, y fueron recibidos por Ignacio Chillida, que les acompañó en una visita que compartieron con un pequeño grupo de amigos y personas vinculadas al museo.
La pareja realizó la visita en compañía de amigos y de responsables de Chillida Leku
Antes de emprender el recorrido, en realidad un reencuentro con el espacio que creó Chillida, Mario Vargas Llosa reiteró su admiración por el escultor donostiarra y recordó el origen de la relación entre ambos, remontándose a un encuentro que tuvo lugar en Londres.
«Tuve la suerte de conocerlo en una exposición. Es una escena que recuerdo en detalle por la extraordinaria finura y elegancia con la que se expresaba y lo mucho que sabía sobre su propio arte, del que era muy consciente», afirmó.
El escritor de prosa a menudo exuberante se refirió a aquel primer encuentro con el artista parco en palabras recordando que «quedé muy impresionado con sus explicaciones, con el detalle con el que transmitía lo que le había costado crear su mundo a través de sus creaciones artísticas. Lo que más me impresionó entonces y lo que más admiro de Eduardo Chillida es su precisión».
Chillida ante su obra
Años más tarde, decía en la entrada de Chillida Leku, «vine a visitar el museo, y me impresionó». En la memoria de Isabel Preysler, que recordaba una cena con Eduardo Chillida y Pilar Belzunce, también quedó grabado el modo en el que el escultor se refería a su trabajo: «Lo explicaba todo matemáticamente». «Algo poco habitual en los artistas», apuntaba Vargas Llosa, quien recordaba una confidencia de Pilar Belzunce que este sábado tenía muy presente. La inseparable compañera de Chillida le contó que «cuando no había visitantes en el museo salía a ver sus propias esculturas, y pasaba horas sentado pensando, buscando distintas perspectivas de sus piezas».
Algo que no habría podido hacer este sábado, un día espléndido y muy concurrido en Chillida Leku, en cuyo aparcamiento, a mediodía, apenas quedaban plazas libres.