«Si algo intento con mis cuadros es que no sean un elemento decorativo»
El pintor Juan Antonio Barrenechea reúne en el edificio Carlos Santamaría 26 cuadros en forma de tormenta de colores, fruto de «una caligrafía salvaje»
«Si algo intento con mis cuadros es que no sean un elemento decorativo». Al amparo de esta premisa y también del espíritu de quienes ... pintaron la cueva de Altamira, el pintor Juan Antonio Barrenechea (Bilbao, 1958) reúne en la Sala Txillardegi del edificio Carlos Santamaría 26 cuadros que constituyen otros tantos 'bombardeos' cromáticos. Un año después de exponer 'Mirando al cielo' en la Basílica de Santa María, el arquitecto bilbaíno afincado en Donostia da continuidad en 'Color' a aquella muestra con una selección de acrílicos realizados a lo largo del último año y adscritos al «informalismo, la pintura automática, el gesto pictórico rápido y sin concesiones a la intervención de la razón, que deja sobre el lienzo una caligrafía salvaje».
Reconoce Barrenechea que hace ya tiempo que siente la llamada a un regreso a la pintura figurativa, pero considera que aún no ha llegado el momento. «Estoy pendiente de introducirla en mis próximos cuadros, pero no acaba de llegar y estas cosas deben llegarte. Pero la echo de menos». Por ahora, «me siento absolutamente cómodo en esta caligrafía salvaje».
Entre estas 26 pinturas las hay de distintos formatos: desde la más grande, de dos por dos metros, hasta los nueve de 1,14 por 1,45 o los cinco de un metro por un metro, todos fruto de una paleta de una docena de colores. En línea con la exposición de Santa María, esta muestra «es un juego puro y duro de pinceladas de colores distintos sin gestos premeditados y puestos a dialogar. Son intuiciones en color», con predominio del rojo, los ocres, celestes, ultramar, amarillos y blancos.
«Una obra solo mía»
Barrenechea encuentra satisfacción en la total ausencia de miedo que le produce pintar unos cuadros en los que, «por primera vez, tengo la sensación de que esta exposición reúne obra auténticamente mía. He visto muchísima pintura de todas las épocas y en toda mi obra ha habido influencias de unos y otros». Ya no es así, asegura. «El momento de mi verdad ha llegado con esta muestra. No sé cuál será mi futuro, pero mi presente es el que se refleja en estos 26 cuadros».
No tiene claro qué percepción causarán en el visitante de 'Color' los cuadros que conforman la muestra, pero sí las que ha sentido mientras los pintaba. «A veces producen relajación, pero otras ocasiones, convulsión porque la pintura no es un elemento decorativo, tal y como decían Le Corbusier. No son un objeto de deleite, sino una búsqueda, que a veces es convulsa y atormentada, y en otras ocasiones, placentera. Los cuadros son un elemento iniciático», asegura y aquí enlaza con la idea de que «las pinturas de Altamira no se realizaron en la entrada de la cueva para que fueran contempladas, sino que estaban en un recinto oscuro y reservado al chamán. La pintura era el objeto que utilizaba para generar trascendencia».
Sobre la exposición instalada en el edificio del campus donostiarra de la UPV/EHU, afirma que «hay mucho de Altamira aquí porque hay mucho rojo. Es un color que ha llegado por casualidad y, probablemente, para quedarse, aunque esto nunca se sabe».
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