Es muy probable que dentro de un tiempo recordemos el recital de ayer de Musikaste como una de esas citas que nos harán decir con ... orgullo: «yo estuve allí». Porque si es una evidencia que Miren Urbieta-Vega es una de las mejores voces de la actualidad, es probable que de continuar así sea difícil poder escucharla en casa dentro de un tiempo. La soprano formó un impecable tándem junto a otro enorme músico, el pianista Rubén Fernández Aguirre, para regalar pura belleza en un concierto en el que el único límite lo puso el exceso de reverberación de la iglesia.
Todo pareció fácil en la voz de Urbieta-Vega. Dotada de un instrumento bellísimo y poderoso, controló la emisión en todas las dinámicas y registros, jugando con el vibrato para ponerlo al servicio de la música, diciendo, emocionando. Pero el absoluto placer no habría sido posible sin la labor de Fernández Aguirre, gran consorte, solvente solista y tan brillante como si tuviera una orquesta en sus manos.
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