Fallece a los 81 años Fermin Leizaola,el etnógrafo de los pastores
El estudioso de la tradición rural vasca, que abandonó la dirección del departamento de Etnografía de Aranzadi en noviembre, deja un inmenso legado
A. C.
Martes, 17 de junio 2025, 00:06
Fermin Leizaola Calvo, considerado el etnógrafo de los pastores y gran estudioso de la tradición rural vasca, falleció ayer a los 81 años de edad. Donostiarra de nacimiento, abandonó la dirección del departamento de Etnografía de Aranzadi en noviembre pasado, tras 45 años en el cargo, y deja un inmenso legado de su obra y dedicación. El funeral en su memoria se celebrará mañana, a las 18.00 horas, en la iglesia de San Ignacio del barrio de Gros.
A Fermin Leizaola le gustaba la espeleología desde niño. Fue uno de sus profesores jesuitas quien le inculcó la afición por la mineralogía y las ciencias naturales. Las cuevas de los montes de Euskadi –en concreto, las de Aitzbitarte– fueron objeto de sus primeras topografías, labor que amplió formando equipo a su entrada a la Sociedad Aranzadi, a los 16 años, donde reinició el departamento de Espeleología. «De eso hace ya 65 años», recordaba hace unos meses a este periódico el etnógrafo donostiarra al teléfono.
En noviembre abandonó el cargo de director del departamento de Etnografía de Aranzadi y dio el relevo a la que fue su compañera los últimos cinco años, la historiadora Maite Errarte (Beasain, 1995). «Son ya 81 años los que tengo, muchísimas goteras y ya todo va cuesta abajo y sin freno. Además, hay que dar paso a la gente joven», explicaba el que fuera responsable de la unidad etnográfica durante más de 40 años.
El 8 de noviembre pasado Leizaola recibió un merecido homenaje en el marco de la 45ª edición de las Jornadas de Etnografía de Aranzadi, una iniciativa puesta en marcha por él mismo. Él fue el encargado de ofrecer la ponencia inaugural, bajo el título 'Algunos elementos de cultura material propios de Vasconia', y en el acto se le rindió tributo por su «importante trayectoria».
Tantas décadas de estudio, investigación y trabajo de 'campo' –también de docente– hicieron que Leizaola definiera la etnografía como «el estudio de las diferentes formas de vida de un pueblo. Se trata de una ciencia interdisciplinar que es, a su vez, muy joven, porque los primeros entendidos, etnógrafos, comienzan a finales del último tercio del siglo XIX, cuando salen los estudios de cada uno de los pueblos, de los grupos étnicos», explicaba a DV.
Sus fuentes de conocimiento, manuales de consulta y lectura habituales abarcaron la geografía, la medicina popular, la botánica, la geología, el folclore, la arquitectura tradicional y rural o la correcta interpretación de cuentos y leyendas. Temáticas que abarca en su colección de libros, que suma más de 20.000 ejemplares. A ese legado hay que añadir las más de 4.000 piezas etnográficas que Leizaola cedió a Gordailua, Depósito de Patrimonio mueble de Gipuzkoa. Una colección de piezas relativas a oficios tradicionales como herramientas de carpintería (garlopas, sierras antiguas, etc.), objetos cotidianos de la vida tradicional, ajuares domésticos, cerámica popular... Objetos, algunos, que pertenecen a oficios y formas de vida ya desaparecidas en Euskal Herria.
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