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Octavio Villa
Viernes, 12 de noviembre 2021, 12:05
Ha sido un proceso largo (se inició en 2005, aunque oficialmente los trámites comenzaron con los preparativos para la declaración de la cultura sidrera asturiana como Bien de Interés Cultural Inmaterial (BIC) en 2014), y aún queda al menos un año de deliberaciones, pero el principal filtro para conseguir que la cultura sidrera de Asturias sea declarada por la Unesco como Patrimonio Mundial Inmaterial se cumplió este jueves en Menorca, en la 89ª reunión del Consejo de Patrimonio Histórico Español.
En su deliberación, el consejo, presidido por el secretario general de Cultura y Deporte, Víctor Francos, tuvo en cuenta que el expediente presentado por el Principado define la cultura sidrera asturiana como un «conjunto de prácticas vinculadas a procesos de producción, distribución y consumo de sidra natural que los habitantes del territorio asturiano vienen desarrollando, al menos, desde la Alta Edad Media», lo que da cuenta de su tradición y arraigo. Y de ese arraigo se desprende que para el asturiano la sidra y su cultura es mucho más que una bebida: «El gusto por la sidra constituye en Asturias un particularismo alimentario fruto de las relaciones y vínculos generados en el tiempo entre un producto de la tierra de origen campesino, un territorio y una población».
También pone en valor que «generaciones de personas han desarrollado conocimientos locales y desplegado prácticas generadoras de espacios de producción y de consumo idiosincrásicos que persisten en la actualidad. Su riqueza cultural se refleja en un vocabulario específico y original en lengua asturiana». Esta es una de las causas de que se proponga la cultura sidrera asturiana como «diferenciada de las de otras zonas europeas productoras (País Vasco, Normandía, Bretaña o Inglaterra».
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En este sentido, el Consejo entiende que «este conjunto de prácticas constituye un elemento identificador de lo asturiano, mostrándose como uno de sus principales emblemas y estimulando la formación y el refuerzo de vínculos sociales que confieren pertenencia y continuidad a la comunidad asturiana», según explicó al Consejo el grupo de trabajo formado en el Principado por representantes de la DOP Sidra de Asturias, antropólogos, historiadores y estudiosos. Se trata de una iniciativa realmente colectiva de Asturias, de la que el diario El Comercio forma parte en calidad de embajador, con un compromiso en ayudar a impulsar y mejorar el sector.
El proceso pasa ahora por la presentación de la candidatura por parte de España ante la Unesco, en marzo de 2022 y, en principio, tras un largo proceso de validación, podría ser evaluada en algo más de un año. La consejera de Cultura, Berta Piñán, calificó el de ayer de «paso decisivo» y subrayó el carácter de la cultura asturiana de la sidra como «emblema de la sociedad asturiana, que la siente como suya, se identifica con ella y la respeta.
Además, Berta Piñán añadió que la sidra «no solo es un producto fundamental de la economía asturiana, sino que también es un referente en lo simbólico, clave para que los asturianos y asturianas nos reconozcamos en esta identidad colectiva, asociada como casi ninguna otra a Asturias. Una cultura con una personalidad diferenciadora, que tiene que ver, por supuesto, con otras zonas de Europa, pero ve una identidad especial, marcada, sobre todo, y de una forma muy específica, por la manera típica y exclusiva de servir la sidra, lo que conocemos como 'escancíau', que es una práctica que aporta precisamente ese grado de diferenciación».
Desde la Consejería se indicó que la aprobación, en la que se confía plenamente, de la candidatura «reforzaría el sentimiento de estima que la comunidad siente hacia su producto más identitario» y que «contribuiría de modo decisivo a difundir el respeto por unas prácticas y tradiciones que dan sostenibilidad al mundo rural autóctono». Pero desde el Principado también se piensa en el impacto que la declaración por parte de la Unesco tendrá para la economía regional, en particular para el campo: «También ayudaría a revitalizar las actividades agrarias ligadas a la producción de la bebida y a dinamizar el sector, además de impulsar las actividades turísticas y hosteleras».
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