Eresbil ha sacado a la luz el antiguo archivo musical de Arantzazu
La recatalogación del fondo, que ha deparado algunas sorpresas, ha sido presentada como la actividad más relevante de 2019 en el balance anual realizado por el Archivo Vasco de la Música
Para los responsables y el equipo de Eresbil, el Archivo Vasco de la Música ubicado en Errenteria, 2019 será el año en el ... que perdieron a una de sus principales referencias, su creador José Luis Ansorena, que falleció el 1 de mayo y a cuya memoria dedicarán la edición de 2020 de Musikaste, el certamen de cuya creación también fue artífice Ansorena, que tendrá lugar del 15 al 23 de mayo.
Con José Luis Ansorena en el recuerdo ha iniciado el director de Eresbil, Jon Bagüés, el balance de las actividades que la entidad ha desarrollado en 2019 y la presentación de las previstas para 2020, que seguirán muy orientadas a reforzar la presencia de las actividades y los contenidos de Eresbil en la red.
A lo largo de 2019, el Archivo Vasco de la Música ha acometido o culminado muchos proyectos, pero hay uno, fruto de dos años de trabajo, que destaca sobre los demás y ha sido presentado por Jon Bagüés como «el que más ilusión nos hace»: la recatalogación del antiguo archivo musical del santuario de Arantzazu, el único vestigio documental de la actividad de la comunidad franciscana que sobrevivió al incendio provocado en el marco de las guerras carlistas, que devastó el santuario en 1834. Los documentos se salvaron, justamente, porque al ser antiguos y no estar en uso permanecían amontonados en la torre de la iglesia, el único elemento arquitectónico que permaneció en pie.
El material, un «conjunto de partituras, tanto manuscritas como impresas, que sirvieron para el culto y también para el entretenimiento de la comunidad de frailes franciscanos» ya era conocido y había sido catalogado con anterioridad. La catalogación más reciente, la más completa y adaptada a los estándares académicos y profesionales modernos, la realizó de hecho el propio Bagüés. Fue su tesina de licenciatura en la Universidad de Barcelona; la presentó en 1977 y se publicó dos años después.
De anónimos a identificados
Ahora, después de que entre los años 2004 y 2005 se digitalizara, se ha vuelto a revisar completamente, se ha procedido a un completo análisis documental, se han realizado fichas catalográficas de cada documento según las normas internacionales y se le ha dado al fondo una visibilidad de la que antes carecía, gracias a una página web específica muy completa-Arantzazu Musikan- y mediante su inclusión en el RISM, el Repertorio Internacional de las Fuentes Musicales, un proyecto internacional que es la referencia ineludible para todos los musicólogos.
Tal como ha indicado Mark Barnés, que ha llevado a cabo la catalogación, ha sido un «trabajo complicado» que ha deparado más de una sorpresa. Así, el análisis exhaustivo de las 1.834 obras que componen el archivo, la mayoría de las cuáles están escritas entre el siglo XVII y la fecha del incendio y posterior clausura temporal del santuario, ha permitido dotar de identidad a autores que hasta ahora permanecían anónimos, «incrementando el valor del documento», en palabras de Bagüés.
Tal como indican en la propia web, que además de ofrecer acceso al catálogo ofrece información de contexto muy interesante, «con la incorporación de las obras impresas el número de compositores representado en el antiguo archivo musical de Arantzazu alcanza la cifra de 203 (frente a los 177 del catálogo impreso)«, con un destacado protagonismo de los años centrales del siglo XVIII. A pesar de que el número de anónimos se ha reducido gracias a la nueva información que se ha obtenido, por ejemplo, consultando y comparando en la base de datos del RISM, sigue predominando la música sin autor conocido.
El proceso ha permitido igualmente atribuir correctamente la autoria de algunas obras, y completarla e identificarla en el caso de otras. En total han sido más de 50 las autorías que han sido modificadas.
También se ha comprobado que el archivo de Arantzazu, además de mucha música compuesta por miembros de la comunidad y del País Vasco, contaba con partituras de los principales autores españoles de la época y de las grandes figuras internacionales como Mozart, Beethoven o Haendel.
Por otra parte, 2019 ha vuelto a ser un buen año para el enriquecimiento de los fondo documentales de Eresbil, que alcanzan ya los 263.395 documentos, la mayoría de los cuales son audiovisuales, seguidos por las partituras. El año que acaba de terminar se han incorporado, mediante donación en la mayoría de los casos, la tercera entrega de los fondos de Tomás Garbizu, las grabaciones sonoras de Joxean Artze, así como los fondos de Kresala Euskal Dantza Taldea, Patxi Oliden, Pedro Aldana y Juan Etxebeste. Bagüés ha indicado que «llama la atención por lo inesperado el conjunto de documentos relacionados con la figura del P. Donostia» que ha donado la familia Urreta-Zulaika.
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