Emoción, ma non tanto

Las mujeres del Orfeón –ayer 33– abrieron el concierto con las 'Letanías a la Virgen negra' de Poulenc, con cuerda y timbales. Obra breve, delicada y muy espiritual, sirvió de preparación de ambiente para la 'Misa de los pescadores' de Fauré, escrita para la misma formación pero con el añadido de clarinete, flauta, oboe y órgano. En ella destacó tanto la calidez y expresividad de la cuerda y del viento-madera de la orquesta como la vocalización de las chicas del Orfeón, un tanto limitadas en proyección, quizá por las mascarillas o por su colocación.

Víctor Pablo Pérez ofreció una lectura más contenida que dramática de 'Cristo en el monte de los olivos', para orquesta, coro mixto y tres solistas, todos magníficos. El tenor Airam Hernández, de limpio timbre e importante emisión, convenció como Jesús. De igual forma, la soprano Iwona Sobotka, en su rol de Serafín, defendió con más que solvencia los exigentes agudos. Muy bien el bajo Frederic Jost, a quien escuchamos junto a Carmen Artaza en San Temo y que hizo el breve papel de San Pedro. El Orfeón y la orquesta resultaron igualmente eficientes y cálidos, si bien la obra contó con una lectura comedida y algo falta de brillo, especialmente en el final.