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Segunda fase cromática del proyecto para la creación del Náutico, que refleja la influencia racionalista. AUTORES

Cuando el Náutico de San Sebastián no era blanco

Estudio ·

El análisis de la composición de color del icónico edificio evidencia su origen polícromo y diferencia tres fases influenciadas por la vanguardias artísticas

Carlos Rodríguez Vidondo

San Sebastián

Martes, 16 de noviembre 2021, 06:43

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El Real Club Náutico de San Sebastián ha sido y es objeto de estudio en las facultades de arquitectura de medio mundo por ser considerado uno de los ejemplares más emblemáticos del movimiento racionalista. Pero la realidad es que sus arquitectos, Aizpúrua y Labayen, nunca idearon un edificio en color blanco, como ha sido popularmente conocido. Esa es la conclusión a la que han llegado María Senderos, José Javier Pérez e Iñigo León, profesores del Departamento de Arquitectura de la UPV/EHU, tras una ardua labor de investigación y datación.

En su estudio 'El proceso experimental de composición del color en el Real Club Náutico de San Sebastián, edificio polícromo', que ha sido recientemente publicado en la revista Expresión Gráfica Arquitectónica (EGA), identifican las fases cromáticas fundamentales por las que ha pasado el Náutico desde que se fraguara sobre una antigua piscifactoría de piedra y arenisca junto a la fachada oeste del Gran Casino (actual casa consistorial).

Una investigación que comenzaron hace casi tres años y que hoy es motivo de sorpresa para propios y ajenos. «El racionalismo se asocia históricamente al color blanco, por lo que nada hacía intuir que el Náutico, como paradigma del estilo, hubiera sido de otro color» recuerda María Senderos, profesora e investigadora en expresión gráfica. «Pero revisando en los artículos de la época se pueden leer descripciones muy exhaustivas y muy bien descritas de los colores, así que empezamos a pensar que teníamos una idea errónea».

Las fases cromáticas

  • 1929-30 Primera fase que coincidió con la construcción del edificio, influencia racionalista

  • 1930-39 Segunda fase que dio continuidad a un proceso de experimentación y cambio de color

  • 1939 Tercera fase, una vez finalizada la guerra se reabre el edificio ya pintado de blanco

Es en ese momento en el que comienza una labor de documentación que contaba con una ínfima bibliografía pero que, pese a ello, «resultó muy entretenida, porque la datación de las fotografías fue un trabajo con lupa de detective: comparábamos detalles, veíamos si un edificio aparecía o desaparecía entre fotos aparentemente sacadas el mismo día, si los personajes retratados vestían de igual forma...». Se recopilaron imágenes del archivo de Kutxateka, textos de artículos de prensa y revistas especializadas de principios de siglo XX que mostraban el edificio en instantáneas tomadas durante la visita del rey Alfonso XIII a la ciudad en 1930 en un día de regatas; también noticias sobre el temporal de 1934 que ocasionó importantes daños; o el acto militar de reapertura del Náutico en julio de 1939.

Primera versión del Náutico con inspiración neoplasticista.

«Como las fases de color son tan seguidas y las fotografías no siempre están datadas, fue muy laborioso. Además, hoy en día ya es difícil encontrar testimonios de gente que lo viviera personalmente» explica Senderos. Pero finalmente fue posible establecer diferentes fronteras temporales por las que fue transitando el edificio.

Una hipótesis colorista

Todo parte en 1928 cuando, debido al creciente turismo aristocrático de la ciudad, se encarga el proyecto de ampliación a los jóvenes arquitectos José Manuel Aizpúrua y Joaquín Labayen y su 'nuevo ideario arquitectónico' influido por el estilo francés. En esta etapa —que los autores del estudio denominan 'de ideación'—, se pasó por dos proyectos, el primero de los cuales generó una enorme polémica y rechazo por «dañar los intereses generales de la población» por lo que fue sustituido. «Realmente hemos imaginado lo que pudieron idear en función de sus trabajos preliminares, las obras que admiraban y la inspiración cromática neoplasticista del Restaurante Ulía, que presentaba un alzado muy similar». Se cree que en estos bocetos se trabajó con planos de color sobre elementos geométricos como paramentos curvos, zócalos y voladizo, muy marcado por el pintor Piet Mondrian y la arquitectura de la Casa Schrödes. En cualquier caso «se trata de una hipótesis propositiva, dado que la mayor parte de la documentación perteneciente a este periodo desapareció durante la Guerra Civil».

Arriba, el Náutico en 1915. Se extendió la lona a toda la terraza que, por aquel entonces, era conocida como «la bombonera». Debajo, Franco y su séquito a su paso por el edificio en una visita oficial a Donostia en los años 40. Derecha, destrozos causados por el temporal de 1934 que anegaron las dependencias interiores del Club Náutico. Kutxateka
Imagen principal - Arriba, el Náutico en 1915. Se extendió la lona a toda la terraza que, por aquel entonces, era conocida como «la bombonera». Debajo, Franco y su séquito a su paso por el edificio en una visita oficial a Donostia en los años 40. Derecha, destrozos causados por el temporal de 1934 que anegaron las dependencias interiores del Club Náutico.
Imagen secundaria 1 - Arriba, el Náutico en 1915. Se extendió la lona a toda la terraza que, por aquel entonces, era conocida como «la bombonera». Debajo, Franco y su séquito a su paso por el edificio en una visita oficial a Donostia en los años 40. Derecha, destrozos causados por el temporal de 1934 que anegaron las dependencias interiores del Club Náutico.
Imagen secundaria 2 - Arriba, el Náutico en 1915. Se extendió la lona a toda la terraza que, por aquel entonces, era conocida como «la bombonera». Debajo, Franco y su séquito a su paso por el edificio en una visita oficial a Donostia en los años 40. Derecha, destrozos causados por el temporal de 1934 que anegaron las dependencias interiores del Club Náutico.

Sin embargo, sí existen certezas de cómo fueron las etapas posteriores a su inauguración el 15 de agosto de 1929. Los trabajos de Le Corbusier y de Mies van der Rohe calaron en Aizpúrua, lo que provocó una reorientación de los colores vivos y contrastantes del neoplasticismo, a los tonos pastel del racionalismo: líneas sencillas y funcionales, con materiales de orden industrial (acero, hormigón, vidrio). En las publicaciones de la época se habla de una paleta formada por grises, azules crudos, castaños en escaleras y carpintería metálica en negro, que los autores enmarcan en una primera fase de 1929 a 1930. La crítica internacional lo celebró con entusiasmo, lo que permitió que el Náutico fuese representante estatal en la exposición de 1932 del MoMA de Nueva York.

Durante toda la década de los años 30 se refleja un periodo de experimentación en el que se produjeron ciertas modificaciones en los paños exteriores, dirigidas hacia los tonos pálidos, como el blanco y el crema. Cambios motivados, en parte, por el temporal del 18 de marzo de 1934 cuyas olas destrozaron vidrios, anegaron las dependencias interiores y destruyeron la escalera sur. «Hacían muchas pruebas y experimentaban muchísimo en los primeros años, aunque después del temporal sí detectamos ciertas sombras que habían cambiado» explica la autora.

«El racionalismo se asocia al blanco, por lo que nada hacía intuir que el Náutico, como paradigma del estilo, hubiera llevado otro color»

Pero fue el comienzo de la guerra lo que alteró todo. Hacia 1936 el Náutico fue reconvertido en oficina de embarque para la salida al extranjero y Aizpúrua fue fusilado siete días antes de que las tropas franquistas ocuparan la capital guipuzcoana. El edificio permaneció cerrado hasta el 7 de julio de 1939, momento en que se reabrió en un acto militar en honor a la Virgen del Carmen que contó con la presencia de la esposa del dictador Franco, Carmen Polo, y su hija. En las fotografías de aquel día ya se observa un edificio pintado íntegramente de color blanco con las carpinterías de madera.

Ochenta años sin color

Curiosamente, desde entonces el Club Náutico no ha vuelto a cambiar su color en más de ochenta años. Aquella permeabilidad a las influencias artísticas de las vanguardias, parece que no ha calado con los movimientos posteriores más contemporáneos. «Por lo general, cuando se hace una declaración de Bien de Interés Cultural con la categoría de 'monumento' como es el caso, el color no recibe demasiado tratamiento más allá de la restauración de fachadas». Por otro lado, con esa denominación además de proteger y recuperar el patrimonio, se pretende promover su estudio y análisis para llegar al origen, por lo que también se facilita la obtención de la información más fidedigna posible.

«Lo interesante sería darle continuidad a esta investigación, pues es un edificio referente para la expresión gráfica arquitectónica. Queremos seguir obteniendo muestras y hacer un modelo con esos colores de manera más real» revela Senderos quien, junto a sus dos compañeros, ya piensa en realizar un estudio de estratigrafía muraria con extracción de muestras que permita documentar esos pigmentos originales que aún permanecen bajo la pintura blanca. «Queremos confirmar la hipótesis de que el Náutico tuvo ese carácter experimental y que en cierta época sirvió como lienzo artístico. Aizpúrua y Labayen nunca quisieron el edificio en color blanco, fueron las circunstancias de la posguerra».

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