Un drama para emocionar
María José Cano
Domingo, 30 de junio 2019, 08:59
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María José Cano
Domingo, 30 de junio 2019, 08:59
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Nunca se destacará con suficiente justicia la calidad de la música de José María Usandizaga ni posiblemente, por desgracia, encontrará su merecido lugar en la programación de teatros y auditorios. Contar en Donostia con un compositor con esa capacidad única de convertir en música las emociones, con un dominio tan evidente, además, de la escritura orquestal y vocal es un lujo que debería estar presente más a menudo en nuestros escenarios y, que por supuesto, podríamos exportar a todo el mundo sin complejos.
Ayer Kursaal Eszena tuvo el feliz acierto de cerrar su temporada con una nueva producción de su 'Mendi-mendiyan' estrenada recientemente en el teatro Arriaga de Bilbao y gracias a ello pudimos volver a disfrutar de esta obra que la Quincena Musical ofreció en versión concierto hace cuatro años, esta vez con puesta en escena de Calixto Bieito.
La escena, minimalista, funcionó correctamente con pocos elementos y sin demasiados juegos lumínicos. El primer acto contó con un decorado formado por una especie de bolsas de basura negras gigantes de las que en ocasiones salían los personajes y a partir del segundo acto, se retiraban para mostrar una estructura vacía que podía funcionar de bosque, caserío o iglesia. Un todo en uno que dio bastante juego para el movimiento de los cantantes e incluso del coro. En cuanto al vestuario, fue sencillo pero muy 'de baserri', así que se puede decir que resultó acertado. En cualquier caso, el montaje de Bieito quedó bien lejos de aquellas producciones polémicas y rompedoras que le hicieron saltar a la fama hace unos años. Fue una escenografía práctica y se podría decir que clásica.
En la parte musical, con una partitura que permite entender todo el drama sin escenografía e incluso sin escuchar la letra, fue donde estuvieron los mayores aciertos. Erik Nielsen llegó con la partitura bien rodada y concertó con seguridad y sensibilidad a los cantantes y a la orquesta. Lo hizo tanto en el plano rítmico como en el dinámico, controlando los volúmenes y dejando brillar a la BOS solo cuando el propio drama lo exigía. En cuanto a los solistas, fueron realmente excepcionales los protagonistas, una Ausrine Stundyte que dio toda la fuerza dramática a su Andrea con su hermoso legato, además de una correcta dicción del euskera, y especialmente, Mikeldi Atxalandabaso, un Joshe Mari de segura emisión, con un color vocal hermosísimo, expresivo y cálido, que nos conquistó ya desde su 'Andrea maite zaitut' del segundo acto. Emocionante. Olatz Saitua fue un 'Txiki' convincente desde todos los planos, bien José Manuel Díaz con su Kaiku y correctos Gexan Etxabe y Christopher Robertson. Completó el elenco la Sociedad Coral de Bilbao, con bonito sonido en la romería, aunque poco empastada en el 'Ave María', especialmente en la cuerda de tenores.
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