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La obra del nuevo Koldo Mitxelena entra en su recta final «con la voluntad de potenciar aún más su papel de centro neurálgico de la ... cultura en Gipuzkoa», en palabras de la diputada foral de Cultura, Goizane Álvarez. La rehabilitación del edificio estará concluida en abril del próximo año y a partir de entonces «comenzará la fase de adecuación de espacios, con el objetivo de abrir nuevamente al público en otoño de 2026».
El Koldo Mitxelena mantendrá buena parte de su identidad como biblioteca pero abriendo a los usuarios más espacios y otorgando un «uso polivalente» a algunas de sus salas, como la que recibirá el nombre de Lagun, «en homenaje a la ya desaparecida librería donostiarra y a quienes lucharon por las libertades en este país», y que estará consagrada «al debate, el pensamiento y la palabra», según Álvarez.
La diputada, acompañada de cargos de su departamento como Isaac Palencia, director de Promoción Cultural; el director del KM, Patxi Presa; la arquitecta foral Yolanda Zorita, y el arquitecto que dirige la obra, Jovino Martínez, realizó un recorrido por el edificio para que los medios de comunicación pudiéramos conocer, desde las salas de exposiciones del sótano hasta la remodelada y emblemática Ganbara, la marcha de una rehabilitación que supone un coste aproximado de 10 millones de euros.
«En una obra de estas características es casi tan importante lo que se ve como lo que no se ve», advierte el arquitecto Jovino Martínez, al frente de una obra realizada sobre el proyecto inicial del estudio donostiarra Astigarra-Lasarte que ganó el concurso convocado en su día y «adaptado» después en sucesivas modificaciones. La accesibilidad a todos los espacios del edificio, la mejora de la seguridad o un aprovechamiento energético sostenible son algunos de los rasgos que definen un proyecto que sigue dando pasos: el último, la adjudicación de la obra del salón de actos, que seguirá situado en la planta baja, junto al acceso principal, y que es el único espacio cuya intervención quedaba pendiente. «Esta sala será objeto de una profunda renovación para mejorar su accesibilidad, equipamiento y funcionalidad, preservando sus usos actuales y el espíritu que la ha convertido en un lugar clave de la vida cultural guipuzcoana», afirman desde el departamento foral.
«La reforma parcial del Koldo Mitxelena es el proyecto estratégico de la legislatura en materia de cultura, y a partir de 2026 abrirá sus puertas con un aire renovado, reforzando su vocación de equipamiento público, vivo y accesible para todos», enfatiza Goizane Álvarez.
El edificio, de 7.200 metros cuadrados repartidos en cuatro plantas, cerró sus puertas en junio de 2023 después de casi 30 años de servicio para encarar, según apuntan desde la Diputación, «una reforma parcial de sus instalaciones ya obsoletas, acabar con las filtraciones de agua de la cubierta y actualizar la accesibilidad a la normativa vigente». La obra, según el arquitecto director, «quiere modernizar el inmueble sin olvidar su historia, desde que en 1912 nació como instituto, luego fue Escuela de Ingenieros y desde hace 30 años centro cultural». Se mantienen los característicos arcos de la sala de exposiciones o el tejado de pizarra como «capas que recuerdan el pasado».
La diputada de Cultura remarca que la actualización de las instalaciones «nació como una necesidad urgente de renovar una infraestructura muy deteriorada, pero al final ha sido una oportunidad para repensar el centro cultural y adaptarlo a las transformaciones socioculturales, desde la digitalización hasta la emergencia de nuevas formas de creación, consumo y participación cultural, pero sin perder la esencia de esta instalación, por la que pasan diariamente alrededor de mil personas y que es una de las mejor valoradas del territorio».
El recorrido por los espacios permite apreciar cómo tras la reforma el edificio ganará en metros cuadrados disponibles para el usuario y será «más luminoso, accesible, confortable y seguro». Los nuevos ascensores son el símbolo de esa mejora, y unos lucernarios garantizan mayor luz natural en un lugar que mantiene en el sótano la sala de exposiciones y transforma la antigua sala del Fondo de Reserva en un nuevo espacio abierto a todos los públicos.
«Este espacio Lagun quiere convertirse en una referencia dentro del edificio, y para ello, trabajará en los ámbitos de la literatura y el conocimiento con propuestas en colaboración con autores, profesionales y personas expertas que propondrán diferentes temas y bibliografías. El espacio rendirá también homenaje a la librería Lagun, que fue un punto de encuentro para el diálogo, la diversidad de ideas y la reflexión», señala Patxi Presa.
Hasta que el edificio entre de nuevo en funcionamiento los servicios del Koldo Mitxelena continuarán repartidos por distintos emplazamientos: el Convento Santa Teresa, en la Parte Vieja de Donostia, seguirá acogiendo la programación cultural; el servicio de préstamo se ofrece en el espacio de la calle Reyes Católicos, 18; y los 300.000 documentos que forman el fondo, continuarán a buen recaudo en el Archivo Histórico de Oñati.
La ubicación provisional del convento de Santa Teresa está sirviendo también de prueba piloto para algunas nuevas prácticas e iniciativas, como «la proyección territorial del Koldo Mitxelena más allá de Donostia, con una apuesta clara por el trabajo en red», o la consolidación de programas como 'diálogos de cineastas' o 'Mintza lagun', los festivales Crossover o Lumafest (que ya arrancaron en el KM previo a la obra) y «el refuerzo de la línea de trabajo en torno a la palabra y el debate social».
La diputada de Cultura, Goizane Álvarez, es consciente de que muchos usuarios pensaban que el Koldo Mitxelena, con 'solo' 30 años de historia, no necesitaba una intervención tan amplia. «Pero era obligatoria según los propios técnicos de la Diputación», recuerda la diputada. «El edificio incumplía las normas de accesibilidad y todos los ciudadanos tienen derecho al acceso a la cultura; las fachadas y 'tripas' del edificio ya no eran seguras, y de cara al usuario en tres décadas se ha cambiado la forma de consumo. Hemos convertido aquella exigencia en oportunidad y el resultado merecerá la pena».
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