Crítica de '1917': real trinchera infinita
Crítica de cine: '1917' ·
'1917'
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Calificación: Cuatro sobre cinco.
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Dirección: Sam Mendes.
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Intérpretes: George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Benedict Cumberbatch, Colin Firth.
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Guion: Sam Mendes, Krysty Wilson-Cairns.
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Fotografía: Roger Deakins.
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Música: Thomas Newman.
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Nacionalidad: Reino Unido, 2019.
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Duración: 119 minutos.
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Cines: Antiguo Berri, Príncipe, Trueba, Niessen, Mendibil.
Cada vez que un director decide hacer su película en un plano secuencia parece que no se habla de otra cosa. Como es peligroso que ... la forma se coma al fondo, conviene advertir de principio que Sam Mendes logra mantener a salvo el factor humano, los dilemas morales, el sufrimiento y la angustia, el compañerismo y la esperanza que acompañan a casi cualquier drama bélico. Y hace lo que hay que hacer: utilizar esa decisión formal para potenciar la emoción narrativa, el factor sorpresa, la tensión y belleza que acompaña siempre a un movimiento de cámara. El grado de truco que acompaña a la supuesta toma única, teniendo en cuenta que hay un montador, queda a la imaginación de cada cual. Lo importante es que el plano secuencia funciona y está al servicio de las emociones.
En estos tiempos en que parece que todo se puede simular con la técnica digital, uno da por hecho que las explosiones que se van sucediendo en el punto culminante del recorrido, por ejemplo, están generadas por ordenador. Pero no, todo es real, y el trabajo de Sam Mendes para acompañar a esos dos soldados que tienen que recorrer un camino hasta el lugar donde está otro batallón para advertirles que están a punto de caer en una trampa, impresiona por el modo en que las situaciones aparecen y se transforman insospechadamente ante la cámara.
No es cine bélico de batallas, estrategías, militares con medalla y bombardeos. Pero en el recorrido en tiempo real de un punto a otro para cumplir una misión se recorren trincheras infinitas muy reales y espacios abiertos no menos desasosegantes, que Sam Mendes utiliza con perspicacia para definir el peligro, la desesperación y también el calor humano de esos jóvenes. Es la confirmación de George McKay y Dean Charles-Chapman, que además de su fuerza expresiva han debido de hacer un trabajo ímprobo de movimientos en los espacios, mientras los actores más conocidos tienen apariciones estelares. Todos al servicio de una muy buena y emocionante idea.
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