Crítica de 'The Mastermind': Tiempos extraños
Probablemente, ustedes debieran hacer caso al jurado de la recién finalizada Seminci de Valladolid que, además del premio a la mejor fotografía, ha otorgado la ... Espiga de Oro, 'ex-aequo', a 'The Mastermind' porque «con elegancia e ironía deconstruye las reglas del género para revelar lo que se oculta detrás de la acción: el deseo, la ilusión y el fracaso. A través de una narrativa que juega con las convenciones del cine de atracos, Kelly Reichardt despliega una mirada íntima sobre la fragilidad y la perseverancia humanas».
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Dirección y guion: Kelly Reichardt.
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Intérprertes: Josh O'Connor, Alana Haim, Hope Davis.
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Fotografía: Christopher Blauvelt.
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Música: ob Mazurek.
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Cine: Trueba
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Duración: 110 minutos.
Seguramente, ustedes debieran seguir a esa gran parte de la crítica cinematográfica que adora a la Reichardt por su personal manera de darle la vuelta a los géneros cinematográficos (el western en 'First Cow') y aplauden «su película más accesible y disfrutable hasta la fecha» ('Variety' dixit).
Aquí sólo advertimos de que, siendo todo ello bastante cierto, resulta que algunos no disfrutamos tanto la película. Que el minimalismo de su realizadora no le sienta bien a una película de atracos. Que su humor, algo sinsorgo, francamente, se va difuminando y va pasando a lo largo del metraje a un tono tristón algo molesto. Que esta muestra de cine independiente y diferente flaquea en su débil fondo.
Tenemos, sí, a un Johs O'Connor en estado de gracia, que pasa de robar pequeñas figuras en el museo local (y en familia) a (des)organizar el robo nada perfecto de unas pinturas. Y le tenemos a un Josh en modo lacónico, escapando en autobuses por los márgenes de Massachusetts, ajeno a las protestas pacifistas de los años 70. «Son tiempos extraños, ¿eh?», le dirán.
'The Mastermind' acaso agrade a quienes le cojan el gusto a su punto diferente, pero también resulta algo desfallecida y pasmada en su minimalismo lejano y brumoso.
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