La familia por dentro, Crítica de cine de «El traidor»
Crítica de cine: El traidor ·
El traidor
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Puntuación: Cuatro sobre cinco
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Dirección: Marco Bellochio.
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Intérpretes: Pierfrancesco Favino, Maria Fernanda Cândido, Fabrizio Ferracane, Luigi Lo Cascio, Fausto Russo Alesi.
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Guion: Marco Bellocchio, Valia Santella, Ludovica Rampoldi, Francesco Piccolo.
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Fotografía: Vladan Radovic.
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Música: Nicola Piovani.
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Nacionalidad: Italia, 2019.
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Título original: 'Il traditore'.
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Duración: 145 minutos.
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Cines: Príncipe.
Si hace tres años Marco Bellocchio demostraba estar en plena forma narrativa y cinematográfica al evocar los años de infancia y el doloroso recuerdo de la ausencia de una madre, sin sensiblerías y con mucha emoción en 'Felices sueños', ahora que cumple los 80 años de edad se interna en los entresijos de la mafia siciliana, y sobre todo en los hechos históricos que llevaron al capo (aunque él trataba de presentarse como humilde «soldado») Tommaso Buscetta a revelar los métodos de sus compañeros y/o enemigos, y a entablar una relación dialéctica y casi amistosa con el famoso juez Falcone.
Al comienzo puede pillar de sopetón la presentación en ráfaga de letreros de algunos de los principales personajes, pero no es necesario distinguirlos hasta que Bellocchio vaya desgranando, desde la muy descriptiva fiesta inicial, hasta los diferentes saltos en el tiempo bien escogidos y claramente situados, todo el entramado de relaciones alrededor de un Buscetta que se retiró a Brasil en 1980 entre la autoprotección y la cobardía.
Un personaje complejo y contradictorio, este Buscetta, que ama a los suyos pero también los abandona, que conoce «todo el bien y todo el mal», como reza el bolero que canta en un momento tan emotivo como patético (de nuevo las contradicciones) y que apela a los orígenes 'honestos' de la Cosa Nostra para cargar contra una degeneración de la que pretende no ser parte. Esa lucha interna del personaje, y la retahíla de cadáveres y asesinatos espeluznantes que va dejando la escabechina entre las propias familias queda descrita con punch constante por un Bellocchio detallista y eficaz, que juega perfectamente con los tiempos, incluido el flashback final colocado para redondear las dimensiones del personaje, con un espléndido trabajo de Pierfrancesco Favino. Las secuencias del juicio sacan enorme jugo al carácter disparatado de la situación, al sarcasmo de los tipos terribles, al perverso juego de favores y traiciones.