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Quien durante treinta años fuera la montadora de las películas de Chantal Akerman, Claire Atherton (San Francisco, 1963), ha pasado esta pasada semana por ... la Escuela de Cine Elías Querejeta para hablar con los alumnos sobre Metodologías de la Creación, un concepto un tanto ambiguo que la editora estadounidense interpreta también a su manera. «No estoy segura de hablar de una metodología como tal. Me interesa más abordar una forma de ser. Lo que comparto con los estudiantes es cómo conseguir la inspiración». Algo que, en su opinión, no versa tanto sobre dónde encontrarla como sobre «dejar que comprendan dónde están para que generen un espacio que les permita trabajar a a partir de ahí. Entiendo que estoy tratando con cineastas con deseos de crear arte y lo que busco es que encuentren un lugar que les permita hacerlo».
Desde que Atherton comenzó a trabajar en la sala de montaje, el oficio ha cambiado, pero básicamente a lomos de los avances tecnológicos. «He trabajado mucho con películas en formato analógico o en vídeo, pero ha cambiado la forma de editar. Y ha cambiado también la relación entre el tiempo y el cuerpo: antes había un paso intermedio entre la filmación y la edición, que era el revelado. En ese tiempo, uno cogía mayor distancia con lo que se había filmado. Sin embargo, ahora según se filma ya estás en la mesa de montaje. Es más difícil separarse de lo rodado porque no ha habido un tiempo para trabajar en todo lo que se grabó. Hay fórmulas: puedes darte un tiempo, darte un paseo y puedes organizarte, pero eso sí ha cambiado mucho».
En una industria en la que se ha impuesto una narración hollywoodiense basada en el 'montaje de aturdimiento' para que el espectador no se aburra, películas de planos largos como 'D'Est', 'Sud' y otros títulos de Chantal Akerman en cuyo montaje participó Atherton se antojan rarezas a contracorriente. «Es verdad que las películas con cambios de planos muy rápidos me dan dolor de cabeza, pero al final, las veo como divertimentos. Me enfada más cuando un documental me dirige y me dice qué es lo que tengo que pensar, cuando no me abre puertas, sino que me está diciendo directamente cuál es la conclusión».
Con todo, admite que ha trabajado en todo tipo de películas, «unas, con un montaje más rápido y otras, con uno más lento. Estos días he hablado con los alumnos sobre las diferencias de montaje entre Chantal Akerman y Alfred Hitchcock. Me gusta más la forma de trabajar de Akerman, pero en cualquier caso, son dos dimensiones del cine». Y aquí aclara que «hay películas que no considero que lo sean. No todo es cine. Para mí el cine es arte y está vivo. Tiene que decir algo, no tiene por qué ser un significado o transmitir algo, es mucho más que eso». En este sentido, recalca que «muchos documentales de televisión no son cine, sino producciones audiovisuales, más bien periodísticas, en las que se cuentan cosas. Mi pelea es encontrar espacios para que haya diferentes formas de cine».
Y aquí es inevitable preguntar si hay lugar para ese otro cine en un mundo cuyos públicos son de gustos tan homogéneos. En su opinión, «sí lo hay. El interés que he visto en la obra de Chantal Akerman lo demuestra. La cuestión es cómo se presentan las películas a los públicos y, en este sentido, productores y distribuidores deberían tener más confianza porque la gente tiene capacidad para ver esas películas».
Sí diferencia entre ver una película en una sala de cine y hacerlo en casa a través de una plataforma de 'streaming'. «Me he encontrado con que los estudiantes de esta Escuela de Cine ven las películas en distintos dispositivos y pantallas. Pienso que en esa forma de visionado la relación con la película es menos orgánica. En casa puedes darle al 'pause'. No quiero decir que no sea bueno, pero quizás habría que pensar en otras formas de acercarse a las películas». Atherton explica que «cuando te aburres en una sala de cine, sucede algo con el tiempo porque estás esperando qué pasará después, estás atento al siguiente plano. Es una relación diferente con la película». Por el contrario, indica, «en casa no es lo mismo. No estoy en contra, pero es diferente. Seguramente es que yo no estoy preparada para ver películas de esta manera».
A su juicio, las películas se construyen tanto durante la escritura como durante el rodaje y el montaje, e incluso antes. «En el rodaje debes olvidar lo que has escrito y en el montaje, lo que has rodado. Ésa es la forma de descubrir la verdad de la película. En la sala de montaje es muy importante estar abierto a tener en cuenta todo lo que se le ha podido escapar al cineasta porque en ocasiones te encuentras con que faltan cosas. Hay una tendencia a volver y rodar lo que falta, pero hay que confiar en cómo han sucedido las cosas y trabajar también con lo que está y con lo que no está».
Aunque cuando Akerman rodó en 1975 'Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles' –elegida en 2023 por la revista Sight & Sound como la mejor película de la historia–, Atherton aún no trabajaba con la cineasta belga, la montadora estadounidense considera que es «un triunfo, pero no por lo que alguna gente pensó que era, una victoria feminista, sino porque fue una victoria del cine, en contra de lo que dijeron algunos críticos y cinéfilos». En cualquier caso, prefiere no pronunciarse sobre la controversia que desató la lista de la publicación británica porque no se enteró, ni tampoco conocía Sight & Sound con anterioridad. Sí recalca que «'Jeanne Dielman...' es un tipo de cine que deja espacio al espectador para relacionarse con la película sin que sea un sermón. Ahí el cine encuentra su verdadera forma».
Akerman y Atherton se conocieron a comienzos de los años ochenta, cuando la segunda era una joven técnica de vídeo en el Centre Simone de Beauvoir de París. Cuando Antenne 2 decidió emitir un fragmento de la obra de teatro 'Letters Home', basada en los escritos de Sylvia Plath, Akerman fue la directora elegida para hacerlo y contactó con Atherton. A partir de ese momento, se estableció una relación laboral que se prolongó a lo largo de treinta años y que se tradujo en numerosas películas de ficción, documentales e instalaciones. «Había una conexión especial entre nosotras. Nos reconocimos en unos intereses comunes porque nuestra relación con la imagen y el tiempo era muy parecida».
Ahora, Claire Atherton prepara la exposición 'Facing the image' con instalaciones cinematográficas de Akerman que se podrá ver en Artium a partir de mayo y que será su segunda experiencia como comisaria, tras la muestra que organizó en La Virreina Centro de Barcelona hace dos años. «Estoy muy contenta de participar en esta muestra. Artium es un espacio muy diferente al de Barcelona, pero quiero que se mantenga el mismo espíritu».
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