Crítica de 'The Monkey': Si el mono baja el brazo y toca...

Cuando el mono baja el brazo y el palillo roza la piel del tambor, alguien muere. De hecho, cuando ya no hay nada que hacer por parte del protagonista, que arrastra desde su niñez (su hermano gemelo se quedó con tres cuartos de la placenta materna...) un mochilón de agravios y acosos (¡qué bueno que quienes le hacen la vida imposible sean chicas pandilleras y no el típico compañero matón!), la gente empieza a morir toda todita al mismo tiempo. Y por todas partes. En un único pueblo de Maine. Impactante es entonces la escena del bus cargado con unas cuantas cheerleaders que serán descabezadas por un camión mientras por ahí aparece, sobre fantasmagórico corcel la Muerte de la que habló el evangelista de Patmos.

Y por más que mueran todos y se concluya que cuando te pisotean 67 caballos salvajes en estampida te quedas como un pastel de arándanos espachurrado no resulta gore sino una peliculaza. Hasta filosófica y existencialista. Espero que Stephen la aprecie en esa su justísima medida.