Crítica de 'Prodigiosas': Dos como una sola pianista

'Prodigiosas', sí, es de esas películas que seguramente no dicen nada nuevo pero que se llevan con gusto, e incluso reconfortan una tarde fría. Está inspirada en la historia real de Audrey y Diane Pleynet, dos gemelas que lograron cierta notoriedad en Francia como concertistas en recitales a dos pianos.

Se les ha cambiado el nombre, parte de la personalidad y hasta el color de pelo para contar una historia con ingredientes ya conocidos: la altísima exigencia en la música de primer nivel, que puede transformar la alegría de la música en un sacrificio doloroso. La frustración de los padres que intentan convertir a sus hijas en triunfadoras a toda costa. Las complicidades, comparaciones y complicaciones entre hermanas gemelas. El vacío cuando aparentemente tienes que dejar de hacer lo único que te gusta y a lo que has dedicado toda tu vida.

El primer largometraje de Frédéric y Valentin Potier (no, no son gemelos, ni siquiera hermanos sino padre e hijo) sigue la evolución de las relaciones entre las dos hermanas (primero obligadas a rivalizar) mientras da vueltas a la música como fuente de alegría y belleza, pero también de dolor.

La película falla un tanto en el personaje excesivamente paródico del padre (Frank Dubosc) y en una madre que nunca acaba de entrar en la ecuación (Isabelle Carré), pero la arrolladora personalidad de las dos gemelas (Camille Razat y Mélanie Robert) y los apasionados fragmentos de música de piano, o piano y orquesta, hacen grato el visionado.