Crítica de 'Algo le pasa a mi yerno': Un siquiatra en apuros

Menos lobos. Que cada cinematografía nacional tiene su lado oscuro y sus estigmas. Les recuerdo, aunque ya sé que preferirían olvidarlo, que ayer mismo se estrenó la muy hispánica 'Vírgenes', algo así como la reedición en realidad aumentada de una de Landa, del Landa anterior a 'Los santos inocentes'.

Lo dicho, menos lobos y que cada palo aguante su vela. A esta típica comedia francesa, con aires de ser una de Luis de Funès pero en plan alta sociedad se le coge cariñito a pesar de que su guion sea plano, planísimo, requeteplano y esté a tope de estereotipos. Pero tiene un cierto encanto sinsorgo y tampoco está del todo mal esa reflexión (bastante probada científica y estadísticamente y sacada, aunque sea de aquella manera, de algunos textos de Lacan) de que toda historia de amor comienza con el encuentro de dos neuróticos. En este caso, el multifóbico paciente y la hija de ese psiquiatra tan enamorado de su mujer.

No van a creerlo pero el doctor le dice al hipocondríaco (también múltiple) que deje de acudir a la consulta y conozca el amor... Vaya, vaya. Y resulta que en una aplicación encuentra a... y luego pasa que... Y después viene lo de las gaviotas... Y de pronto aparece el anterior novio de Alice, tullido (+-) pero musculado...

No, si idiota lo es en grado casi supino pero ¿qué quieren? Cosas peores hemos visto y vamos a ver y en esta, por lo menos, hay una ligeramente deliciosa crítica a los médicos de alto standing y a los chamanes que viven en chozas. Lo dicho, la llegas a querer.