Cine

Crítica de 'La historia de Souleymane' | Deprisa, deprisa

Mikel G. Gurpegui

San Sebastián

Sábado, 3 de mayo 2025, 02:00

  • Dirección: Boris Lojkine.

  • Guion: Boris Lojkine, Delphine Agut.

  • Intérpretes: Abou Sangare, Younoussa Diallo, Nina Meurisse.

  • Fotografía: Tristan Galand.

  • Francia. 2024

  • Cine: Trueba.

  • Duración: 92 minutos.

Hay muchas películas, la mayoría, que observan a sus criaturas e historias desde una distancia prudencial. Y luego hay otras que se meten, nos meten ... a los espectadores, entre ellas, a fondo, sin escapatoria posible. 'La historia de Souleymane' pertenece a este segundo grupo.

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No es que asistamos a las vivencias del tal Souleyman, un emigrante sin papeles procedente de Guinea Conakry en París, que dentro de dos días tiene la entrevista para su solicitud de asilo. Es que sentimos su angustia, pedaleamos con él en su bicicleta de reparto de comida, nos agobiamos con el tráfico de la gran ciudad, le acompañamos en su 'deprisa, deprisa' para ganar algo de dinero, para obtener unos documentos, para aprenderse una historia que no es la suya, para coger el autobús al albergue en el que dormirá hoy, para sobrevivir entre mil dificultades.

El público resopla, empuja, comprende, se agobia, se agota, reacciona, siente el corazón en un puño. La película de Boris Lojkine tiene algo de experiencia de inmersión. Estamos ahí, en medio, sensación a la que contribuyen el sonido callejero (premiado en los EFA del Cine Europeo) y el montaje brioso (distinguido en los César; el actor protagonista ha acumulado premios y la película fue la preferida por el público en el último Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián).

'La historia de Souleyman' es cine directo y de planteamiento sencillo, pero rico en su atención a todos los detalles. Una sobredosis de realidad, con esas empresas que pueden despedir, o cerrar la cuenta, al 'rider' mediante el mensaje de una aplicación, o esas ambiguas relaciones entre los emigrantes. Esta entonada muestra de cine social no es maniquea y abre puertas a debates, después de habernos estresado con un Souleyman al que da vida el ya inolvidable Abou Sangare.

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