Crítica de 'Grand Tour': Hombre huye, mujer busca

Miguel Gomes, fabuloso y fabulador cineasta portugués, autor de obras maestras imposibles como 'Tabú' o 'Las mil y una noches' (nada que ver y todo que ver con Scherezade), fue coronado en Cannes como el mejor director de 2024. Lógico pues pone al servicio de la historia todo el fantástico artificio del cinematógrafo. Rueda en estudios de Lisboa, Roma y Francia pero envía a puñados de hombres y mujeres de la cámara a Filipinas, China, Tailandia, Japón, Singapur y Shanghai para que tomen imágenes de mercados y marionetas; del tráfico abigarrado, norias y barcos. Imágenes que en un quiebro glorioso, premiado en Valladolid, luego serán compactadas en la sala de montaje, creando una película a la que no se le puede exigir, de ninguna manera, un ápice de verosimilitud histórica o lingüística. Y mucho menos pedirle algo de unidad o cohesión espacio-temporal. Aquí todos los personajes hablan en portugués. Y no porque estén en Macao o en las Molucas sino porque sí. Porque eso es el cine, engaño, traición y sugestión.

Divertida. Filosófica. Extravagante. Melancólica. 'Libération' la desprecia y 'The Guardian' la ama como se la ha de amar, con locura. Entre la niebla, los ríos encabritados, el opio redentor y un sorbo de Singapur Sling (ron, licor de plátano, brandy de cereza...). Embriagador(a).