Comunicación más allá del habla

Las letras son las que Jordi va señalando en un cartón con el abecedario, letras que en el imaginario del espectador van conformando los sentimientos y las incertidumbres de un hombre que no puede hablar pero está deseando comunicarse. Jordi, de 51 años, tiene parálisis cerebral y es el protagonista del largometraje 'Las letras de Jordi' que la donostiarra Maider Fernández Iriarte estrena este viernes en cines.

Después de su participación en los cortos del colectivo Las Chicas de Pasaik que formó junto a María Elorza, y su aportación a 'Kalebegiak', Maider Fernández Iriarte llega al largometraje a través de un documental observacional abierto, que se fue construyendo y varió de rumbo a medida que avanzaba su conocimiento de Jordi. «Me había ido a Barcelona para estudiar un master de documental y tenía que presentar un proyecto», relata la directora. «No sabía muy bien qué hacer, pero al final planteé una película observacional sobre el santuario de Lourdes».

Fue la investigación con un grupo de peregrinos que suelen viajar a Lourdes lo que le llevó a conocer a Jordi. «Me acerqué a una reunión que suelen hacer en su centro. Me llamó la atención Jordi, sobre todo cuando vi en casa el material que había recogido allí. Contacté con él, le conocí, y a medida que sabía más de él, la película fue cambiando».

Es lo que más le gusta a Maider de su forma de acercarse al documental: «La gracia es que, aunque tengas una idea muy concreta de lo que quieres contar, el proceso de creación vaya modificando la película», afirma la cineasta. «A veces he intentado hacer cosas más preconcebidas, pero de alguna manera siento que se muere algo, que se pierde frescura cuando tienes demasiado control sobre lo que haces. Gracias a ese planteamiento abierto pude filmar a Jordi y hacer esta película», una producción de Leire Apellaniz a través de la productora Señor y Señora.

Lo que más le atrajo de Jordi fue que «me pareció una persona muy auténtica y que vivía la fe a su manera. Me daba cuenta de que existían barreras para filmar a una persona que es vulnerable porque tiene ciertas dificultades, y que son muy evidentes. Decidí que iba a centrar las conversaciones filmando sus manos sobre la tabla para que así yo fuese conociéndole a través de su discurso, pero también lo hiciera el espectador de la película».

Por eso la película comienza con ese tablero en el que se van armando las palabras y Maider aprende a entender e incluso a intuir lo que Jordi quiere y necesita comunicar. Y el espectador con ella. «El día que sentí que podía ahondar más, que ya tenía una presentación de él y de su forma de comunicarse y que el espectador podía sentirse cercano a Jordi, ya podía filmarle de forma abierta. El hecho de que el discurso y la palabra pesen más que la imagen creo que ayuda a que los espectadores se acerquen a él, antes de prestar atención a su aspecto».

Maider ya ha comprobado que su teoría funciona: «En un coloquio una persona me dijo que era una película muy interactiva, porque cuando yo me adelanto a lo que Jordi quiere decir y fallo, el espectador tiene la oportunidad de leerlo correctamente y sentir la frustración que siente Jordi. A partir de esa forma de comunicación el espectador puede entender cómo es su día a día».

Porque Maider no pretendía hacer una película sobre un caso de paralísis cerebral, sino indagar en la personalidad de Jordi y en una forma de comunicación que tiene además otra vertiente. «Me interesaba su comunicación con Dios, que es con quien sí puede hablar de forma fluida. La religión ha estado muy presente en él desde pequeño, y es un creyente muy activo, está en esa asociación de peregrinos de Lourdes, va a misa los domingos... Cuando se mudó a la residencia, se dio cuenta de que vinculaba mucho todo esa actividad religiosa con la familia, y sintió una cierta pérdida de fe. Pero sigue siendo muy importante para él mantener ese espacio para rezar y sentirse conectado. Y dice que viajar a Lourdes es una experiencia que le da mucha fuerza, y que ha sentido a Dios, que alguna vez le ha hablado. Incluso dice que cuando va a Lourdes su cuerpo flota».

Tampoco las partes filmadas en el santuario de Lourdes se corresponden con las de un documental informativo sobre ese acto de fe. Mientras en sus conversaciones con Jordi la cineasta quiso mantener la intimidad y el entorno natural del protagonista, filmando ella misma con su cámara, a Lourdes «fuimos con más equipo, y hubo más juego a nivel visual, disfruté de poder tomar decisiones más estéticas», afirma la cineasta.

Este tipo de documentales observacionales, más cercanos al ensayo o a la experiencia personal, está dando muchos frutos en Gipuzkoa, también con otras mujeres cineastas como Iratxe Fresneda o Maider Oleaga. Pero Maider no descarta hacer otro tipo de documentales, o incluso ficción. «De hecho estoy preparando un cortometraje, también producido por Señor y Señora, y es otro tipo de proyecto, más estético, más controlado, más conceptual».

'Las letras de Jordi' fue seleccionada por el Festival de San Sebastián para competir en Nuevos Directores. «Fue una pasada, es algo que agradezco mucho al Zinemaldi y que no lo olvidaré en mi vida. Hubo mucha gente, el coloquio fue muy agradable y estuvo todo muy bien».

Ahora la distribuidora Márgenes y Leire Apellaniz han conseguido estrenar la película en salas. «Creo que va a ser un experimento interesante. En principio puede parecer difícil entrar en la película, pero la experiencia que he tenido es que la gente, una vez que pasa ese inicio y entiende como funciona, le gusta. Solo hay que ir con la mente un poco abierta».