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Por primera vez desde su creación en 2007, el Premio del Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia ha recaído en un colectivo, en ... la Escuela de Formación Audiovisual del Sáhara Occidental Abidin Kaid Saleh, que nació hace diez años en el campamento de Bojador, en terreno argelino. Desde entonces allí se han formado cinco promociones de cineastas y han pasado unos 55 estudiantes. Fue FiSahara, el festival que desde 2004 se celebra en los campamentos de refugiados y muy vinculado al certamen donostiarra que hoy se clausura, el que impulsó el proyecto.
El premio, una réplica del monolito 'Oroimena-Memoria', obra del artista Aitor Mendizabal, se entregará esta tarde en el Victoria Eugenia, pero ayer la representación del centro de formación se fotografió con él durante un encuentro que mantuvo con el alcalde Eneko Goia.
Brahim Chagaf, Lafdal Mohamend Salem y Ahmed Moh Lamin son dos profesores y un alumno que presentan en la sesión de hoy sus cortometrajes. Para ellos, premios como el que ahora reciben les permiten comprobar «que ha merecido la pena dedicarse a algo que para algunos es una locura. Razón no les faltaba, teniendo en cuenta que siempre hemos carecido de cosas tan imprescindibles como agua y medicamentos».
El empeño de sacar adelante la escuela Abidin Kaid Saleh, el nombre de un reportero gráfico que documentó la primera guerra en el Sahara, tenía un propósito muy claro, como afirma Chagaf, «ser una ventana para contar nuestra historia, ser la voz viva de la República Árabe Saharaui».
María Carrión, representante de FiSahara, se siente muy orgullosa de los logros conseguidos hasta ahora. «La escuela nació de los talleres que ofrecíamos en el festival. Los saharauis querían formarse para ser ellos los que llevaran al cine sus costumbres e historia, para preservar su cultura», explica la directora ejecutiva del festival.
Brahim Chagaf recuerda que «hasta hace unos años venían cineastas de fuera para hacer documentales donde solo salían algunos corrales y bonitas puestas de sol, pero no se mostraba nuestra cultura, que es muy profunda. Nosotros tenemos que ser los que hablamos de los refugiados que no están de moda».
Preguntado sobre las características del cine saharaui. Chagaf reconoce que «por muchos esfuerzos que hagamos es inevitable que todo tenga trasfondo político. Somos muy cansinos y vamos a seguir siéndolo. Nuestro cine es político porque el Sáhara es un tema político y nuestra cotidianidad es política».
Respecto a la formación técnica que reciben los alumnos, la escuela ahora galardonada sigue el modelo denominado cine pobre. El alumno aprende el trabajo de todos los departamentos: cámara, guion, luces... para que los rodajes puedan realizarse con equipos reducidos. y dan mucha importancia a la parte práctica.
Tras la decepción que les ha supuesto la «traición» del Gobierno español, Chagaf asegura que no les ha sorprendido y que «el 13 de noviembre de 2021 el público saharaui ya decidió que camino quería seguir. Volvió a las armas porque el enemigo asaltó a unos civiles. Desde entonces siguen los enfrentamientos. Desde la escuela estamos documentando todo eso, todo está filmado».
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