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Primero pasó por el Zinemaldia y un mes después se estrenó en Movistar Plus. La serie 'Querer', de Alauda Ruiz de Azúa (Barakaldo, 1978), relata a través de una mujer que denuncia por violación a quien ha sido durante treinta años su marido la dificultad que los hechos tienen a veces para imponerse en los tribunales, pero también en la familia y en la sociedad. Protagonizada por Nagore Aranburu y Pedro Casablanc, la miniserie de cuatro capítulos se ha sumado a la conversación que la sociedad mantiene en torno al consentimiento.
- Tres meses después del estreno en la plataforma, ¿esperaba que la serie tuviera esta repercusión?
- Me ha sorprendido desde el principio en el sentido de que no fue nada polémica, sino que se entendió muy bien el prisma humanista con el que habíamos abordado un tema tan complicado como puede ser el del consentimiento y la violencia sexual dentro del matrimonio, algo que no se había explorado hasta este momento. Fue quizás la mayor sorpresa y se produjo desde el primer momento, porque sí es verdad que yo tenía algo de miedo e incertidumbre. Mientras escribíamos el guion y contábamos la sinopsis, había muchas reacciones de «qué duro» o «qué complicado» y eso te genera incertidumbre. Sin embargo, la acogida ha sido increíble. También puede ser que era el momento adecuado para esta historia.
- ¿De dónde salió la idea? ¿De alguna noticia de prensa? ¿Alguna vivencia cercana?
- Es curioso porque los productores de la serie, Koldo Zuazua y Juan Moreno, contactaron conmigo con la idea de que se había hablado mucho del consentimiento, pero no en el ámbito del matrimonio. Se había aprobado hacía poco la ley del 'sólo sí es sí' y me contactaron con esa idea de hacer una historia sobre una mujer que denuncia a su marido por violación. Y a mí realmente me pareció que había ahí un tema por explorar y muchas preguntas muy complicadas.
- Junto a Eduard Sola y Júlia de Paz, firma también usted un guion en el que casi es tan importante lo que se dice como lo que se omite.
- Hay una parte de la escritura que tiene que ver con lo que dejas fuera y con lo que no se dice. De hecho, en una primera versión de los diálogos de 'Querer' poníamos muchas más cosas que luego nos dimos cuenta de que debíamos esconder.
- Algo que se habrá entendido mejor en el País Vasco, en donde parece ser que somos poco amigos de verbalizar las cosas.
- Es verdad, tenemos esa cosa de la sociedad de la contención, pero en general también pasa en las familias de todas partes. Hay muchas cosas que no se dicen por miedo a las consecuencias que tendría decirlas. En este caso, son secretos que arrastran los personajes y que terminan estando ahí, aunque no se verbalicen.
- No basta con que un producto audiovisual denuncie una situación injusta para que sea bueno, es necesario contarlo con pericia. En 'Querer' era fácil caer en el trazo grueso, pero lo ha evitado...
- Ese peligro del cliché, de ponerte dogmático está ahí, pero nuestro objetivo estaba más en cuestionarnos cosas y en el deseo de entender, que en dar lecciones. Pusimos mucho esfuerzo en entender cómo son estos procesos a nivel familiar y judicial. Todos los personajes hacen cosas bien y otras mal, todos tienen comportamientos cuestionables porque eso es parte de la confusión en la que incurrimos al juzgar este tipo de casos: deseamos que la víctima sea perfecta, pero no tiene por qué serlo, o queremos que el villano también lo sea en su maldad. Sin embargo, lo que hacen complejas este tipo de situaciones es que tu padre puede ser un agresor sin que tú puedas evitar quererle. Eso hace todo más complejo.
- La serie presenta la familia como una estructura en la que dominan las relaciones de poder, a veces, a varias bandas.
- Todas las relaciones se pueden ver bajo ese prisma y cuando diriges a actores, suele ser habitual decidir quién manda y por qué en la escena. Pero para mí lo interesante es llevar esas dinámicas de poder a ámbitos en los que no estamos tan acostumbrados a verlas. Por ejemplo, no queremos plantearnos un matrimonio en términos de poder económico, social, de quién manda y si lo hace todo el rato o de si hay un abuso de poder o no...
- En el Zinemaldia, ya se comentó que la serie iba a servir a muchas mujeres para percibir su propia situación. Y quizás también a algunos hijos.
- Sí, eso ha sido precioso, el regalo de la serie. Desde el principio ha pasado que muchas mujeres y también hijos en cuyas familias se habían dado casos de violencia se sintieron menos solos. De repente había un relato que les contaba, especialmente, pasó con ellas. Yo creo que vivimos en un mundo en el que la gran mayoría de las mujeres no se sienten legitimadas, ni arropadas para contar algo así o de expresar lo que les está pasando y tener relatos que lo cuentan ha podido acompañar a muchas personas.
- ¿Ha encontrado a gente que aún se sorprende de que sea posible que haya violaciones dentro del matrimonio?
- Directamente no lo he escuchado, pero la gente es muy generosa y te comenta discusiones familiares sobre la serie en las que han debatido entre distintas generaciones -padre, madre e hija por medio-, sobre qué estaba pasando en la casa de 'Querer'. Me parece muy interesante que algunos no tenían tan claro que hubiera violencia y otros, sí, lo cual no deja de ser un síntoma de lo importante que es que nos cuestionemos las cosas y que intentemos definirlas de acuerdo con nuestro momento actual. No darlo todo sin cuestionarlo.
- Desde el punto de vista de la directora, ¿cuál ha sido la mayor dificultad que presentaba esta serie?
- Quizás tratar de entender a todos los personajes y no inclinar la balanza, ni juzgarles, dejando que viajaran solos por la historia. También ha sido complicado saber que al hacer eso, que era lo más honesto y lo más interesante, había una parte de responsabilidad porque muchas mujeres viven en una situación muy delicada. Había que encontrar el equilibrio entre hacer la serie con cierto sentido de la responsabilidad, de rigor y de honestidad, pero al mismo tiempo, llegar a sitios a los que no se había ido, desde el juicio a la familia.
- ¿Corrió el riesgo de que se le reprochara cierta visión comprensiva del agresor?
- No lo llegamos a hablar.
- Pero, ¿lo sintió?
- No sé, pero no me parece un riesgo el hecho de comprender algo porque siempre es liberador en el fondo.
- Hay quien no diferencia entre comprender y justificar.
- Puede ser, pero no creo que comprender de dónde viene un comportamiento sea justificarlo. Lo que hace es posicionarte de otra manera en la búsqueda de las soluciones. Hay otro tema muy complejo que 'Querer' sugiere al final y que es ver dónde está la verdadera reparación para las víctimas. Si te planteas con cierta profundidad, cómo no vas a intentar comprender a todos los agentes del problema. No, nunca he tenido miedo a querer comprender, el miedo era más bien a no conseguirlo porque cuando algo es muy ajeno a ti es difícil dar el salto.
- El próximo día 25 opta a los Premios Feroz. ¿Cómo lo está viviendo?
- Lo afronto con mucha alegría. Me siento muy privilegiada porque con 'Cinco lobitos' viví todo este mundo de los premios y los reconocimientos, y para una ficción es increíble que eso ocurra. En aquella ocasión, lo viví como primeriza muy abrumada y no lo disfruté mucho, pero este año que ha vuelto a pasar la magia quiero hacerlo porque ya es una alegría que la serie haya generado esa conversación. A ver si lo consigo.
- ¿Algún proyecto entre manos?
- Sí, sólo se puede adelantar un poquito y es que es una película que se llama 'Los domingos' y que se rueda este año en Bilbao y alrededores sobre un guion mío.
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