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Calor y buenas vibraciones en Ondarreta tropical
Olatu Talka

Calor y buenas vibraciones en Ondarreta tropical

Las altas temperaturas y el latido del reggae reinaron en la playa

Sábado, 1 de junio 2019

Suele decirse que los jamaicanos no escuchan la música, sino que la sienten. Sus ritmos repetitivos y profundos golpean a la audiencia hasta sumergirla en una suerte de trance que posee una doble vertiente: hedonista y espiritual. Pues bien. Algo así sucedió en la Ondarreggae Jaia celebrada en la playa de Ondarreta, que se convirtió en un escenario tropical gracias al calor sofocante y, sobre todo, al latido de la música reggae.

Las más madrugadoras fueron las personas que atendían el mercadillo de segunda mano instalado en los jardines del Paseo Satrustegi. Desde el mediodía, el trasiego de gente fue constante entre los puestos de ropa, discos y libros del Mercadabadillo, iniciativa de la Sala Dabadaba, que, además, abrió el viernes su chiringuito de Ondarreta.

El termómetro superaba holgadamente los 30 grados en la apertura oficial de la temporada playera. A escasos metros del chiringuito, los primeros espectadores se protegían del solazo bajo la carpa instalada por Bassque Reggae Kultur Elkartea y la promotora Izaskun Muñoz, que últimamente se mueve como pez en el agua en la escena local.

El primer invitado de la jornada era Sir James Danino, natural de Londres pero residente en Burdeos, de donde llegó para impartir una sustanciosa charla sobre la historia del reggae. Antes de su alocución, durante la que pinchó vinilos de artistas históricos, reconoció no haber estado nunca en Jamaica pero declaró su amor por esa música desde que hace 20 años descubrió a Bob Marley en un programa televisivo. «El reggae cambió mi vida y mi forma de ver las cosas: abrió mi mente», confesó.

Media tonelada de equipo

Un problema con el generador eléctrico hizo que la fiesta propiamente dicha comenzara dos horas después de lo previsto, hacia las 14.00. El selector Si'Art Sound y el cantante Isens, ambos llegados de tierras galas, fueron los primeros en poner a prueba los 12.000 vatios del Watts Attack Sound System. Se trata de un equipo portátil, analógico y artesanal creado en la comarca vizcaína de Uribe-Kosta a imagen y semejanza de los que poblaron las calles de Jamaica en los años 50 para llevar la música a las clases humildes.

Según explicó a este diario Unai Barroso, uno de los responsables de Watts Attack, se necesita «mucha energía» para transportar el sound system, cuyas dos torres repletas de altavoces suman cerca de media tonelada. «Sólo cada subgrave pesa 115 kilos», señaló apuntando a los altavoces inferiores, que son los que hacen del reggae una experiencia casi física: «Se trata de sentir la música. Todo es cuestión de vibraciones y si encima estamos al aire libre, en la playa y con buen ambiente, esto es el evento ideal».

Efectivamente, la pista de baile se fue animando según avanzaba la tarde con Gambeat, bajista de Manu Chao en la banda Radio Bemba, y George Palmer, joven cantante y productor de Intxaurrondo que intenta reproducir con fidelidad el reggae de raíces de los años 70, 80 y 90. «Hoy prima más el estilo digital y electrónico pero yo prefiero recuperar las viejas esencias», declaró, listo para saltar a la arena en una jornada que se prolongó hasta después de la medianoche con la participación de los artistas de Watts Attack y del colectivo Bassque Reggae.

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