Aizpurua y Labayen, los artífices de la renovación de la arquitectura en Gipuzkoa
Ambos proyectaron el edificio del Náutico y acercaron el racionalismo europeo a Donostia en los años 20. Un panel de expertos reivindica ahora sus aportaciones
El legado de los arquitectos José Manuel Aizpurua (San Sebastián, 1902) y Joaquín Labayen (Tolosa, 1900) continúa vigente a día de hoy. Su gran ( ... y casi única) obra fue el edificio del Club Náutico de San Sebastián, ese que acaparó todas las portadas de revistas de Europa a Nueva York. Su final, el de Aizpurua, trágicamente, frente a un paredón de la cárcel de Ondarreta. Dos figuras que un panel de expertos ha recuperado en los cursos de verano de la UPV/EHU que acoge el Palacio de Miramar. Pero para conocer el alcance que el ingenio de estas dos mentes guipuzcoanas tuvo en la vanguardia artística de principios de siglo XX es necesario conocer su contexto.
«Desde 1880 hasta la Guerra Civil, el País Vasco experimenta una transformación tal que el peso económico, político, social e intelectual sobre la vida española es infinitamente superior a nada de lo que se hubiera producido antes», describe el catedrático e historiador Juan Pablo Fusi. «El 60% de la actividad económica durante la República provenía del sector de la industria y de los servicios». Y, en ese ambiente, dos jóvenes recién egresados como arquitectos en Madrid se asocian para fundar en 1927 el 'Studio Labayen&Aizpurua', con un local ubicado en la calle Prim 35 del ensanche donostiarra.
EL PROGRAMA DE HOY
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En el Palacio de Miramar
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09.15-10:00. 'Cuaderno de viajes de Aizpurua y Labayen', por Javier Muñoz.
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10.00-10:45. 'Aizpurua. La mirada fotográfica de un arquitecto', por Peio Aguirre.
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10.45-11:30. 'El mobiliario de dos arquitectos prácticos', por María Villanueva.
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12.00-12:45. 'Casa vivienda en Fuenterrabía, génesis de un proyecto', por José A. Barea.
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12.45-13:30. 'El Grupo Norte del GATEPAC. Un grupo a medio conformar', por L. Etxepare.
«El sistema artístico era débil. San Sebastián era una ciudad conservadora y tan solo existía el concurso de noveles que organizaba la Diputación para ayudar a los artistas jóvenes», añade el decano de la Facultad de Bellas Artes de la UPV/EHU Ismael Manterola. Es por ello que, de las tertulias en el remoto Café Madrid, nació la sociedad gastronómico-cultural Gu, donde Aizpurua, Labayen, Lagarde, Cabanas Erausquin y Carlos Rivera departían. «Gracias a ello se juntó un grupo de presión que apostaba por los proyectos más arriesgados. Allí impartieron conferencias desde Primo de Rivera hasta Lorca o Sánchez Mazas, y Aizpurua y Labayen se fueron nutriendo de todo eso que iba llegando a la ciudad».
También del exterior, donde las vanguardias artísticas llevaban los apellidos de Le Corbusier o Van der Rohe. Con los dos arquitectos guipuzcoanos se desencadenó «un punto de partida» para el desarrollo de la arquitectura en el País Vasco durante la década de los 20 y de los 30. «Y aunque ellos, de forma un poco mimética, intentaron traer la modernidad y la vanguardia que se está desarrollando en Europa a un ámbito local, también demostraron esa inquietud por intentar actualizar el panorama arquitectónico y artístico de la época», explica el director del curso Javier Muñoz. Es así que su trascendencia es clave para entender las innovaciones que se gestaron a comienzos del siglo pasado.
Entre algunos de los temas que se tratan en las intervenciones de este panel de expertos en Miramar se encuentra el del papel del Grupo Norte (Aizpurua, Labayen y Vallejo) dentro del Gatepac, como también el del carácter polícromo del Náutico pues, «aunque tradicionalmente lo conocemos como un edificio blanco, no siempre fue así».
«De forma mimética, trajeron la modernidad y la vanguardia que se está desarrollando en el exterior a un ámbito local»
Javier Muñoz Fernández
Director del curso
El «barco de hormigón», como lo define José Ángel Medina, director del Instituto de Arquitectura de Euskadi (IAE), fue quizá la obra cumbre de Aizpurua y Labayen. Pero aunque apenas fueron nueve años de trabajo en colaboración, «es llamativa la cantidad de proyectos que elaboraron, a pesar de que tan solo existen dos obras construidas»: el Náutico de 1929 y las viviendas que hace Aizpurua con Lagarde en Hondarribia de 1935. «Lo bonito hubiera sido ver, años más tarde del Náutico, qué hubiera pasado si alguno de los concursos que ganaron hubieran podido construirlos».
Sin embargo, quedará este para la historia, un edificio que «parecía diseñado por Le Corbusier, más que por Aizpurua y Labayen. El Náutico fue el edificio español más publicado en el mundo en ese momento, por lo que a raíz de aquello les cambia la vida». En 1933 Aizpurua se unió a la Falange Española y, tan solo seis días antes de que el bando franquista ocupara la capital guipuzcoana, fue fusilado por las fuerzas republicanas.
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