«Me dan papeles de príncipe, aunque me pegan los de malo por mi carácter»

– Hace quince días fue ascendido a bailarín principal, ¿cómo fue el nombramiento?

– Acabábamos de estrenar 'Raymonda', el debut de Tamara Rojo como coreógrafa. En el primer casting, interpreto a uno de los amigos del protagonista, pero en otro bailo el rol principal. Ese día, al terminar de bailar, entró Tamara al escenario y pensé: «Vale, algo pasa aquí. O le promocionan a la chica con la que bailo o me promocionan a mí». Cuando dijo que la pareja protagonista de la noche iba a ser promovida a la categoría de bailarines principales, todo fue alegría. Estoy en el mejor momento de mi carrera y me parece muy bonito que se reconozca que he mejorado. Todos los bailarines queremos ser principales y al final, ha llegado ese día.

– ¿Qué cree que ha valorado Tamara Rojo para promocionarle?

– Soy un chico que trabaja muchísimo: me sé todos los ballets, se puede contar conmigo si algún bailarín se lesiona y bastantes noches he salvado el show por lesiones de los protagonistas o por cualquier otro motivo. Desde la pandemia, creo que he mejorado bastante técnicamente y en la parte artística, me parece que actúo bastante bien. Supongo que Tamara habrá valorado un cúmulo de todo esto.

– A efectos prácticos, ¿qué supone ser un 'principal dancer'?

– Cada compañía tiene internamente su escala de rangos, pero un 'principal dancer' es un primer bailarín. Ser bailarín principal o primer bailarín es lo máximo a lo que se podría llegar, aunque en el ENB existe un rango más que es el 'lead principal', un equivalente a estrella. A efectos prácticos, un 'lead principal' y un 'principal dancer' bailan los mismos roles y esto se traduce en que ya no bailas más papeles solistas y sólo bailas roles protagonistas. Me suelen adjudicar papeles de príncipe por mi cuerpo, aunque me pegarían los roles de malo por mi carácter. Soy de sangre caliente (ríe).

– Recientemente Tamara Rojo ha hecho historia al ser la primera mujer nombrada directora del San Francisco Ballet.

– Nuestro mundo es muy pequeño y había rumores de que Tamara se iba. A nosotros nos lo comunicaron a principios de enero cuando hicimos 'El Cascanueces'. Ahora ha comenzado el proceso de selección para buscar una nueva dirección que empezaría en enero del próximo año. En una década, Tamara ha puesto al English a un nivel muy alto tanto por las nuevas creaciones como por el nivel de los bailarines que ha fichado. Tamara es una líder nata: sabe lo que quiere, es muy ambiciosa y lo consigue. Creo que es la única mujer que llegó a la última fase de la selección para la dirección del San Francisco Ballet y es Tamara Rojo, la tienes que escoger indudablemente.

– En junio del año pasado estuvo nominado al National Dance Award, ¿le ha cambiado en algo?

– Cuando tú estás dentro de una compañía, tu baremo lo marca tu director. Es muy gratificante que te reconozcan fuera, porque indica que no sólo le gustas a tu director. A nivel personal, la nominación al National Dance Award no me ha cambiado nada, pero influye en la difusión que se hace de tu nombre y de tu carrera. Ahora con el ascenso, mi cuenta de Instagram ha subido en 400 seguidores en una semana. La gente está más interesada en conocer quién soy. Si tu nombre como artista se hace grande, tienes más oportunidades de hacer galas y de que te inviten a otras compañías.

– Y ahora, ¿cuáles son sus próximos retos profesionales?

– Hay papeles que me quedan por hacer, como Romeo o los protagonistas en 'La Bayadère' o en la versión clásica de 'Giselle'. Me apetece hacer muchas galas, recibir muchas invitaciones de otras compañías y viajar mucho por ello. Cerca de vosotros, actuamos en el Liceo de Barcelona en mayo. A ver si no hay ningún contratiempo con la pandemia. Esperemos que esta pesadilla vaya remitiendo de una vez.